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viernes, 24 de mayo de 2024

LA RAZÓN Y LA CULTURA 135 (Gaudí, su muerte y otros enigmas ahora resueltos)

 

Martes y como no toca una entrada de LA RAZÓN Y LA  CULTURA esta semana traigo un artículo donde hablaremos Gaudí, su muerte y otros enigmas ahora resueltos, toca saber sobre su muertes y algunos enigmas más que se han podido resolver poco a poco con el tiempo.


Gaudí, su muerte y otros enigmas ahora resueltos



Retrato de Gaudí 1878, Museu de Reus (IMRC)AODOUARD I CÍA/MNAC (Foto de ARCHIVO)04/11/2016


Paloma Pía Gasset, descendiente directa de Ortega y Gasset, publica su nuevo libro, «Gaudí. El misterio», con material inédito, y la autora nos explica los puntos clave de su ensayo


Cada vez que evoco el principio del fin del arquitecto universal Antonio Gaudí y Cornet, declarado Siervo de Dios por la Santa Sede, resuena en mis oídos esta hermosa y terrible estrofa de Miguel Hernández dedicada en caliente, escasos días después de su muerte, a su inefable amigo Ramón Sijé: «Un manotazo duro, un golpe helado/ un hachazo invisible y homicida/ un empujón brutal te ha derribado».

Y recuerdo también que estos versos sueltos de la celebérrima «Elegía» del poeta oriolano se publicaron por vez primera en el número 150 (diciembre de 1935) de la «Revista de Occidente» dirigida por mi antepasado José Ortega y Gasset, en homenaje a Ramón Sijé que acababa de fallecer aquella misma Nochebuena.

Todo empezó o, mejor dicho, terminó también para Antonio Gaudí la tarde del lunes 7 de junio de 1926, alrededor de las cinco y media, cuando, a punto de cumplir los 74 años de edad –nació en Riudoms el 25 de junio de 1852–, el arquitecto abandonó la Sagrada Familia para encaminarse al Oratorio de San Felipe Neri, en el corazón de la antigua Barcelona, y fue atropellado por el tranvía de la línea 30, que le llevaría finalmente a la tumba.

Hubo varios taxistas, por increíble que parezca, que rehuyeron el deber de auxilio al infortunado Gaudí mientras yacía semiinconsciente sobre el pavimento. La identidad de estos indeseables que decidieron pasar de largo y mirar hacia otro lado, en lugar de socorrer al pobre Gaudí, tendido entre estertores en la calle, ha quedado inscrita para la posteridad en el registro de la vergüenza. He aquí, ahora, sus nombres: el taxista Leopoldo Raber conducía un vehículo con matrícula 5889-B; Fernando Guitart, otro de la marca Fiat con matrícula 13270-B; y Ramón Subirana, el Ford de su propiedad con matrícula 18873-B. El dueño del cuarto vehículo con matrícula 18412-B se libró de la multa al no figurar esta placa en ninguno de los registros, razón por la cual los periódicos se hicieron eco únicamente de las tres sanciones.

Al cabo de casi trece años, el domingo 24 de diciembre de 1939, el amigo de Gaudí y arquitecto como él, César Martinell, recibió una invitación inesperada e insólita para asistir junto con otros camaradas de profesión al nuevo sellado de la sepultura de Gaudí, abierta durante la Guerra Civil, y a la consiguiente autentificación de sus restos mortales.

El 20 de julio, la casa de la Sagrada Familia fue completamente quemada y destruida, tanto el piso donde estaba el estudio de Gaudí, como la planta baja, donde vivía el matrimonio Jerónimo Alpiste Sánchez y María Eugenia García Campo, los porteros, con sus tres hijos Gregoria, Lázaro y Andrés. También quemaron las escuelas y el taller donde se modelaban las piezas. El fuego devoró piezas y planos, apuntes y proyectos, cuadros y dibujos, y también redujo a pavesas las maquetas del conjunto de la Sagrada Familia. Por fortuna, los grupos anarquistas fueron detenidos cuando intentaban volar la fachada del Nacimiento y el resto de la obra construida.

Meses después de la profanación del sepulcro de la familia del arquitecto Bocabella, las autoridades republicanas que ocupaban Barcelona atisbaron de noche algunos destellos de luz provenientes de las torres del templo y llegaron a sospechar que sus enemigos guardaban armas allí. Ello motivó luego un registro minucioso de la cripta, incluida la apertura de la tumba de Gaudí, la única que faltaba por descubrir, descartándose finalmente la existencia de armamento y atribuyéndose los reflejos luminosos a los mosaicos de las torres que la luna hacía brillar.

 

Apertura de la tumba

Pero antes de verificar los destellos de luz, la policía del Gobierno catalán ordenó la apertura parcial de la tumba de Gaudí, la única que todavía seguía tapada. Rompieron la losa por la parte inferior derecha, y repararon en que en su interior sólo estaba el féretro del arquitecto y que, al parecer, nadie había puesto una mano encima al cuerpo de Gaudí pese a que la tumba permaneció descubierta hasta la entrada de las tropas nacionales en la Ciudad Condal. La losa de la sepultura quedó así rota hasta 1939, año en que se retiró y se cubrió la tumba con una solera provisional. Más tarde, se colocó una nueva lápida con otra inscripción, esta vez en latín, que ha perdurado hasta hoy.

Pero era preciso comprobar que el cadáver del féretro fuese efectivamente el de Gaudí antes de volver a sellar la tumba, esta vez con una losa definitiva. Llegó así el viernes 29 de diciembre de 1939. Los testigos observaron cómo delante de la tumba de Gaudí, un albañil extrajo la solera provisional y fue entonces cuando pudieron ver el féretro a poca profundidad, a unos ochenta centímetros bajo el suelo. El obrero apartó a continuación la cubierta de madera, correspondiente al ataúd exterior de madera de roble, y surgió una segunda tapa de cristal, esta vez del féretro interior de zinc, a través de la cual pudieron vislumbrar de modo difuso el cadáver.

