JUEGOS PARALÍMPICOS PARÍS 2024
El ciclista consiguió un bronce en la prueba del kilómetro C4-5, la sexta en sus cuartos Juegos. Deja atrás un duro ciclo donde superó un COVID persistente.
Pedalada a pedalada, Alfonso Cabello (La Rambla, Córdoba, 1993) dejó todos los problemas atrás. Un ciclo difícil, que por fin tuvo su recompensa, encarnada en una medalla de bronce, la sexta en sus cuartos Juegos, después de colgarse un oro en Londres 2012, dos bronces en Río 2016 y un oro y un bronce en Tokio 2020. El ciclista se mantiene en el podio de la prueba del kilómetro C4-5 y pronto despejó la incógnita de la ecuación con el velódromo de Saint-Quentin-en-Yvelines totalmente entregado. Paró el crono en 1:01.969.
Ese momento de emoción ya ha cerrado la puerta a los fantasmas del pasado. Nada más volver de Tokio, coronado como rey del kilómetro, se encendieron todas las alarmas. Fatiga, ahogo... y COVID. Los test dejaron de dar positivo, pero algunos síntomas no se marchaban. Fue así como le diagnosticaron un COVID persistente, que le bajó de la bicicleta durante casi dos años. Su saturación era la de un anciano y la medicina hiperbárica fue clave en su recuperación. Mientras, en pleno calvario, se le pasó por la cabeza no volverse a subir sobre las dos ruedas. Aquello llegaba en el peor momento, cuando más fuerte se sentía en toda su carrera. Sin embargo, esa parada no fue más que para coger impulso porque ya se encuentra totalmente recuperado.
“Este bronce me sabe muy dulce. Es un regalo estar aquí. Dudé incluso de si podía seguir dedicándome al deporte... Si me lo hubieran dicho hace año y medio, que no me podía ni subir a la bici, lo hubiese firmado. Hemos estado los tres corredores en un pañuelo. Es muy satisfactorio subirme cuatro Juegos consecutivos al podio en un kilómetro contrarreloj. Con el COVID me he tenido que tomar las cosas con calma. Han sido momentos muy duros”, confesó instantes después de colgarse la medalla y aprovechó la presencia de los medios para hacer una petición: “No es justo ni para los C4 ni para los C5 que se aplique un factor matemático que la UCI o el IPC se inventa porque los países no lo conocían hasta pocas semanas antes de competir. No es justo para la competición, los corredores y el espectador. Deberían hacer un formato distinto y que no se permitiesen estas injusticias”. El ciclista hacía así referencia a lo sucedido con el australiano Korey Boddington (C4), oro, después de que le aplicaran un factor de compensación con respecto al británico Hunt (plata) y al español Cabello (bronce), que pertenecen a la categoría C5.
A pesar de todo, estaba pletórico. De cada problema, un aprendizaje. De cada revés, un nuevo estímulo para volver más fuerte. El cordobés, que nació sin el antebrazo izquierdo, ha crecido demostrando a quienes piensan que no podrá que se equivocan. Aquellos niños que se metieron con él por no poderse atar los cordones de los zapatos le espolearon a aprender a hacerlo. Y así todo. Este amante de la velocidad y de los coches —posee una empresa de electrónica de automoción— terminó volando con su bicicleta. Aún recuerda aquella primera, que no estaba adaptada ni tenía freno delantero. Le sirvió para llegar a su sueño. Pedalada a pedalada...
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