Ya estoy aquí con otra sesión de (NATIONAL PRESENT)de la sección de NATIONAL GEOGRAPHIC.
Esta semana toca hablar No solo eran hombres: Las mujeres desempeñaron un papel fundamental en la copia de manuscritos durante la Edad Media. Toca profundizar mas sobre estas mujeres que fueron muy importantes en la Edad Media en la copia de manuscritos.
Miniatura medieval en la que puede verse a la filósofa, poeta, humanista y escritora francesa Christine de Pizan ante un libro (izquierda).
Un reciente estudio ha revelado que al menos 254 colofones medievales habrían sido obra femenina, lo que arrojaría una nueva e interesante luz acerca del papel que jugaron las mujeres en la historia de la cultura escrita del Occidente latino medieval.
Un scriptorium medieval era una estancia tranquila y apacible, un lugar del monasterio donde los escribas monásticos dedicaban toda su vida a copiar escritos e ilustrarlos. De sus experimentados trazos surgían textos, ilustraciones y una gama de colores que convertían las páginas de los códices y libros religiosos en auténticas obras de arte.
Según los expertos, se cree que durante la Edad Media, entre los años 400 y 1500, y antes de la invención de la imprenta, los escribas monásticos realizaron más de diez millones de copias manuscritas de las cuales aún se conservan alrededor de 750.000. Hasta hace bien poco se había creído que todas estas obras de arte eran exclusivamente obra de hombres. Pero ¿qué pasaba con las mujeres?¿Acaso no hubo ni una sola escriba femenina en la Edad Media?
Pues al parecer la respuesta es que sí. Por lo menos es lo que afirma un estudio recientemente publicado en la revista Humanities and Social Sciences Communications por un equipo de investigadores de la Universidad de Bergen, en Noruega, en el que se afirma que al menos el 1,1 % de la producción total de estos manuscrito se debe al trabajo de las mujeres.
Ocultas a la mirada masculina
Y ¿cómo han conseguido llegar a esta conclusión? Para lograrlo, los expertos han centrado su investigación principalmente en un análisis bibliométrico de los colofones de los libros para cuantificar la participación de las mujeres como copistas. Los colofones son declaraciones cortas que se añadían al final de los manuscritos, en los que se proporcionaban datos como el nombre del copista, la persona que encargó el manuscrito, el lugar y la fecha de producción y, ocasionalmente, reflexiones personales.
Los investigadores examinaron un total de 23.774 colofones, como el que dejó escrito una monja al finalizar su obra: "Yo, hija de Birgitta Sigfurs, monja del monasterio de Munkeliv, en Bergen, escribí este salterio con iniciales, aunque no tan bien como debería. Ruega por mí, pecadora". Otros colofones empleaban términos como scriptrix, que significa escriba, o soror, que significa hermana.

Colofón escrito en el siglo XV por una escriba femenina hija de una mujer llamada Birgitta Sigfurs.
En otro de los colofones analizados aparece la imagen de una mujer ataviada con hábitos de monja, lo que hace suponer a los investigadores que su autora era una mujer. El estudio también revela que algunos manuscritos mencionan a más de una escriba, aunque nunca a un colaborador masculino.
Para llevar a cabo su estudio, los autores solo contabilizaron los colofones en los que el sexo del escriba era claramente identificable, arrojando un total de 254 colofones vinculados a escribas femeninas, lo que, según los investigadores, indica que en toda Europa las escribas debieron de producir al menos 110.000 manuscritos durante la Edad Media, de los cuales aproximadamente 8.000 aún deberían existir.

Ilustración en una homilía del siglo XII que muestra un autorretrato de la escriba e iluminadora Guda.
Sin embargo, los scriptoria femeninos conocidos representan solo una pequeña fracción de esta producción, lo que sugiere la existencia de otras comunidades de escribas que aún no se han identificado.
En este contexto, los autores del estudio afirman que "nuestra investigación proporciona evidencias de una pequeña, pero constante, contribución de las escribas a lo largo de la Edad Media. Si bien el número de copistas femeninas verificables es bajo, debía de haber varias escribas y comunidades productoras de libros que aún no han sido identificadas".

Miniatura medieval en la que puede verse a Christine de Pizan recibiendo un libro.
Asimismo, los investigadores consideran que algunas copistas podrían haber ocultado de manera intencionada su sexo, mientras que otras tal vez escribieron sus nombres en los márgenes del documento en lugar de hacerlo en el colofón. Pero todo parece indicar que el aumento de la demanda de textos accesibles en lenguas vernáculas pudo haber sido un campo de cultivo ideal para que muchas mujeres pudiesen llevar a cabo su trabajo como escribas.
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Pirata Oscar
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