El albañil limpió el cristal con una bayeta e iluminó a continuación la tumba con una bombilla eléctrica suspendida de un cable. Esta vez sí que pudieron reconocer sin la menor duda las facciones de Gaudí, con su poblada barba. Al balancearse la luz, algunas partes opacas del cristal proyectaban sombras móviles sobre el rostro del cadáver. «Por un momento producen la sensación de gusanos en movimiento», advertía Martinell. Y añadía: «Más adaptados los ojos al medio oscuro del interior del féretro, volvemos a ver la estructura craneal de Gaudí, la cabeza echada hacia atrás y la boca abierta. Se adivinan las mismas facciones y, vagamente, la barba, que aparece filamentosa en la profundidad, entre la mandíbula inferior y el hábito negro que viste. Recuerdo que fue enterrado con rosarios en las manos y buscamos este detalle, que nos cuesta descubrir. Las manos, que tenía cogidas, se le han separado. La derecha ha resbalado por el lado. Al fin vemos los rosarios, cogidos en la mano izquierda, confundidos entre la negrura del hábito».

A ninguno de los testigos le cupo duda así de que tenían ante sus ojos el verdadero cuerpo de Gaudí. Los dos albañiles que les acompañaban aquel día habían permanecido en el templo durante toda la guerra y ambos corroboraron que la tumba de Gaudí no fue profanada en los primeros días de la sublevación, ni tampoco cuando fue abierta por orden de la Policía de la Generalitat para descartar el ocultamiento de armas, en lugar de irrumpir allí las turbas de milicianos.

La exploración de la tumba y del cadáver del ilustre arquitecto duró alrededor de media hora, tras la cual César Martinell concluyó, pese al embalsamamiento que se le había practicado en su día al difunto: «El cadáver no está muy descompuesto, pero tampoco muy bien conservado».

Finalmente, se rezó un «Padrenuestro» y se volvió a colocar la tapa de madera. Acto seguido, se puso una solera de obra, sobre la cual se colocaría más tarde la losa definitiva de piedra que se conserva hoy en la capilla de la Virgen del Carmen donde reposan los restos del arquitecto, en la cripta de la Sagrada Familia. Gaudí vio morir, uno a uno, a sus familiares más directos y, para colmo de males, él mismo murió finalmente atropellado por un tranvía. Entre 1876 y 1880, ya habían fallecido cuatro familiares suyos: el hermano, la madre, la hermana y el marido de ésta, por este orden. Y por si fuera poco, entre 1892 y 1893 fallecieron otras tres personas muy importantes para el arquitecto: Josep M. Bocabella i Verdaguer, fundador de la Asociación Josefina, del periódico «El Propagador» e impulsor de la Sagrada Familia; Manuel Dalmases, su yerno, sucesor de Bocabella, y Francesca de Paula Bocabella, hija de aquél.

A la muerte de todos estos seres queridos, se sumó la del obispo Joan Baptista Grau i Vallespinós, guía y mentor espiritual suyo, en 1893. Las muertes inopinadas de sus familiares más próximos sumió a Gaudí en la más completa soledad a la hora de cuidar a su padre Francesc, de setenta años cumplidos, y a su sobrina Rosa, de casi dieciocho, quienes también fallecieron antes que él.

 

Mala salud

Gaudí tampoco gozó de buena salud en muchos momentos de su vida y experimentó así en propia carne su particular Gólgota. De joven padeció ya fiebres reumáticas. En 1910, a la edad de cincuenta y ocho años, se vio afectado por una anemia cerebral que le sumió en una depresión, obligándole a suspender su trabajo y a trasladarse a Vic para reponerse de la enfermedad, acogido por la caritativa familia Rocafiguera en su propia casa.

Pero no acabaron ahí sus padecimientos, pues al año siguiente, en 1911, tuvo que refugiarse en Puigcerdà aquejado de fiebres de Malta. Permaneció así aquel año golpeado por la fiebre y los síntomas de escalofríos, sudoración, fatiga, dolor de articulaciones y de cabeza, los cuales se complicaron con la artritis que tantos dolores le acarreó hasta el final de sus días. El agravamiento de la enfermedad le hizo temer por su vida, hasta el punto de que llegó a redactar su testamento sin moverse de la cama ante el notario de Puigcerdá, Ramón Cantó Figueras.


 


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LA RAZÓN Y LA CULTURA 134 (El frigorífico inteligente, un pasado que nos deja helados)

 

Martes y como no toca una entrada de LA RAZÓN Y LA  CULTURA esta semana traigo un artículo donde hablaremos El frigorífico inteligente, un pasado que nos deja helados,vamos a conocer la historia antes de que se llegara al frigorífico lo que se utilizaba antes para tener fresco los alimentos.


El frigorífico inteligente, un pasado que nos deja helados

 

 
Anuncio de 1963 de la nevera de origen americano KelvinatorArchivo

 

Hasta mediados del siglo XIX se utilizó la nieve almacenada en neveros y en pozos urbanos para abastecer a la población de hielo y refrescar sus bebidas así como preservar alimentos

 

En nuestros días tenemos frigorífico que nos permite conservar los alimentos perecederos durante largo tiempo, y congeladores eléctricos que aumentan el tiempo de conservación de alimentos durante meses, pero no siempre ha sido así aunque lo frio estuvo de moda. Los primeros pozos de nieve provienen de época romana, situados en alta montaña desde donde el hielo era llevado a la ciudad. El vino se enfriaba pasándolo por un tamiz con nieve, el "colum nivarium", refrescándolo sin aguarse. Pero la nieve no sólo servía para enfriar bebidas y alimentos, sino también para remedir determinadas dolencias y enfermedades.

Vestigios de otro tiempo donde los congeladores y frigoríficos eléctricos no cabían en la imaginación, los neveros hicieron posible que la producción de hielo llegase a ser una actividad lucrativa sobre todo en la Edad Moderna cuando Europa fue testigo de un cambio climático denominado como "Pequeña Edad de Hielo", término acuñado por en 1939 por el glaciólogo francés François Mattes. El hielo y la nieve se pusieron de moda y el médico de cámara de Juan III de Portugal, Francisco Franco, publicó un tratado de la nieve del uso de ella en 1569, donde explica las diferentes formas de utilizarla para enfriar bebidas y sus beneficios de consumo desde el punto de vista dietético. Dos años más tarde, en 1571, el medico sevillano Nicolás Monardes hizo lo propio con otro libro que trataba de la nieve y sus propiedades, y explicaba el modo en el que se ha de beber el líquido enfriado así como de los otros modos que hay de enfriar.

