Esta semana VOLVEMOS
con otro artículo de TECNOLOGÍA donde sabremos Llegan las ecociudades: urbes que respetan el medio ambiente toca saber más de lo ecociudades y como van a ser se viene grandes cambios en estas ciudades y no esta muy lejano.
Llegan las ecociudades: urbes que respetan el medio ambiente
Tecnología
Existen decenas de ciudades embarcadas en la carrera por convertirse en las más ecológicas del mundo. Estas son algunas de las ecociudades más adelantadas de Europa, Asia, Oceanía y América.
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¿Qué es una ciudad sostenible?
1.Consume la menor cantidad posible de energía por habitante.
2. Registra niveles mínimos de CO2 y partículas suspendidas en el aire, aguas poco contaminadas y baja polución natural.
3. Mantiene estrictas políticas medioambientales y energéticas en la construcción, el transporte y la industria.
Copenhague: la ciudad de las bicicletas
Suele ser Ámsterdam la ciudad que se asocia con las bicicletas, pero fue Copenhague la primera que popularizó este medio de transporte. “Es un espejo para las demás ciudades”, afirma José María Ezquiaga, arquitecto y Premio Europeo de Urbanismo. La capital danesa se erige en una de las más verdes del planeta, gracias, en parte, a los altos estándares de eficiencia energética de sus edificios.
Para 2050, esta urbe se ha marcado el objetivo de convertirse en el primer centro urbano en ser neutro en sus emisiones de dióxido de carbono: la energía que utilice se producirá y compensará con sistemas renovables y, como resultado, ofrecerá un balance final cero en emisiones de gases de efecto invernadero.
Otro de sus propósitos es conseguir que el 50 % de sus habitantes use la bicicleta para ir al trabajo o a clase, y superar así la cifra del 36 % registrada en 2009. Junto a la bici, Copenhague dispone de una extensa red de transporte público, de tal forma que sus ciudadanos viven a menos de 350 metros de una de las paradas de metro, autobús o tren.
Para hacer frente al aumento de su población, la ciudad ha ido construyendo edificios en solares abandonados. “Está creciendo mucho desde el punto de vista inmobiliario, pero de forma correcta, en áreas portuarias”, aduce Ezquiaga.
Es el caso de Nordhavnen, un nuevo barrio en construcción distribuido en pequeños islotes alrededor de la línea costera. Sigue los más altos estándares de eficiencia energética y sostenibilidad.
De forma similar a otras ciudades escandinavas, Copenhague también utiliza un sistema de calefacción urbana limpia, que cubre las necesidades del 98 % de la población. En su caso, un tercio de este calor se genera por la incineración de residuos y biomasa.
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Medellín: Un cambio de cara
La segunda ciudad colombiana más poblada –cerca de cuatro millones de personas–, solo superada por Bogotá, está consiguiendo dejar atrás la lacra del narcotráfico gracias a numerosas iniciativas sociales asentadas en la sostenibilidad. “Durante años, Medellín ha trabajado intensamente en inclusión social, para convertirse en un espacio cada vez más compartido por todos los sectores”, explica John Fredy López Pérez, profesor de la Facultad de Ingenierías de la Universidad de Medellín.
Se trata de la única urbe de Colombia que cuenta con servicio de metro, integrado con teleféricos públicos –Metrocable–, además de autobuses y bicicletas, y se trabaja en un futuro tranvía. “Llevan doce años esforzándose en corregir las desigualdades, fomentando el uso del transporte público, como los teleféricos que conectan los barrios más alejados con el metro, para llegar al centro urbano”, nos resume el urbanista José María Ezquiaga.
También se halla en marcha un proyecto para recuperar la calidad hídrica y paisajística del río Medellín, que la atraviesa de sur a norte. “La irrupción del narcotráfico en todo el país en los años 70 generó una coyuntura muy violenta para esta ciudad, que se tradujo en muertes, atentados terroristas, secuestros y una inseguridad muy pronunciada hasta principios de este siglo”, se lamenta el ingeniero López Pérez.
Sin embargo, este experto añade que “la última década ha significado la progresiva superación de los estigmas del narcotráfico y su consolidación como urbe que tiene la capacidad de generar soluciones innovadoras para sus problemas”. Como retos, Medellín tiene por delante erradicar las infraviviendas, las desigualdades sociales y la delincuencia.

