Como en tantas otras poblaciones, en Casas Ibáñez,
el cine tuvo que competir desde el primer momento con formas de diversión y
espectáculos ya consolidados como eran el teatro, los toros y el baile.
Este último era el más popular de todos a comienzos
del siglo XX. Los dos salones que acudía el vecindario eran el baile Azorín con
una pista de cincuenta metros cuadrados
y el salón Gloria su pista de
baile era de doble capacidad y el preferido durante años.
Don Andrés López Rodenas dueño del teatro A.B.C se decidió ampliar sus ingresos empresariales y comenzó a simultanear las
funciones de teatro con las proyecciones de cine. Situado en un viejo edificio
que antes habido sido la casa tercia (de ahí el nombre de la calle tercia).Un
almacén que durante muchos años había sido utilizado como granero y bodega y donde se depositaban los frutos del diezmo y las tercias que se
tributaban al cabildo de Cartagena, a cuyo obispado pertenecía el termino.
Para ello tuvo que dotar al edificio de una
improvisada cabina de proyección hecha a base de maderas.
Foto del Teatro A.B.C.
Así pues, el viejo teatro quedo convertido también
en sala de proyecciones desde el año
1914, por donde pasaron las más afamadas películas mudas. Disponía de 300
butacas, cien de ellas de preferentes (que
se cobraban 25 céntimos); doscientas que
hacían de platea (a 20 cts) y 175 asientos de anfiteatro, o general (a 15 cts).
En estos primeros años estuvo atendido por su
propietario, pasando algún tiempo después a regentarlo sus hijos Jesús y Samuel
López Cuenca.
En ese periodo se llegaron a proyectarse una media
de 25 películas al año. Ni en la pasada Guerra Civil no se vio la alterada las
proyecciones.
Después de
la Guerra Civil los propietarios dejaron el A.B.C por algún tiempo en arrendamiento al vecino Ibáñez justo Brizuela Martínez, y en
sus manos estuvo hasta
el año 1950 y
allí por culpa de la inspecciones de espectáculos que hacían en ese tiempo
tuvieron que cerraron, pudieron celebrar algún sesión hasta el año 1953.
Entre tanto, otro empresario, Don José Jara Peralta,
vecino de Madrid, pidió permiso para abrir una nueva sala de cine que llevaría
el nombre de María Victoria, con doble capacidad que A.B.C, consiguió abrir.
Aunque los dueños del A.B.C siguieron insistiendo abrir tuvieron que
ceder y el año 1954, legalmente se apagaron las luces.
Finalizando la década de los cincuenta los impactos
de una gran bola de demolición hundieron el edificio y sobre sus cimientos se
levanto el actual Cine Rex, que abrió sus puertas 1960 y todavía mantiene viva
entre la ciudadanía la pasión por este arte.
Recordar que ahora se cumple los primeros cien años
desde la llegada de este llamado séptimo arte a nuestra villa.
Estamos aquí, comentando sobre tu trabajo en el blog, nos parece que has dedicado mucho tiempo y labor, nos gusta mucho, sigue así.
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