A la nieve se atribuyeron poderes medicinales y en el siglo XVII aparecen dos tratados al respecto, como el de Juan de Carvajal, "Utilidades de la nieve dedicadas de la buena medicina" publicado en 1611 o el "Methodo curativo y propiedades de la nieve" de Alonso de Burgos en 1640. La nieve se consumía en la corte de Madrid, procedente de los ventisqueros de las sierras de Guadarrama, Navacerrada, el Real de Manzanares o El Escorial. La nieve se trasladaba desde los ventisqueros a las casas de nieve en cotas más bajas, preservándose alguna de ellas, como el Real Pozo de Nieve de Felipe II en Guadarrama. Un poco cubierto donde se acumulaba la nieve que compactada se transformaba en hielo que cortado en bloques se trasladaba a lomos de mula envuelto en paja y mantas hasta la capital a 68 kilómetros. Entraban en Madrid por la única puerta autorizada para esta mercancía la “Puerta de los Pozos de Nieve” en la calle Fuencarral donde se pagaba el “Quinto de la nieve y de los yelos de estos reinos”, trasladándose la entrada a la Puerta de Bilbao en 1837.

Una vez en Madrid el hielo se almacenaba en pozos construíos por el empresario Pablo Xarquíes tras la concesión de la licencia en 1607, quien hizo una propuesta al rey Felipe III para establecer un mercado de hielo en Madrid. Esta concesión dio lugar a la Casa de Arbitrio de la Nieve y los Hielos de Madrid y el Reino en funcionamiento hasta mediados del siglo XIX. El consumo de la nieve para enfriar las bebidas fue una moda generalizada, un vecino corriente se arreglaba con una libra al día (entre 300 y 400 gramos), mientras que en la corte se consumía mucho más, valga como ejemplo la visita del nuncio pontificio Camilo Massimo a la corte de Felipe IV en 1655, consumiéndose 511 arrobas de nieve, guardadas en el alcázar en armarios específicos que servían para mantener los alimentos y bebidas frescas.

Mariana de Austria, segunda esposa de Felipe IV y regente de su hijo Carlos II fue una gran aficionada las bebidas heladas, hasta el punto que su médico, Tomás Murillo Jurado, detestaba la costumbre de beber agua enfriada con nieve, ya que producía: "quebrantos, flaquezas de estómago, pasmo, ijadas, piedras, perlesías, muertes repentinas y fiebres sincopadas". A pesar de estas advertencias, se siguió consumiendo en Madrid de modo indiscriminado hasta mediados del siglo XIX, cuando surgieron los primeros aparatos de hielo y sal que supusieron el cierre de la Casa de Arbitrio de la Nieve y los Hielos del Reino en 1863. Los primeros intentos de controlar el frío se producen en Estados Unidos, el primer paso lo dio el escocés Willian Cullen en 1755, quien diseñó un pequeño refrigerador con una bomba que generaba un vacío parcial descubriendo que la evaporación de agua enfriaba el interior de la cámara. En 1803 Thomas Moore inventó una nevera que se enfriaba gracias a la mezcla de hielo y sal.

 

El apaño de las fresqueras

Al estadounidense Jakob Perkins se le atribuye la primera patente del ciclo de refrigeración en 1835, produciéndose por primera vez hielo artificial utilizando éter como líquido refrigerante. En 1913 Frederick Willian Wolf inventó un refrigerador eléctrico doméstico llamado DOMELRE, vendido por 1000 dólares del momento, uno de los productos de mayor éxito comercial en las primeras décadas el siglo XX en América. Aunque en España, algunas empresas introdujesen las máquinas de frío, y existiesen patentes desde 1882, como la máquina de frío de Juan Cadira y Cavió, lo cierto es que la nevera no se empieza a instalar en los hogares españoles hasta 1952.

Antes se conservaban los alimentos en las fresqueras, pequeñas cámaras situadas en la cara norte de los edificios protegidas del sol, con un ventanuco que se abría hacia la parte interior de la casa y protegida del exterior por una tela metálica que impedía el paso e insectos. A partir de los años 80 el medio ambiente es una prioridad eliminándose los clorofluorocarbonos que funcionaban como refrigerantes de las neveras de los 50 y 60. En los noventa los frigoríficos incorporan sensores y paneles eléctricos y actualmente hay neveras inteligentes conectadas a internet, capaces de contar los alimentos que tenemos dentro y encargar la compra. Atrás quedaron los neveros, y las casas y armarios de nieve, el frigorífico conserva los alimentos y preserva nuestra salud.



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LA RAZÓN Y LA CULTURA 149 (Tijeras: dos milenios cortando el hilo de la vida)

 

Martes y como no toca una entrada de LA RAZÓN Y LA  CULTURA esta semana traigo un artículo donde hablaremos Tijeras: dos milenios cortando el hilo de la vida, otra entrada curiosa esta vez las tijeras que ya son dos milenios de las primeras tijeras y para que la utilizaban, como las crearon.

 

 

Tijeras: dos milenios cortando el hilo de la vida

 

 Tijeras: dos milenios cortando el hilo de la vida

 
Tijeras: dos milenios cortando el hilo de la vida La Razón

 

Están presentes desde la prehistoria y, en su forma actual, fueron, en el siglo XVI, una de las tecnologías más antiguas inventadas por el hombre

 

Resulta complicado imaginarnos la vida sin tijeras, dos hojas de acero con un ojo en cada mango para meter los dedos unidas con un tornillo. De diferentes tipos y tamaños son utilizadas por peluqueros para cortar el pelo, por sastres y modistas para cortar la tela y los patrones, por niños en las escuelas y por hombres y mujeres en la cocina. Incluso pintores famosos las utilizaron para hacer sus obras de arte como los recortables de Henri Matisse, quien postrado en su cama tras una operación comenzó a dibujar sobre papeles de colores que luego recortaba ara hacer su composición, definiendo la técnica como «dibujar con tijeras». También las utilizó Picasso quien realizo recortables desde que niño cogía las tijeras del costurero de su tía y recortaba animales, flores, conservándose un perro y una paloma de cuando tenía nueve años. El artista utilizaba distintos tipos de papeles, desde manteles y servilletas hasta cartulinas de cajetillas de tabaco que recortaba y pintaba. Estos «cut papers» rara vez fueron exhibidos o vendidos por el artista, sin embargo siempre los fechaba, firmaba y archivaba, como la «Cabeza de Muchacha» de 1943, conservada en el Museo Picasso de París.