Nueva Orleans: liderada por estrellas
La cuna del jazz fue devastada por el huracán Katrina en 2005. La mitad de la población se vio obligada a abandonar lo poco que quedó de sus casas, y hoy, diez años después, todavía quedan huellas del drama que se vivió. En 2007, en este ambiente desolado, surgió la iniciativa Make It Right –Arréglalo–, liderada por el actor Brad Pitt.
El actor viajó a uno de los barrios más sacudidos por el huracán –la parte baja del Distrito 9– dos años después de la catástrofe y, en vista de que no había nada reconstruido, puso en marcha este proyecto para construir viviendas seguras y sostenibles en la zona más golpeada de la ciudad. Veintiún arquitectos diseñaron los hogares verdes, siguiendo unos principios que podían reproducirse en cualquier lugar y a bajo coste.
Los propios vecinos se reunieron con Pitt y el equipo de arquitectos para informarles sobre sus necesidades y ayudar en el diseño de sus casas. Sentados los objetivos, se empezó a recaudar fondos, y en 2008 se entregaron las primeras llaves, con el apoyo del expresidente Bill Clinton y su Iniciativa Global.
“Make It Right construye casas, edificios y comunidades para gente que lo necesita”, apuntan en su página web. Además de seguir ayudando a los vecinos de Nueva Orleans, el proyecto se ha extendido a Newark (Nueva Jersey), para levantar un edificio de apartamentos para veteranos de guerra con discapacidad; a Kansas City (Misuri), para ayudar a una comunidad arruinada; y a la Reserva de Fort Peck (Montana), donde construyen casas a los indios nativos americanos.

Estocolmo: vida al aire libre
Llama la atención cómo los holmienses se echan a las calles a practicar deporte en cuanto finaliza su jornada laboral, haga frío, llueva o nieve. El 68 % de su población acude al trabajo a pie o en bicicleta, según el Índice Ciudad Verde de Siemens. Y el 95 % vive a menos de trescientos metros de algún parque.
Las emisiones de gases de efecto invernadero se han reducido un 25 % desde 1990, los autobuses funcionan con energías renovables y se ha incorporado el tranvía como forma de transporte. Todas estas medidas propiciaron que esta ciudad sueca se convirtiera en Capital Verde Europea en 2010, la primera en recibir este galardón. Para 2050, se ha propuesto conseguir la independencia completa de los combustibles fósiles.
Asimismo, ha implantado medidas muy estrictas para reducir la contaminación acústica, y entre sus grandes logros ecológicos cabe citar el sistema de calefacción urbana, similar al que funciona en Copenhague. Hablamos de un proyecto iniciado hace medio siglo con el que se ha logrado abastecer al 80 % de sus vecinos. Consiste en producir calor y distribuirlo por una red urbana. Cuenta con cuatro plantas generadoras, en las que la energía proviene de la biomasa, desechos utilizados como combustible y calor residual.

Nantes: ejemplo de solidaridad
Situada a las orillas del río Loira, esta ciudad francesa resulta un destacable ejemplo de solidaridad. El 25 % de sus hogares es de protección social, y todos los vecinos gozan de servicios públicos como el transporte, la gestión de residuos o el abastecimiento energético, con independencia de su nivel de ingresos. Los servicios de la capital del departamento de Loira Atlántico son diseñados de forma que incentivan la cohesión, como los huertos familiares comunales, el compostaje colectivo y los sistemas de calefacción que utilizan energías renovables.
Además, Nantes ha conseguido reducir la expansión urbana y ha conservado más de 15.000 hectáreas de espacios naturales y agrícolas. Cuenta con casi un centenar de jardines y 250 kilómetros de vías navegables que unen la urbe con el campo, una forma de preservar la flora y la fauna que prospera en los alrededores.
Todos sus habitantes viven a menos de trescientos metros de zonas verdes y se calcula que, en el casco urbano, existen más de 100.000 árboles. Por todo ello, se convirtió en Capital Verde Europea en 2013. Asimismo, se restauran viejas construcciones y se les dan nuevos usos y funciones. Es el caso de la isla ubicada en la ciudad.
