Los Globos de Oro 2025 (consulta aquí todos los ganadores) no sabemos si serán muy recordados, pero si así fueran parecerán tan atípicos como las películas triunfadoras de la noche: Emilia Pérez, el narcomusical mexicano del francés Jacques Audiard que encandiló al Festival de Cannes, y The Brutalist, el gran relato épico esculpido en piedra cinematográfica por Brady Corbet que enamoró a la Mostra de Venecia.
Dos propuestas de cine que, al margen de la calidad del resultado final, se escapan varios puntos de lo que produce hoy Hollywood. Corbet, cineasta inteligente formado como actor entre los autores más selectos, lo dijo alto y claro en su discurso de agradecimiento: no tendría que sorprender que el director tenga la última palabra en su visión personal.
Ni que una película como The Brutalist, drama íntimo contando a escala épica, gane tres premios gordos: mejor película drama, mejor dirección y mejor actor para su protagonista, Adrien Brody. Uno menos de los cuatro galardones que sumó Emilia Pérez: mejor película comedia o musical, mejor película en lengua no inglesa, mejor actriz de reparto para Zoe Saldaña y mejor canción original por "El mal".
Desde fuera podría verse la elección de Emilia Pérez como pareja al radicalismo de The Brutalist, pero lo cierto es que ambas producciones, cada una a su manera, se deben más a la generación de discurso fuera de sus imágenes que dentro. De ahí que esta nueva era abierta, global e inclusiva de los Globos de Oro, ahora propiedad del conglomerado empresarial que controla las principales cabeceras de la industria, se pueda permitir laurearlas a costa de las posibilidades de Anora, que se fue de vacío.
Así pues, fue una noche de transgresión controlada. Un poco como la solvente labor de la humorista Nikki Glasser como presentadora, conscientemente alejada de su ácido estilo habitual; al fin y al cabo, ya dijo que prefería hacerlo bien y que la volvieran a llamar. Tan solo alguna broma se salió por la tangente pero nadie podría reaccionar con aspavientos ante una labor que realizó con mayor soltura que la mayoría de las estrellas convocadas para entregar los premios.
Hacía tiempo que no habría preferido seguir viendo a la presentadora en vez de emparejamientos (en su mayoría, de promoción de nuevos proyectos) de química recontraforzada (Anthony Mackie y Harrison Ford) o intentos desesperados de viralización (lo de Vin Diesel y Dwayne Johnson lleva tiempo siendo digno de estudio). Menos mal que no hemos perdido las excepciones: Catherine O'Hara y Seth Rogen ("nos elogian más por nuestros trabajos canadienses") o el numerito temprano de Margaret Qualley y Demi Moore reuniéndose tras La sustancia.
Torres pronto pasará a otra cosa, mientras que Jolie, Kidman y compañía seguirán siendo reclamo de galas toda su carrera. Se lo temía y lo constatará Tadanobu Asano, actor de reparto por Shogun, que junto a sus compañeros Hiroyuki Sanada y Anna Sawai convirtió a la ganadora del Globo de Oro de mejor serie drama en la mayor triunfadora de las categorías de televisión. Mañana seguirá siendo poco menos que desconocido para quienes lo han votado.
O quién sabe, igual acabe en condiciones de hacer como Jeremy Allen White y ni siquiera acudir a recoger el único premio que consiguió The Bear, sobrepasada por el empuje de Hacks. Shogun tendrá la oportunidad de volver a ser medida en su segunda temporada; ya veremos qué pasa con El Pingüino: compitió como miniserie, pero Colin Farrell anticipó al recoger su premio de mejor actor que no se libra de más prótesis en su porvenir.
"Quiero dedicárselo a mi madre.
Ella estuvo aquí hace 25 años, es la prueba de que el arte puede resistir
en la vida a pesar de estos tiempos tan difíciles".
Fernanda Torres, Mejor actriz de drama por 'Aún estoy aquí'.
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Pirata Oscar












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