Pero no sólo las tijeras fueron utilizadas por famosos pintores, están presentes en la mitología griega cómo atributo de Átropos, una de las tres Moiras que Hesíodo en su Teogonía considera como las hijas de Zeus y Temis (la Justicia). Átropos las utilizaba para cortar el hilo de la vida de los mortales, un hilo que previamente había sido hilado por Cloto y medido por Láquesis quien determinaba la Fortuna (buena o mala) de mortal. En la mitología romana, las tijeras estaban en manos de Morta, una de las Parcas, quien cortaba el hilo de la vida. Pero, ¿cómo eran esas tijeras? Desde la Edad de Bronce europea solían ser de hierro con dos hojas de metal unidas por un mango semicircular, se utilizaban para cortar pieles y el pelo de los animales. Las hojas se superponían al presionar los brazos cortando el material situado entre ellas, conocidas como tijeras de arco, como pequeñas cizallas.

El origen de la tijera es discutido. Se habla de Egipto, pero no hay evidencias arqueológicas. Gillian Vogelsang-Estawood,siguiendo al arqueólogo del siglo XIX Flinders Petrie, considera que las cizallas no aparecen en Egipto hasta el periodo Ptolomaico (305 a.C). Sin embargo, el arqueólogo francés Jean Claude Margeron menciona las cizallas entre los objetos de la antigua ciudad de Emar (hoy en Siria), datadas del siglo XIV a.C, mencionadas por vez primera en una tablilla neobabilónica del siglo VI a.C. Al margen de la primitiva tijera mencionada por Margeron no existen más evidencias arqueológicas.

 

Objetos de lujo

La forma actual de las tijeras, dos piezas unidas por un tornillo aparecen en Roma a finales del siglo I, de las que se conservan algunos ejemplares en el campamento legionario de Augsburgo. La primera descripción de las tijeras modernas aparece en las «Etimologías» de Isidoro de Sevilla (libro XX, capítulo XIII) donde compara las tijeras empleadas por sastres y peluqueros, forfices y forpices con las tenazas utilizadas por los herreros, forcipes, que con seguridad giraban en torno a un punto central y se manejaban con dos manos. Sin embargo, como se observa en los registros arqueológicos de múltiples yacimientos dentro del marco territorial del Imperio romano, las tijeras de hojas pivotantes no estuvieron muy extendidas siendo más habituales las de arco. Se utilizaron también en el mundo visigodo en la Península Ibérica, encontradas como ajuar funerario en la necrópolis de Daganzo (Madrid), considerada como un objeto destinado al aseo personal por su tamaño: 17 centímetros.

La tijera de arco se mantuvo durante toda la Edad Media mejorándose ligeramente sus materiales, pero no fue hasta el siglo XVI cuando se generalizaron las tijeras actuales. Durante mucho tiempo se fabricaron manualmente siendo objetos de artesanía fina, de factura preciosista, con astas modeladas con formas de animales, castillos, plantas, siendo objetos de lujo. No comenzaron a fabricarse en grandes cantidades hasta 1761 cuando un artesano de Sheffield produjo el primer par fabricado en acero fundido. En el mismo lugar se encuentra la empresa más antigua de Occidente, Willian Whitley & Sons, fábrica que consiguió su primera patente en 1791. En Francia, las fábricas de Châtellereault, Thiers y Rouen ente otras que tradicionalmente producían sables y espadas pasaron a producir tijeras y otras cuchillas a finales del siglo XVIII. La empresa las sigue fabricando en la actualidad. En Estados Unidos, Jacob Weiss comenzó la fabricación con una maquinaria que funcionaba con una rueda movida por un perro San Bernardo. En nuestros días al acero se han unido otros materiales pero no ha cambiado es el movimiento de la mano al abrir un instrumento durante dos mil años de historia.



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LA RAZÓN Y LA CULTURA 150 (La increíble historia de las sartenes)

 

Martes y como no toca una entrada de LA RAZÓN Y LA  CULTURA esta semana traigo un artículo donde hablaremos La increíble historia de las sartenes, esta semana seguimos mostrando mas entradas curiosas y esta semana sobre las sartenes como serias las primeras de que estarían compuestas y como serian.

 

La increíble historia de las sartenes

 

 La obra "Vieja friendo huevos", pintada por Velázquez en Sevilla en 1618

 

La obra "Vieja friendo huevos", pintada por Velázquez en Sevilla en 1618
 
 Galería Nacional de Edimburgo

 

Fabricadas en bronce, estos utensilios llegaron a ser objetos cotidianos hasta en

las campañas militares. Sustituidas por la cerámica en la Edad Media, regresaron en el siglo XIX a nuestras cocinas

 

La sartén es uno de los utensilios más utilizados en la cocina para freír y saltear, generalmente en aceite o mantequilla o cualquier otra grasa. En latín la palabra sartago era femenina, por ello en gran parte de los lugares de habla hispana ha mantenido su género y así lo recoge el diccionario de la Real Academia Española, sin embargo en algunos lugares de América y Canarias se ha considerado la palabra como masculina. Con el control del fuego por los humanos hace 120.000 años apareció la cocción de la carne, lo que determinó una mejora en la absorción de proteínas.

La cocción tuvo beneficios adicionales, como la eliminación de parásitos de la carne y toxinas de los vegetales. Aunque existen evidencias aisladas del uso del fuego para cocinar en periodos previos, la domesticación del mismo en los yacimientos europeos se data en la fase final del Paleolítico Inferior. Las primeras sartenes similares a las que usamos en nuestros días se desarrollaron en Roma fabricadas en bronce, como los ejemplares encontrados en Pompeya y Herculano. También se usaron sartenes de bronce en el ejército romano, pudiendo tener en algunos casos el mango plegable, lo que permitía el fácil transporte en las campañas militares. El cobre fue el primer material utilizado en la fabricación de las sartenes, aunque en China hay evidencias del uso de las de hierro fundido durante la dinastía Han en el siglo III d.C.