El emplazamiento era usado por el puerto y los astilleros, hasta que fueron abandonados. En su lugar se ha levantado un ecobarrio, equipado con viviendas, jardines, espacios de ocio y tiendas respetuosas con el medio ambiente. Las autoridades calculan que podrán vivir en él unas 20.000 personas.
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Friburgo de Brisgovia: cuna de la ecología
L a cuarta urbe más grande de Baden-Wurtemberg (Alemania) es una de las cunas del movimiento ecologista. Su Ayuntamiento abogó por la energía solar frente a la atómica en 1986, después de la tragedia de Chernóbil. En 1997, fue de los primeros del mundo en implantar los contenedores para basura orgánica, y hoy transforma los residuos orgánicos en biogás, que usa para producir energía térmica y eléctrica. La ciudad tiene unos 420 km de carril bici y solo 423 turismos por cada mil habitantes. Su meta es reducir las emisiones de CO2 un 40 % para 2030.
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Reikiavik: potencial energético natural
Su emplazamiento sobre la dorsal mesoatlántica convierte a Islandia en una de las zonas tectónicamente más activas del mundo. Sus más de doscientos volcanes, manantiales y géiseres son prueba de ello. Aprovechando el potencial energético de su naturaleza, la isla cuenta con cinco centrales geotérmicas que producen electricidad y agua caliente para abastecer de calefacción a todo el país.
La red de calefacción urbana empezó a desarrollarse en 1930, con la instalación de un sistema en la escuela Austurbaejarskoli, en la capital, Reikiavik, que usaba conductos de tres kilómetros para abastecerla de calor. Hoy, este método abastece a más del 90 % de los hogares islandeses.
En 2011, el 84 % de la energía primaria usada en este país se creó en plantas de energía renovable –el 66 % era geotermal–. A la geotermia se suma la energía hidroeléctrica, que aprovecha la fuerza de las numerosas cascadas, lagos y manantiales que inundan el país.
Copenhague: la ciudad de las bicicletas
Suele ser Ámsterdam la ciudad que se asocia con las bicicletas, pero fue Copenhague la primera que popularizó este medio de transporte. “Es un espejo para las demás ciudades”, afirma José María Ezquiaga, arquitecto y Premio Europeo de Urbanismo. La capital danesa se erige en una de las más verdes del planeta, gracias, en parte, a los altos estándares de eficiencia energética de sus edificios.
Para 2050, esta urbe se ha marcado el objetivo de convertirse en el primer centro urbano en ser neutro en sus emisiones de dióxido de carbono: la energía que utilice se producirá y compensará con sistemas renovables y, como resultado, ofrecerá un balance final cero en emisiones de gases de efecto invernadero.
Otro de sus propósitos es conseguir que el 50 % de sus habitantes use la bicicleta para ir al trabajo o a clase, y superar así la cifra del 36 % registrada en 2009. Junto a la bici, Copenhague dispone de una extensa red de transporte público, de tal forma que sus ciudadanos viven a menos de 350 metros de una de las paradas de metro, autobús o tren.
Para hacer frente al aumento de su población, la ciudad ha ido construyendo edificios en solares abandonados. “Está creciendo mucho desde el punto de vista inmobiliario, pero de forma correcta, en áreas portuarias”, aduce Ezquiaga.
Es el caso de Nordhavnen, un nuevo barrio en construcción distribuido en pequeños islotes alrededor de la línea costera. Sigue los más altos estándares de eficiencia energética y sostenibilidad.
De forma similar a otras ciudades escandinavas, Copenhague también utiliza un sistema de calefacción urbana limpia, que cubre las necesidades del 98 % de la población. En su caso, un tercio de este calor se genera por la incineración de residuos y biomasa.
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Medellín: Un cambio de cara
La segunda ciudad colombiana más poblada –cerca de cuatro millones de personas–, solo superada por Bogotá, está consiguiendo dejar atrás la lacra del narcotráfico gracias a numerosas iniciativas sociales asentadas en la sostenibilidad. “Durante años, Medellín ha trabajado intensamente en inclusión social, para convertirse en un espacio cada vez más compartido por todos los sectores”, explica John Fredy López Pérez, profesor de la Facultad de Ingenierías de la Universidad de Medellín.
