Desde el pasado 1 de enero Telefónica ya no tiene la obligación de mantenerlas. Hubo más de 100.000 en España. La compañía no sabe cuántas podrían seguir funcionando.
Adiós a la cabina de teléfono que ha formado parte de la geografía española durante décadas. Desde el 1 de enero las cabinas de Telefónica, porque son suyas, desaparecen. Lo harán poco a poco porque la compañía ya no tiene obligación de mantenerlas.
Según el diario El Mundo, en 1998 había en España casi 100.000 cabinas, y cuatro millones de línea de teléfono móvil. En el año 2000, 110.000 cabinas y 23 millones de teléfonos móviles. La penetración de éste en nuestro país, con mucha mayor repercusión que en otros países de la zona, ha hecho que el final de las cabinas se haya hecho efectivo. En el año 2005, había 43 millones de líneas de móvil y cerca de 80.000 cabinas de teléfono, casi un teléfono por cada ciudadano.
Qué pasará con las cabinas ahora
No se sabe. De las 14.824 cabinas de España, ni siquiera la compañía sabe cuántas funcionan aún. Es posible que sean almacenadas. Según datos de la compañía, en el año 2019 no se registró más de una llamada cada tres días desde cada una de las cabinas instaladas; en el año 2021 las llamadas eran una a la semana. Un dato de 0,17 llamadas al día.
Para José Ramón Iglesia, ingeniero de telecomunicaciones, miembro del Foro Histórico de las Telecomunicaciones, "asumimos que las cabinas españolas no son las rojas londinenses de fundición, que las nuestras son de aluminio y no tienen ese sabor, pero es importante que algunas se conserven, nuestro interés como historiadores es ese", explica.
A este tipo de nostalgia hay que recordar la historia del guionista David Linares, quien consiguió que Telefónica donara una cabina en un lugar destacado de Madrid como homenaje al director Antonio Mercero, autor de la película "La cabina", de 1972.
En Reino Unido las cabinas se reconvirtieron en lugares donde poner desfibriladores de uso público y para los servicios de emergencia. Se vendieron 6.500 cabinas para uso privado y otras se convirtieron en lugares de préstamos de libros o lugares para exponer arte.
El origen de la cabina de teléfonos
La necesidad de contactar con un médico en 1889, cuando William Gray, cuya mujer estaba enferma, no logró que nadie le permitiera usar su terminal de casa para pedir ayuda, así que impulsó la instalación de un teléfono en un banco cercano.
Al principio construyó oficinas con un teléfono y un operador, pero el método no funcionó, porque los gastos superaban los ingresos. Tras varias pruebas, en 1889 el primer teléfono público del mundo se instaló en un banco de Hartford (Connecticut). Fue un éxito, y se empezaron a instalar en establecimientos públicos, y en las principales calles de las ciudades.
Años después Gray fundó una compañía y en tres años había instalado más de 80.000 aparatos de teléfono de uso público.
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Pirata Oscar
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