Existieron también en la Antigüedad objetos enigmáticos, como las llamadas «sartenes cicládicas» (2800-2200 a.C), piezas de cerámica con forma de sartén profusamente decoradas cuyo uso se desconoce. Este tipo de objeto se fabricaba en terracota, pero varios son de piedra, con elaboraciones muy elaboradas en una de sus caras y, con forma similar a una sartén, no tienen marcas de fuego, por lo que se descarta su uso para la cocina.

Los utensilios de hierro y bronce no son comunes en los yacimientos medievales ni urbanos ni rurales en la Península Ibérica, donde la cerámica es el material común para todo tipo de instrumentos de cocina, desde ollas y cazuelas de base plana hasta orzas, ataifores, jarras y jarritas para el servicio de mesa. Las ollas y cazuelas de cerámica permitían la cocción a fuego lento directamente sobre las brasas o sobre hornillos portátiles, muy comunes en los yacimientos andalusíes, como el anafre, conocido desde la etapa emiral hasta el final de la época nazarí y que presentaba variedad de formas, desde los contornos troncocónicos a los cilíndricos, como los conservados en el Museo de la Alhambra.

La mayoría de estos hornillos son fabricados en cerámica sin vidriar con pastas refractarias resistentes al fuego, una abertura para introducir las brasas y un soporte plano con ranuras y parrilla, donde se colocaba el instrumento de cocción. Este tipo de hornillos portátiles fueron muy comunes en toda la Península Ibérica en la Edad Media y se mantuvo su uso hasta la Moderna, y así se pone de manifiesto en el cuadro de Diego Velázquez, «Vieja friendo huevos» (1618), donde se usa una cazuela de barro para cocinar las viandas y actualmente en la Galería Nacional de Escocia (Edimburgo).

Cazuelas y ollas de barro se siguieron utilizando incluso hasta nuestros días por la calidad de la cocción, utilizadas sobre trípodes o colgadas con cadenas sobre las brasas de la chimenea. Sin embargo, la sartén romana volvió a su auge en el siglo XIX, cuando la sociedad se modernizaba y las cocinas presentaban superficies rectas donde una sartén de fondo plano podía apoyarse. La publicidad hizo el resto, las sartenes de hierro fundido se presentaban como un producto barato y duradero con una gran capacidad de absorción del calor y velocidad en la cocina.

 

La eternidad del cobre

A partir de los años 60 se popularizaron las sartenes de teflón, un material incluido por la marca francesa Tefal y que comienza su andadura en los experimentos de Roy J.Plunkett. Este científico trabajaba con gases relacionados con lo refrigerantes. Al inspeccionar una muestra congelada de tetrafluoroetileno descubrió que la muestra había formado una superficie blanca y cerosa que resultó ser el politetrafuoretileno (PTFE), nombre técnico del teflón. Este material es considerado el más resbaladizo conocido y muy pronto se tornó inmensamente popular como recubrimiento de instrumentos de cocina, cobertura de productos industriales o de productos textiles antimanchas que repelen la suciedad.

Las sartenes de teflón revolucionaron su limpieza, aunque popularmente se asoció su uso al riesgo de padecer cáncer, algo que se ha desestimado en diversos estudios científicos.

Dicha idea interiorizada en parte de la sociedad se debe a que el antiguo teflón contenía ácido perfluorooctanoioco, conocido como PFOA, prohibido desde los años 80, de forma que en la actualidad no existen sartenes de teflón con esa composición.

A pesar de ello muchos buscan alternativas a estas, como las de cerámica, las de piedra o titanio, llevando todas ellas una base de teflón interiorizada para fijar el material. La sartén evoluciona con la tecnología de la cocina sobre la que se produce la cocción, y, de esta manera, hoy existen sartenes para placas de inducción. Pero muchas personas vuelven al uso de las cazuelas de barro para asados y guisos, así como sartenes de cobre, que pueden durar eternamente.

 


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LA RAZÓN Y LA CULTURA 148 (Desvelan el lugar exacto de la tumba de Platón indicado en los papiros carbonizados de Herculano)

 

Martes y como no toca una entrada de LA RAZÓN Y LA  CULTURA esta semana traigo un artículo donde hablaremos Desvelan el lugar exacto de la tumba de Platón indicado en los papiros carbonizados de Herculano, gran descubrimiento donde esta la tumba de Platón gracias a unos papiros vamos a conocer un poco sobre este gran descubrimiento.

 

Desvelan el lugar exacto de la tumba de Platón indicado en los papiros carbonizados de Herculano 

 


Uno de los papiros de Herculano, desenrollado, en la British Library Wikimedia

 

Cerca de 1.000 palabras, correspondientes al 30 % del texto, se han podido descifrar gracias al uso de las nuevas tecnologías

 

Una de las ramificaciones positivas del uso de la inteligencia artificial en el avance y desarrollo del conocimiento ha sido puesta en práctica a favor de la belleza antigua del misterio. La lectura propiciada gracias a las nuevas tecnologías de los llamados papiros de Herculano -más de 1.700 rollos medio carbonizados encontrados en la ciudad cercana a Pompeya tras la erupción del Vesubio, que se hallaron en la biblioteca de la villa de los Papiros, una bucólica residencia privilegiada que alberga la única biblioteca de la antigüedad que se conserva hasta hoy-, han permitido conocer el lugar exacto de la tumba del filosofo Platón en la Academia de Atenas. Su sepultura se encontraba en el jardín reservado a él, un espacio privado destinado a la escuela platónica, cerca del llamado Museion o sacellum consagrado a las Musas.

Así lo ha revelado este martes el papirólogo Graziano Ranocchia de la Universidad de Pisa al presentar los resultados a medio plazo del proyecto de investigación "Escuelas griegas" realizado con el Consejo Nacional de Investigación italiana en la Biblioteca Nacional de Nápoles. El hallazgo se encuentra en las cerca de 1.000 palabras, correspondientes al 30 % del texto, que se han podido descifrar de una parte de los papiros carbonizados de Herculano, que contiene la Historia de la Academia de Filodemo de Gadara, gracias a las innovadoras metodologías de estudio.