Se trata de la única urbe de Colombia que cuenta con servicio de metro, integrado con teleféricos públicos –Metrocable–, además de autobuses y bicicletas, y se trabaja en un futuro tranvía. “Llevan doce años esforzándose en corregir las desigualdades, fomentando el uso del transporte público, como los teleféricos que conectan los barrios más alejados con el metro, para llegar al centro urbano”, nos resume el urbanista José María Ezquiaga.
También se halla en marcha un proyecto para recuperar la calidad hídrica y paisajística del río Medellín, que la atraviesa de sur a norte. “La irrupción del narcotráfico en todo el país en los años 70 generó una coyuntura muy violenta para esta ciudad, que se tradujo en muertes, atentados terroristas, secuestros y una inseguridad muy pronunciada hasta principios de este siglo”, se lamenta el ingeniero López Pérez.
Sin embargo, este experto añade que “la última década ha significado la progresiva superación de los estigmas del narcotráfico y su consolidación como urbe que tiene la capacidad de generar soluciones innovadoras para sus problemas”. Como retos, Medellín tiene por delante erradicar las infraviviendas, las desigualdades sociales y la delincuencia.
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Nueva Orleans: liderada por estrellas
La cuna del jazz fue devastada por el huracán Katrina en 2005. La mitad de la población se vio obligada a abandonar lo poco que quedó de sus casas, y hoy, diez años después, todavía quedan huellas del drama que se vivió. En 2007, en este ambiente desolado, surgió la iniciativa Make It Right –Arréglalo–, liderada por el actor Brad Pitt.
El actor viajó a uno de los barrios más sacudidos por el huracán –la parte baja del Distrito 9– dos años después de la catástrofe y, en vista de que no había nada reconstruido, puso en marcha este proyecto para construir viviendas seguras y sostenibles en la zona más golpeada de la ciudad. Veintiún arquitectos diseñaron los hogares verdes, siguiendo unos principios que podían reproducirse en cualquier lugar y a bajo coste.
Los propios vecinos se reunieron con Pitt y el equipo de arquitectos para informarles sobre sus necesidades y ayudar en el diseño de sus casas. Sentados los objetivos, se empezó a recaudar fondos, y en 2008 se entregaron las primeras llaves, con el apoyo del expresidente Bill Clinton y su Iniciativa Global.
“Make It Right construye casas, edificios y comunidades para gente que lo necesita”, apuntan en su página web. Además de seguir ayudando a los vecinos de Nueva Orleans, el proyecto se ha extendido a Newark (Nueva Jersey), para levantar un edificio de apartamentos para veteranos de guerra con discapacidad; a Kansas City (Misuri), para ayudar a una comunidad arruinada; y a la Reserva de Fort Peck (Montana), donde construyen casas a los indios nativos americanos.
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Estocolmo: vida al aire libre
Llama la atención cómo los holmienses se echan a las calles a practicar deporte en cuanto finaliza su jornada laboral, haga frío, llueva o nieve. El 68 % de su población acude al trabajo a pie o en bicicleta, según el Índice Ciudad Verde de Siemens. Y el 95 % vive a menos de trescientos metros de algún parque.
Las emisiones de gases de efecto invernadero se han reducido un 25 % desde 1990, los autobuses funcionan con energías renovables y se ha incorporado el tranvía como forma de transporte. Todas estas medidas propiciaron que esta ciudad sueca se convirtiera en Capital Verde Europea en 2010, la primera en recibir este galardón. Para 2050, se ha propuesto conseguir la independencia completa de los combustibles fósiles.
Asimismo, ha implantado medidas muy estrictas para reducir la contaminación acústica, y entre sus grandes logros ecológicos cabe citar el sistema de calefacción urbana, similar al que funciona en Copenhague. Hablamos de un proyecto iniciado hace medio siglo con el que se ha logrado abastecer al 80 % de sus vecinos. Consiste en producir calor y distribuirlo por una red urbana. Cuenta con cuatro plantas generadoras, en las que la energía proviene de la biomasa, desechos utilizados como combustible y calor residual.
