Manuel Huerga dirige esta película que puede verse como un intento de aligerar la culpa de Jordi Pujol en vísperas de su próximo juicio, que se celebrará en noviembre de 2025.
Manuel Huerga no hacía cine desde Salvador (Puig Antich), película estrenada en 2006, con la que Parenostre guarda algunos paralelismos que quizás no sean del todo involuntarios.
En este biopic del que fue presidente de la Generalitat de Catalunya, se le puede ver de joven torturado en una comisaría franquista, un hecho histórico que, sin embargo, nos sitúa en la creencia fuertemente arraigada de que “los políticos de derechas catalanes no son lo mismo que los políticos de derechas de Madrid”, tal y como alguien me sintetizó en una ocasión. Ahí está todo.
PARENOSTRE. Tráiler final (VOSE).
16 de abril en cines.
La ya fallecida Marta Ferrusola, más mala mujer que “aixó es una dona”, aparece a su vez como una madre obsesionada con “el futuro” de sus hijos, más allá de cualquier otra consideración, como si también estuviera ahí para aligerar la culpa de su marido.
Más allá de ceñirse a la tesis de un Pujol centrado en salvar a la patria, rodeado de un séquito de irresponsables, la película no aporta gran cosa a lo que ya sabíamos. Apenas si nos introduce en el ático de General Mitre donde confluyen la imagen pretendidamente austera del dinero viejo y el nuevorriquismo hortera de Jordi Pujol Jr, materializado en un Ferrari aparcado en la acera.

Entre el ingenio y la parodia
Parenostre tiene la forma de un telefilm de qualité que viene envuelto en nostalgia de Arsenal, el programa con el que Manuel Huerga revolucionó la televisión, y es bastante menos irónica de lo que parecía indicar el título.
Hay algunas soluciones visuales ingeniosas, como las llamadas de teléfono, filmadas en un solo plano; algunos juegos de iluminación, un último metaplano, así como momentos que parecen directamente salidos del programa Polònia, como cuando muestra la fogosa relación de Jordi Pujol Jr (Pere Arquillué) y su amante, Victoria Álvarez (Silvia Abril) después de todo el lío de las escuchas de La Camarga. En la misma línea, está graciosa la aparición de Alberto San Juan en la piel de ese monarca que siempre recordaremos con una máquina de contar billetitos.
Aunque la mayor baza de Parenostre reside en confiar los roles principales a dos tótems del teatro catalán como Josep María Pou y Carme Sansa. Pero ahí también la diferencia de estatura nos recuerda la distancia entre realidad y ficción interesada. Pou, sin embargo, es una sabia elección, lleva incorporado el carisma que siempre distinguió Pujol, cautivando a propios y extraños, aunque la película prefiere acentuar la idea de un president penitente, atormentado por la culpa, antes que aventurarse con el intelectual.
Por muchas vueltas que se le dé, cuesta encontrarle a Parenostre otra motivación que la de aligerar la culpa de Jordi Pujol en vísperas de su próximo juicio. Ojalá tenga un juicio justo, porque la película no lo parece tanto.
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ENCONTRADO EN LA PÁGINA
OFICIAL DEL PERIÓDICO 20
MINUTOS EN LA SECCIÓN DE
CINE DE CINEMANÍA Y TRÁILER
DE PARENOSTRE DEL CANAL
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