CINE
El intérprete británico, ganador de dos premios Oscar y nominado en cinco décadas diferentes, ha trabajado en más de 160 filmes.
Tiene 90 años y asegura que empezó con tan solo 3 en el mundo del cine. Sir Michael Caine, el actor británico y dos veces ganador del Oscar, ha decidido retirarse de la actuación tras el estreno de su última película. Hace unas semanas anticipaba a The Telegraph los primeros retazos de su jubilación: “ya tengo unos malditos 90 años y no puedo caminar correctamente y esas cosas; de algún modo ya estoy retirado”. Este margen dubitativo ha desaparecido en una entrevista que dio a la BBC escasos días atrás, donde convirtió la antena de la emisora en la encargada de confirmar un rumor que ha granjeado el orgullo y la pena de los cinéfilos: “sigo diciendo que me voy a retirar. Bueno, ahora lo haré”.
El último gran abordaje de claqueta de Caine es The Great Escaper, filme que protagoniza con Glenda Jackson, quien falleció a principios de verano, poco después de poner punto y final al rodaje. No es sencillo, y pocas veces resulta justo, valorar la película que significa el final de semejante trayectoria. Esta cinta, basada en hechos reales, cuenta la historia de un veterano de la Segunda Guerra Mundial que escapa de una residencia con el único objetivo de asistir a las celebraciones del aniversario del Día D en Francia, evento que imagina con la visión de aquel que recuerda con ‘peros’ y señales el desembarco que cambió el rumbo de la contienda.
Del Londres de entreguerras al Hollywood del siglo XXI
Lo cierto es que su dilatada carrera empezó hace 70 años y no a la inocente e infantil edad que el intérprete apunta. Pero incluso ahí también se encierra una bonita historia, cimentada sobre los recuerdos de aquel Reino Unido de entreguerras. Maurice Joseph Micklewhite Jr. nació un 14 de marzo de 1933 en Londres, Inglaterra, y de su barrio natal heredó un curioso acento cockney que, a la postre, fue su carta de presentación vocal en todo el país. Su padre era transportista de pescado; su madre, cocinera y criada. Entre esas calles de ladrillo creció. Antes de que sustituir a Peter O’Toole en una gira teatral le abriese las puertas del mundo al que soñaba dirigir su vida; mucho antes de que decidiera cambiar su nombre a Michael Caine por El motín del Caine (Edward Dmytryk, 1954), donde vislumbró al infinito Humphrey Bogart; bastante antes de que su salida de la capital inglesa también le hiciese inmortal, Caine ya había realizado el papel de su vida.
“Éramos una familia muy pobre y a mi madre se le ocurrió que la ayudase con sus muchas facturas pendientes”, recogía el actor en sus memorias. “Ella escribió el guion y dirigía la acción. Sonaba el timbre, agarrándome de la manita bajaba corriendo tres tramos de la escalera y se ocultaba tras la puerta mientras yo abría. ‘Mamá no está', decía, y le daba con la puerta en las narices”, relataba. Su vocación por el cine nació antes de que las bombas nazis cayeran sobre Londres.
Después vinieron las más de 160 películas que componen su trayectoria. Ganó dos veces el Oscar a mejor actor de reparto. La primera, en 1987 por Hannah and Her Sisters; la segunda, en 1999 por The Cider House Rules. De los pocos que ha aspirado a la codiciada estatuilla en cinco décadas diferentes. Ha protagonizado clásicos como Educating Rita; suya es la cara de Alfred, el incansable mayordomo de Batman, en la trilogía The Dark Knight, trabajo que realizó antes de tocar el cielo en Interstellar y posterior a pisar las calles de The Italian job. Su filmografía es tan extensa y ha ocupado tantos años que no han sido pocas las salas de cine que han nacido, crecido y muerto proyectando grandes éxitos de Caine. Ahora se despide, quizá para siempre, el actor británico que escaló el Olimpo hollywoodiense desde unas empedradas y familiares calles londinenses en tiempos de Churchill.
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