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Nantes: ejemplo de solidaridad
Situada a las orillas del río Loira, esta ciudad francesa resulta un destacable ejemplo de solidaridad. El 25 % de sus hogares es de protección social, y todos los vecinos gozan de servicios públicos como el transporte, la gestión de residuos o el abastecimiento energético, con independencia de su nivel de ingresos. Los servicios de la capital del departamento de Loira Atlántico son diseñados de forma que incentivan la cohesión, como los huertos familiares comunales, el compostaje colectivo y los sistemas de calefacción que utilizan energías renovables.
Además, Nantes ha conseguido reducir la expansión urbana y ha conservado más de 15.000 hectáreas de espacios naturales y agrícolas. Cuenta con casi un centenar de jardines y 250 kilómetros de vías navegables que unen la urbe con el campo, una forma de preservar la flora y la fauna que prospera en los alrededores.
Todos sus habitantes viven a menos de trescientos metros de zonas verdes y se calcula que, en el casco urbano, existen más de 100.000 árboles. Por todo ello, se convirtió en Capital Verde Europea en 2013. Asimismo, se restauran viejas construcciones y se les dan nuevos usos y funciones. Es el caso de la isla ubicada en la ciudad.
El emplazamiento era usado por el puerto y los astilleros, hasta que fueron abandonados. En su lugar se ha levantado un ecobarrio, equipado con viviendas, jardines, espacios de ocio y tiendas respetuosas con el medio ambiente. Las autoridades calculan que podrán vivir en él unas 20.000 personas.
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Friburgo de Brisgovia: cuna de la ecología
L a cuarta urbe más grande de Baden-Wurtemberg (Alemania) es una de las cunas del movimiento ecologista. Su Ayuntamiento abogó por la energía solar frente a la atómica en 1986, después de la tragedia de Chernóbil. En 1997, fue de los primeros del mundo en implantar los contenedores para basura orgánica, y hoy transforma los residuos orgánicos en biogás, que usa para producir energía térmica y eléctrica. La ciudad tiene unos 420 km de carril bici y solo 423 turismos por cada mil habitantes. Su meta es reducir las emisiones de CO2 un 40 % para 2030.
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Reikiavik: potencial energético natural
Su emplazamiento sobre la dorsal mesoatlántica convierte a Islandia en una de las zonas tectónicamente más activas del mundo. Sus más de doscientos volcanes, manantiales y géiseres son prueba de ello. Aprovechando el potencial energético de su naturaleza, la isla cuenta con cinco centrales geotérmicas que producen electricidad y agua caliente para abastecer de calefacción a todo el país.
La red de calefacción urbana empezó a desarrollarse en 1930, con la instalación de un sistema en la escuela Austurbaejarskoli, en la capital, Reikiavik, que usaba conductos de tres kilómetros para abastecerla de calor. Hoy, este método abastece a más del 90 % de los hogares islandeses.
En 2011, el 84 % de la energía primaria usada en este país se creó en plantas de energía renovable –el 66 % era geotermal–. A la geotermia se suma la energía hidroeléctrica, que aprovecha la fuerza de las numerosas cascadas, lagos y manantiales que inundan el país.
También está el hidrógeno, porque Reikiavik dispone de una flota de autobuses que funcionan con pilas de combustible de este elemento químico, producido íntegramente con energías renovables. Se origina mediante electrólisis, que descompone el agua en hidrógeno y oxígeno. Esta energía verde autóctona, a muy bajo coste, se está convirtiendo en un poderoso atractivo para que innovadores y emprendedores de todo el mundo elijan asentarse en la capital islandesa como base para sus start-ups.
Además, Reikiavik se funde completamente con la naturaleza. Tanto es así que, en los tres ríos que la atraviesan, se pueden pescar salmones y truchas; cuenta con frondosos bosques dentro del término municipal e, incluso, una montaña de 914 metros –el monte Esja–. Y todo ello sin olvidar la playa térmica Nauthólsvík, a solo unos kilómetros del casco urbano.

Curitiba: expansión urbana calculada
Si hay una ciudad verde en Latinoamérica que destaca sobre las demás, es la brasileña Curitiba. Situada en el sur del país, desarrolló un plan general de urbanismo en los 60 que ha sido fundamental para su correcta ordenación urbana y sostenibilidad.