 

El filósofo griego Platón fue seguidor de Sócrates y maestro de Aristóteles
 
 
El filósofo griego Platón fue seguidor de Sócrates y maestro de Aristóteles Archivo Archivo
 

Hasta ahora sólo se sabía que fue enterrado genéricamente en la Academia, explicaron durante la presentación de los resultados. Sobre la vida del filósofo también se explicó que fue vendido como esclavo en la isla de Egina quizás ya en el 404 a.C., cuando los espartanos conquistaron la isla o, alternativamente, en el 399 a.C., inmediatamente después de la muerte de Sócrates y hasta ahora se creía que Platón había sido vendido como esclavo en el año 387 a.C. durante su estancia en Sicilia en la corte de Dionisio I de Siracusa.

El episodio de la última noche de Platón y la visita del caldeo ha sido revisado ya que "el diálogo entre los personajes ahora es diferente -explican los estudiosos- ahora está claro quién habla, quién comenta y en qué momento. Platón se expresa con desprecio sobre las habilidades musicales y rítmicas de un músico bárbaro, originario de Tracia". Estos nuevos descubrimientos han sido posibles a sistemas de última generación, como rayos X, tomografía, imágenes infrarrojas y microscopía digital de alta resolución, que sirven a descifrar los papiros carbonizados sin manipularlos. El proyecto "Escuelas griegas" es una iniciativa de investigación y tecnología iniciada hace tres años que durará hasta 2026 y que ya puede presumir de resultados sorprendentes: más de 1.000 palabras nuevas o leídas de forma diferente a los últimos estudios, que datan de 1991. "De noche, especialmente, es hermoso creer en la luz", dejó escrito el filósofo. Gracias a este descubrimiento, parece que los rayos están más cerca.

 

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LA RAZÓN Y LA CULTURA 147 (¿Cuáles son los orígenes de la mafia? Los 5 capos que debe conocer)

 

Martes y como no toca una entrada de LA RAZÓN Y LA  CULTURA esta semana traigo un artículo donde hablaremos ¿Cuáles son los orígenes de la mafia? Los 5 capos que debe conocer,toca saber parte de la historia de los orígenes de la mafia y de los 5 grandes capos de la historia.

 

¿Cuáles son los orígenes de la mafia? Los 5 capos que debe conocer

 



Foto policial del Departamento de Policía de Nueva York en el año 1931 de Lucky Luciano Archivo

 

Estas organizaciones criminales se hicieron poderosas en Italia, para después controlar los mercados de contrabando estadounidenses

Los mafiosos son figuras recurrentes en la ficción cuando se busca la tensión, el peligro y la crueldad. Son personajes que permiten amplias licencias creativas referentes al dolor, a la venganza, a la capacidad de hacer cualquier cosa con tal de hacerse con una importante suma de dinero. Y es uno de esos casos en los que la ficción suele parecerse a la realidad, pues las historias que han inspirado a Scorsese en sus tantas producciones sobre mafiosos, o en series y novelas, bien pueden ser reales, con sus pertinentes distancias creativas. Las mafias llevan existiendo décadas, y aún hoy operan en diferentes lugares del mundo, siendo ahora una de las más comentadas la Mocro Maffia, a raíz de la noticia de la fuga de su líder, Karim Bouyakhrichan, recientemente en Málaga. Pero, ¿de dónde viene todo esto? Si hubo un origen preciso de la mafia y de estas historias de contrabando y gánsters, ¿dónde se ubica?

Al pensar en mafias rápidamente se nos viene un país a la mente: Italia. Cuna de la Cosa Nostra, escenario de los tejemanejes de las grandes mafias, e idioma normalmente relacionado a esos hombres de cicatriz en la cara y miradas amenazantes. Fue, de hecho, en este país donde se extendió el uso del término "mafia" para referirse a cualquier grupo de crimen organizado, y es en Sicilia donde los expertos apuntan su nacimiento. No obstante, hay expertos que señalan el origen mucho antes de la Cosa Nostra, como es el caso de Paul Veyne, que apunta que el Imperio Romano tenía una estructura de una gran mafia, pues existían fraudes, estafas o violencias. Debemos fijar la mirada en Sicilia, isla donde se fraguó todo, principalmente durante la época en que la isla estuvo dominada por un sistema feudal que explotaba a campesinos mientras una minoría gozaba de privilegios. Y es que si algo define a los mafiosos es que suelen tener esa personalidad de salvadores de los pobres, de hombres viles que, con una sonrisa, utilizan la crueldad como única vía para hacer justicia ante las desigualdades.

 

 El mafioso italiano Frank Costello

 

El mafioso italiano Frank Costello Archivo
 

Figura una curiosa leyenda que, por cierto, salpica de alguna manera a nuestro país: en el siglo XV tres hermanos castellanos llamados Osso, Mastrosso y Carcagnosso huyeron de Toledo dejando tras de sí un delito de sangre. Embarcaron rumbo a Italia, y el destino les hizo naufragar, acabando el primero en Sicilia, el segundo en Calabria y el tercero en Nápoles. Esto fue lo que daría origen a las organizaciones mafiosas más famosas de la historia, que son la Cosa Nostra, la 'Ndràngheta y la Camorra, respectivamente. Por su parte, y ya fuera de dicha leyenda, destaca que en el siglo XIX, surgió una figura que se considera el antecedente directo del mafioso: los "gabellotti", recolectores de impuestos que administraban propiedades a los aristócratas y, a cambio, obtenían parte de las cosechas obtenidas. No obstante, el poder corrompe a todo ser humano sea en la época que sea, y poco a poco los "gabellotti" comenzaron a apropiarse indebidamente cantidades de dinero, así como comenzaron a controlar y manipular el mercado.

 

Brutales e insensibles

Son múltiples, por tanto, las historias que giran en torno a la mafia, por lo que su edificación a como hoy la conocemos depende de una serie de diversos factores que suman una idea: son organizaciones criminales, con su jerarquía, sus muy estrictos códigos de honor y sus métodos de acción más que cuestionables. Y, por supuesto, no podemos hablar de historia de la mafia sin mencionar a sus capos: líderes violentos y peligrosos que se han ido sucediendo de padres a hijos, y entre los que destacan, en cuestiones de brutalidad e insensibilidad, cinco nombres principales.

