GOLF | SOLHEIM CUP
La de Pamplona es la mejor golfista española de todos los tiempos, y su actuación en Finca Cortesín encumbra todavía más una carrera de leyenda. Es la sobrina del Cuco Ziganda.
El nombre de Carlota Ciganda se sienta en la mesa de otras pioneras del deporte español, como Blanca Fernández Ochoa, Arantxa Sánchez Vicario, Edurne Pasabán, Carolina Marín, o muchas otras que han derribado todo tipo de muros hasta convertirse en leyendas. En el caso de Carlota, nacida en Pamplona hace 33, ha traspasado infinidad de fronteras en el golf, una práctica en la que sólo un 23% de sus practicantes son mujeres. Para ello, la navarra, gran estrella estos días tras ser fundamental en el triunfo de Europa en la Solheim Cup, tuvo que elegir entre los tres deportes que practicaba, todos ellos a un gran nivel, de pequeña: golf, pelota vasca o fútbol.
Criada en el valle de Ulzama, a 20 minutos de la capital de Navarra, creció en una familia repleta de apasionados por el fútbol. Empezando por su tío, José Ángel ‘Cuco’ Ziganda, que entre Athletic de Bilbao y Osasuna acumuló 13 temporadas y 152 goles en la élite del balompié español. Su padre, Jesús, quien no perdió ojo a las rondas de su hija en Finca Cortesín (Casares, Málaga), fue jugador y entrenador de equipos aficionados, y su hermano llegó a jugar en Tercera División. De pequeña, Carlota siguió los pasos familiares, y destacó en un equipo de fútbol sala en el que era la única chica. “Se me daba bien”, recordó hace un tiempo la golfista.
Pero el golf fue lo que cautivó a una pequeña Carlota, que decidió aparcar el resto de deportes para perseguir su sueño de ser golfista profesional. En aquel momento, Marta Figueras-Dotti era la única jugadora nacional que había conseguido destacar en el panorama internacional, con un triunfo en el LPGA (circuito estadounidense) y tres en el LET (circuito europeo). Con escasas referentes y no demasiadas facilidades, Ciganda se fue abriendo hueco a lo grande: ganó prácticamente todo en categorías inferiores, debutó en un torneo profesional, el Tenerife Ladies Open, con tan solo 14 años, y en 2007 conquistó el British Open Amateur, llevándose la final ante la sueca Anna Nordqvist (con la que ha compartido sus seis Solheim) y confirmándose como un proyecto de futuro muy a tener en cuenta. Llamó la atención de la Universidad de Arizona State, a la que años más tarde fue Jon Rahm, y allí continuó desarrollándose y sumando grandes éxitos, como un tercer puesto en el Tenerife Ladies Open de 2008, siendo todavía menor de edad, o dos triunfos consecutivos en su conferencia universitaria, primera de siempre que lo lograba.
En 2011 decidió dar el salto a profesional, y enseguida se ganó una tarjeta para el Ladies European Tour. Su primera temporada completa en el circuito europeo fue estratosférico: ganó el premio a Rookie del Año y también la Orden de Mérito, además de dos torneos. Se asentó rápidamente en la élite, y eso le hizo ser una fija en los majors y también en la Solheim Cup. En 2013 debutó en el torneo bienial que enfrenta a Europa y Estados Unidos. Lo hizo por todo lo alto en Colorado: se apuntó los tres puntos que disputó y fue crucial para que el equipo europeo ganase por primera vez en su historia en suelo rival. Sí que es cierto que en los majors le costó algo arrancar y había más españolas, especialmente Azahara Muñoz y Beatriz Recari, pero la carrera de Carlota se ha basado en la constancia. Ahora tiene sus frutos.
Fue tercera en el US Open de 2018, su mejor resultado en majors y el cual ha repetido en otras tres ocasiones, el último de ellos este mismo año en el PGA Championship, con una ronda final sublime que casi le da el primer grande de su vida. Antes, en 2016, habían llegado sus dos y únicas victorias en el LPGA. Otra barrera derribada por ella fue en marzo de 2019, cuando logró ser la primera golfista española de siempre que se metía en el top-10 del ranking mundial. Ya era una más en la élite. Mientras tanto, seguía formando parte de éxitos europeos en la Solheim Cup, el torneo que siempre ha dicho que es el que más le ilusiona y en el que ya es historia del mismo gracias a una épica actuación en Finca Cortesín, en casa, con cuatro triunfos de cuatro y el punto decisivo. Queda la barrera de ser la primera española en ganar un major, y a sus 33 años no lo ve lejos. “Estoy cerca, lo voy a seguir intentando y ojalá pueda llegar ese grande para España”, contó Ciganda a AS antes de la Solheim. Pase lo que pase, ya se ha ganado ser recordada siempre como una figura clave del deporte femenino español.
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