El objetivo principal fue mejorar la calidad de vida de sus habitantes, y, para ello, se cambió la estructura radial de expansión urbana por una lineal, en la que se integraban el transporte, la red vial y el uso del suelo. También se preservó el centro histórico, descongestionando el tráfico, y se contuvo a la población dentro de sus límites físico-territoriales, garantizando los equipamientos de toda la zona urbana, que se acerca a los dos millones de habitantes.
“Hoy dispone de líneas de autobús exprés con estaciones elevadas que sustituyen al metro”, indica Ezquiaga. Este sistema de autobús de tránsito rápido fue pionero en el mundo y forma la red integrada de transporte de la ciudad, que se extiende a otras localidades cercanas. Su buen funcionamiento permite que la calidad del aire sea excelente. Además, desde 2009, las autoridades locales realizan un estudio para medir las emisiones de CO2 y averiguar las tasas de este que absorben las zonas verdes urbanas.
La compañía estatal encargada de los recursos hídricos de Curitiba ha extendido sus servicios y alcantarillado a 1.790 hogares del asentamiento Vila Zumbi dos Palmares, situado a las orillas de una de las principales fuentes de abastecimiento de agua de la ciudad. Así, se reduce la contaminación hídrica y se abastece de forma legal a esta comunidad desfavorecida.

Bogotá: urbe verde
Situada a 2.630 metros de altitud sobre el nivel del mar, la capital colombiana está consiguiendo, poco a poco, dejar atrás sus graves problemas con el narcotráfico y la delincuencia y está centrando sus esfuerzos en ser la urbe latinoamericana más verde. En la última década, ha cambiado los tradicionales autobuses alimentados con combustibles fósiles por una nueva flota que funciona con gas natural. También ha puesto en marcha los taxis eléctricos, que se mueven con baterías internas recargables y tienen una autonomía de 250 kilómetros.
Iniciativas como Mejor en bici o La ciudad verde animan a los vecinos a utilizar las dos ruedas para desplazarse y, de paso, promueven la conciencia ecológica en las principales urbes del país. En la misma línea, todos los domingos por la mañana se celebra la Ciclovía: se cortan las principales calles para que un millón de personas salgan a practicar ciclismo y otros tipos de actividad física de forma segura, en un circuito de más de 121 kilómetros de longitud.
En lo que se refiere a recursos naturales, el Ayuntamiento ha lanzado una campaña para proteger y descontaminar sus catorce humedales. Asimismo, las autoridades locales acaban de firmar un acuerdo que pretende mejorar la calidad del agua del río Bogotá.
Para monitorizar y analizar la puesta en marcha de todas estas medidas, la ciudad cuenta con el Observatorio Ambiental de Bogotá, un portal abierto a toda la ciudadanía que sigue la filosofía del open data: en él se puede opinar sobre los indicadores publicados e incluso aportar información o imágenes.
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Seattle: calidad del agua
“La ciudad más grande del estado de Washington fue pionera en monitorizar la calidad de sus aguas”, recuerda Ezquiaga. Hoy, este control lo ha extendido al seguimiento de los índices de contaminación y se propone, para 2050, ser neutra en sus emisiones de CO2. Para ello, el Ayuntamiento de Seattle ha lanzado un ambicioso Plan de Acción por el Clima.
“El sector del transporte es responsable del 40 % de las emisiones de gases de efecto invernadero de esta ciudad, pero el mayor desafío al que se enfrenta para reducirlas es la financiación”, afirman desde la administración local. Por eso, el plan contempla impuestos para los vehículos a motor, entre otras medidas.
La ciudad también se propone la estrategia de basura cero para conseguir reciclar un 70 % de sus desechos en 2025. Las guías telefónicas que cada vez se usan menos se han convertido en un objetivo a eliminar por el Ayuntamiento, al igual que las bolsas de plástico e, incluso, las alfombras usadas arrojadas a la basura, que sumaron 14.000 toneladas en sus vertederos en 2004.
El objetivo es empezar a fabricarlas con materiales reciclados. Además, las autoridades barajan una medida polémica: multar a los vecinos que no separen los restos orgánicos del resto de la basura.
En cuanto a la comida, se basa en alimentos producidos a nivel local, para potenciar la economía interna. Que sea saludable y accesible a todos es otra de las metas perseguidas por los políticos de Seattle.