 

Al Capone era responsable de decena de asesinatos, pero fue detenido por fraude fiscal
 
 
Al Capone era responsable de decena de asesinatos, pero fue detenido por fraude fiscal la razon
 

El personaje sin duda más famoso de la historia de la mafia es Al Capone (1899-1947), también conocido como Scarface. No es, no obstante, italiano, sino estadounidense: esto demuestra que la mafia también tiene tras de sí una larga historia en América, donde se fraguó su poder e influencia ante todo durante la época de la Ley Seca. Capone, a finales de los años 20, figuraba en la lista de "más buscados" del FBI, y fue responsable de un llamado "imperio del crimen": en Chicago promovía el juego, la prostitución, el contrabando de alcohol, el tráfico de narcóticos o múltiples asesinatos. Nada que envidiar le tuvo, por su parte, Lucky Luciano (1897-1962), líder mafioso italo estadounidense que fue condenado a 35 años de prisión, pero que fue liberado 9 años después por sus "servicios prestados" a la armada de EE UU. Luciano se encargó de convertir Sicilia en el centro mundial del tráfico de heroína, y fue el capo durante los años 30 de una de las familias dominantes de EE UU.

Frank Costello (1891-1973) fue otro mafioso de origen italiano, y lideró la familia Genovese. Controló un vasto imperio del juego a lo largo y ancho de EE UU, y tuvo aún más influencia en su época que incluso la Cosa Nostra. Así como John Gotti (1940-2002), nacido en El Bronx, fue un gánster fundador de una de las familias que lideraron la mafia italiana. Conocido también como The Dapper Don, Gotti se caracterizaba por su capacidad de inventiva y su agilidad estratégica, un personaje que se dice que inspiró a la figura de Michael Corleone, personaje de "El Padrino". Por último, se debe mencionar a Carlo Gambino, fundador del clan que lleva su apellido, y quien se dice que guardaba una estrecha relación con Frank Sinatra. En 1957, ordenó asesinar al también mafioso Albert Anastasia para acceder al trono de la mafia americana.

 

 

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LA RAZÓN Y LA CULTURA 146 (Los yacimientos romanos poco conocidos en España que debes visitar: están en Cuenca, Cantabria y Mallorca)

 

Martes y como no toca una entrada de LA RAZÓN Y LA  CULTURA esta semana traigo un artículo donde hablaremos Los yacimientos romanos poco conocidos en España que debes visitar: están en Cuenca, Cantabria y Mallorca, vamos conocer un poco más sobre los yacimientos romanos que han España, parte de su historia.

 

Los yacimientos romanos poco conocidos en España que debes visitar: están en Cuenca, Cantabria y Mallorca

 


Teatro romano de Pollentia en Alcudia, Mallorca Ayuntamiento de Alcudia

 

Más allá de Mérida o Segovia, existen más lugares en España donde se vislumbra el pasado romano del territorio

 

Según la leyenda de Rómulo y Remo, el pasado 21 de abril se cumplieron 2777 años de la fundación de Roma. Aunque también se puede otorgar su origen a la civilización etrusca, esta leyenda, donde se narra que los mencionados fueron amamantados por una loba, está extendida en la cultura popular como el inicio de la milenaria ciudad.

Desde entonces, esta localidad ha sido el centro neurálgico de una república, un imperio y un legado. En la civilización española y europea actual todavía tenemos vestigios, físicos y no físicos de Roma: el uso del calendario, el Derecho Romano, el alcantarillado y las lenguas romances son algunos de los ejemplos de los que nos solemos acordar.

En España, tierra de emperadores como Adriano o Trajano, a día de hoy, contamos entre nuestro patrimonio nacional algunas construcciones de la época en la que los romanos se asentaron y se mezclaron con la población íbera. Los más famosos, y también los que mejor han llevado el paso del tiempo, suelen ser el Acueducto de Segovia y la ciudad de Mérida.

No obstante, existen ruinas y conjuntos arqueológicos del paso de Roma por la Península Ibérica repartidas por el territorio nacional que no son tan conocidas. En esta ocasión, hablaremos de tres yacimientos localizados en Mallorca, Cantabria y Cuenca.

 

Ciudad romana de Pollentia, Alcudia, Mallorca

Esta localidad fue fundada después de la conquista de la isla por parte del cónsul Quinto Cecilio Metelo en el año 123 a.C., durante la época republicana, y se convirtió en la ciudad romana más importante de Baleares durante los siglo I al III d.C.

Debido a su posición estratégica, entre las bahías de Pollença y Alcudia, prosperó como un enclave comercial y cultural durante su apogeo. Tanto así que se cree que esta ciudad fue el origen de la vida urbana en la isla de Mallorca.

Actualmente, se pueden visitar la portezuela, el foro y el teatro, y es gestionado por el Consorcio de la Ciudad Romana de Pollentia y el Ayuntamiento de Alcudia.

 

Ruinas romanas de Segóbriga, Saelices, Cuenca

Conquistado por los romanos alrededor del 200 a.C., la construcción de los monumentos de esta ciudad empezó en la época del emperador Augusto y finalizó en los últimos años del siglo I d.C. Contaba con teatro, anfiteatro, unas termas, un edificio dedicado a las transacciones comerciales y una gran plaza pública porticada, así como un acueducto y las calles pavimentadas.

Esta ciudad fue abandonada a finales de la Edad Media, y sus habitantes se trasladaron a la localidad de Saelices actual.

Hoy en día, se celebran conciertos en verano, además de que tener un museo con piezas de esculturas, cerámica y placas de la época romana.

 

Ciudad romana de Julióbriga, Cantabria

Su nombre se traduce como "ciudad fortificada de Julio", construida entre los años 15 y 13 a.C. por la a Legio IV Macedonica, durante el mandato del emperador Augusto, en memoria de su padre adoptivo, Julio César, después de su victoria ante los cántabros en el 19 a.C.

Por su ubicaciónm frente al acceso al valle del Besaya, Julióbriga tenía la función de controlar el tráfico de mercancías y personas desde la meseta del Duero hacia el mar cantábrico. Esta localidad tuvo su apogeo entre los siglos I y II d.C., antes de ser abandonada durante la tercera centuria de nuestra era.

Y como estos, son muchos las ruinas romanas no tan conocidas ni visitadas por el público general que nos ayudan a dar imagen a la época romana de la Península Ibérica.



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LA RAZÓN Y LA CULTURA 145 (¿Cómo eran los libros antes de la imprenta?)

 

Martes y como no toca una entrada de LA RAZÓN Y LA  CULTURA esta semana traigo un artículo donde hablaremos ¿Cómo eran los libros antes de la imprenta?, antes como eran los libros antiguamente antes que se descubriera la imprenta.