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Hamburgo: bosques y parques
Sorprende que, a pocos kilómetros de las naves industriales, muelles y grúas que componen su gran puerto, vivan esbeltas grullas y otras aves autóctonas. Esta ciudad alemana ha conseguido integrar su poderío industrial con el respeto al medio ambiente. Por poner un ejemplo, si el puerto ocupa unos 74 kilómetros cuadrados, la ciudad ha reservado más de doscientos para zonas verdes, incluidas las marismas de las islas del río Elba. Un 16,7 % de su espacio urbano está ocupado por bosques y parques.
Por iniciativas de este tipo, obtuvo el galardón de Capital Verde Europea en 2011. El medio ambiente preocupa a ciudadanos, autoridades y también a empresas privadas, que invierten cada año alrededor de 45,8 millones de euros en medidas para protegerlo. Por ejemplo, mediante el programa Empresas por la Protección de los Recursos, por cada euro que invierte el Gobierno local, las compañías participantes aportan diez de forma voluntaria.
Para 2020, la ciudad quiere reducir sus emisiones de CO2 un 40 %, y un 80 % para 2050. En esa línea, cuenta con una flota de autobuses propulsados por hidrógeno a través de células de combustible. El transporte público es prioritario en la ciudad y, por eso, casi el 100 % de los vecinos tienen paradas a menos de 300 m de sus hogares.
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San Francisco: pionera en reciclaje entre las ecociudades
Casi tan elevado como sus colinas es el índice de reciclaje municipal que han conseguido los habitantes de esta ciudad de la costa oeste norteamericana: un 77 %, el más de alto de Estados Unidos y Canadá, según el Índice Siemens. En 2009, la ciudad se convirtió en la primera de su país en requerir a todos los residentes y empresas que clasificaran los residuos y el material de compost a partir de la basura normal.
“La gente se siente responsable a la hora de promover y vivir de acuerdo a prácticas sostenibles, y esta filosofía ha animado a negocios y organizaciones a querer ser líderes en sostenibilidad”, destaca Hana Böttger, profesora de Arquitectura en la Universidad de San Francisco.
La ciudad ha sido pionera en promover acuerdos verdes con el sector privado, como préstamos de bajo coste para propietarios que quieran hacer mejoras relacionadas con la sostenibilidad de sus hogares.
En empresas con más de veinte empleados, los trabajadores que viajan en transporte público reciben incentivos económicos. Y en las construcciones de mayor tamaño, las autoridades locales realizan cada cinco años auditorías que revisan la eficiencia energética.
Con estas medidas, el Ayuntamiento sanfranciscano calcula que el consumo de energía se reducirá a la mitad dentro de dos décadas. “Además, hay una conciencia general sobre los beneficios que puede reportar en nuestras actividades la reducción de la huella del carbono. Por eso, se valoran mucho los bienes y servicios de fabricación local”, asevera Böttger.
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Vancouver: fuentes renovables
Ubicada en la costa oeste de Canadá, cuenta con la red de transporte público más larga de Norteamérica, el SkyTrain, un metro ligero de 68,7 kilómetros de longitud. La electricidad que consume se genera en la vecina Columbia Británica, y el 93 % de ella procede de fuentes renovables.
La ciudad se ha fijado como objetivo ser la más ecológica del mundo. Ha puesto en marcha un ambicioso plan que ya ha logrado avances destacables. Así, en 2020 quieren que los trabajos verdes doblen la cifra de 2010 –de momento, han logrado un incremento del 19 %–.
También se proponen reducir la cifra de gases de efecto invernadero un 33 % respecto a la registrada en 2007, y han conseguido bajarla un 6 %. En la construcción de edificios, la meta está en ser neutros en emisiones contaminantes, y de momento han logrado reducirlas un 3 %. En los desplazamientos, quieren que la mitad de la población se mueva a pie, en bicicleta o en transporte público –por ahora, han conseguido que la cifra suba un 4 %–.
Además, aspiran a que los residuos que van a los vertederos o que son incinerados se reduzcan un 50 % respecto a la cifra de 2008 –ya han logrado una reducción del 12 %–. En cuanto a los recursos naturales, la idea es que, en 2020, se hayan plantado 150.000 árboles nuevos. También pretenden aumentar los mercados y huertos locales un 50 % respecto a los niveles de 2010 –ya van por el 30 %–.
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