 

¿Cómo eran los libros antes de la imprenta?

 


«Santa Ana enseñando a leer a la Virgen», obra de Murillo (1655)Museo del Prado


Acompañan a la historia de la humanidad en distintos soportes, y papiros, códices manuscritos en vitela o impresos en papel han preservado el conocimiento

 

El libro es un objeto cotidiano que nos acompaña a lo largo de nuestra vida: desde aquel ilustrado que contenía los cuentos infantiles hasta los manuales de estudio de diferentes disciplinas. Los libros han abierto nuestro pensamiento y nuestra mente cambiándonos, en muchos casos, sin darnos cuenta. En Egipto y Grecia uno de los soportes clásicos de la escritura fue el papiro enrollado en volúmenes, sistema que fue traspasado a Roma en el siglo III a.C., permitiendo compilar poesía, teatro, y que el poeta Porcio Licinio asimila a la llegada de las Musas de Grecia. En el 168 a.C, tras la batalla de Pidna y la conquista del reino macedonio, Lucio Emilio Paulo se apoderó de la biblioteca del rey Perseo. Cayo Julio César, después de su estancia en Alejandría, concibió el sueño de tener su propia biblioteca, sueño truncado por lo puñales que se llevaron su vida. El proceso de fabricación del volumen era muy costoso, ya que para ello se debían elaborar los papiros que procedían de la médula de la planta con el mismo nombre cortada en tiras y puesta en remojo dos semanas, luego prensada y pulida para que no se corriese la tinta, empleándose el pergamino para ediciones muy costosas. En la «Historia natural» de Plinio el Viejo se narra el origen legendario del pergamino como resultado de un enfrentamiento entre Tolomeo de Egipto y Eumenes de Pérgamo, ya que Eumenes quería imitar la biblioteca de Alejandría del egipcio. Para evitarlo, Tolomeo cortó el suministro de papiro al griego, quien buscó otro material , utilizando en su lugar pieles de reses.

La publicación de un libro, bien fuese en papiro o pergamino, era un proceso muy costoso, conocido como «edere», «emittere» o «divulgare». El primer editor de Roma del que se tiene constancia fue Tito Pomponio Ático, amigo de Cicerón, quien pudo publicar sus obras gracias al editor. Ático tenía sus talleres en el Quirinal, donde libertos y esclavos griegos escribían y corregían las obras copiadas. Éstos se dividían en dos grupos: los «librarii», escribas especializados, alfabetizados y entrenados para copiar los textos normalmente en capital uncial sin signos de puntuación ni espacios, y con la misma letra de las inscripciones; y los «agnostae», los correctores que revisaban posibles errores. El volumen se escribía sólo por la cara interna reforzando el exterior para darle durabilidad. El precio de estos volúmenes era muy disimétrico, ya que no había un control de los mismos, siendo más caros los libros antiguos, por lo que el negocio de las falsificaciones comenzó ya en el siglo I. En el IV se reinventa el libro como un objeto de forma cuadrangular con varias hojas apiladas y cosidas. El códice, fundamentalmente de pergamino, permite la compilación y la codificación, así como la consulta de los textos litúrgicos o jurídicos con facilidad.

 

Colores y pan de oro

La caída del Imperio Romano trasladó la cultura laica a los monasterios, donde se copian obras latinas y griegas hasta el nacimiento de las universidades en el siglo XII. No solo se copiaban libros litúrgicos y obras religiosas, sino una gran variedad de textos incluyendo algunos sobre astronomía, herbarios y bestiarios. El libro manuscrito era un objeto artesanal, ya que requería la participación de escribas, correctores y miniadores que usaban pigmentos de distintos colores y pan de oro para decorar las letras capitales y realizar alguna ilustración. Famoso en Europa fue el miniaturista Godelcasco de la Abadía de Fulda, que produjo ejemplares tan valiosos como el «Evangeliario» de Lorsch. Y gran notoriedad alcanzaron en la Península Ibérica las copias ricamente decoradas del Apocalipsis y su comentario escrito por Beato de Liébana a finales del siglo VIII y realizadas en diferentes monasterios entre los siglos X al XIII. Actualmente existen copias de este texto en El Escorial, en el Museo diocesano de Urgell, en el monasterio de Osma, en el de San Andrés de Arroyo (Palencia) y también hay algunos ejemplares fuera de nuestras fronteras, como el «Beatus Magius» o de San Miguel de Escalada en la biblioteca Pierpont Morgan de Nueva York. Gran parte de los libros manuscritos medievales son de carácter suntuario.

Pero estos eran muy distintos entre sí. Las diferencias, de contenido y estilo decorativo, dependían fundamentalmente del destinatario de la obra. Los libros se hacían (y se hacen) siempre para un tipo concreto de lector. Nada tiene que ver el evangeliario ricamente miniado y con tapas de marfil o cuajadas de piedras preciosas, regalado por un emperador a un gran monasterio como símbolo de poder, con el de uso cotidiano, pequeño y sin decorar, de un monje misionero en las islas británicas. A partir de los siglos XII y XIII las universidades son productoras de textos, fundamentalmente, jurídicos. En la Baja Edad Media el libro es un signo de prestigio; así, reyes y aristócratas encargan sus propias bibliotecas y las reinas tenían sus propios volúmenes, fundamentalmente, «Libros de horas» ricamente decorados que favorecían la lectura silenciosa, como el de Isabel la Católica preservado en el Archivo de Palacio.

La imprenta sería una revolución. La técnica fue inventada primero en Renania hacia 1440 y extendida luego a Italia (1465) y al resto de Europa, y nace como artimaña para una falsificación. Al parecer, Gutenberg mantuvo inicialmente en secreto el descubrimiento para poder seguir vendiendo los libros que fabricaba haciéndolos pasar por manuscritos. Fuera éste el motivo o no, el secreto duró poco. En diez años, los tipógrafos adiestrados en sus talleres difundían la imprenta por toda Europa. Hacia 1510 la mayor parte de los libros hechos en Europa estaban ya impresos en papel. Con este fenómeno acaba el período medieval europeo. Sus libros, que ya no son manuscritos, ni miniados, ni de pergamino, se han convertido en los nuestros.

 


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