Se trata de un evento astronómico que se produce este 23 de septiembre y marca el comienzo del otro tras el final de la estación estival.
En la madrugada del 22 al 23 de septiembre tendrá lugar el equinoccio de otoño, un evento astronómico que despide el verano para dar la bienvenida a la nueva estación otoñal. La palabra ‘equinoccio’ proviene del latín aequinoctium (aequus nocte) y significa ‘noche igual’, ya que es el momento del año en el que el día y la noche tienen la misma duración en todo el planeta debido a que el Sol cruza el Ecuador celeste de la Tierra, logrando que sus rayos caigan de la misma manera sobre el hemisferio norte y en el sur.
Sin fecha fija
Este fenómeno ocurre anualmente entre el 22 y 23 de septiembre en el hemisferio norte y entre el 20 y 21 de marzo en el hemisferio sur. Sin embargo, la fecha oficial cambia debido a que el periodo orbital de la Tierra no es exacto. Tarda 365,24 días en dar una vuelta completa al Sol, con lo que su rotación tiene algunas variaciones en el tiempo y un desfase que se ajusta en los años bisiestos.
Cabe destacar que las estaciones son inversas en ambos hemisferios debido a la inclinación de nuestro planeta. Durante el verano boreal, la Tierra está orientada de forma que el hemisferio norte es el que ‘apunta’ hacia el Sol, mientras que en el invierno boreal es el hemisferio sur el que señala más directamente hacia el Sol, recibiendo el norte los rayos solares de forma más inclinada.
¿Cómo se celebra?
El equinoccio de otoño suele estar relacionado con el tiempo de cosecha, de reservar alimentos y bienes para la llegada del invierno. También puede ser un momento de preparación para el invierno, en un periodo de transición que busca equilibrio y tranquilidad. Así, es un periodo muy especial en todo el hemisferio norte, aunque cada país lo celebra de forma diferente. Aquí hay algunos ejemplos:
Ohigan (Japón)
En Japón los equinoccios representan el inicio de la temporada de Ohigan u O-Higan, una celebración budista en que los japoneses honran a sus antepasados, visitando sus tumbas y realizando ofrendas, que descansan cuando el sol se pone directamente sobre el oeste, según la creencia extendida por el país.
Mabon y Stonehenge (Reino Unido)
En la cultura celta, la llegada del otoño se celebra con la festividad conocida como Haleg-Montah, que significa ‘Mes Sagrado’. El evento comenzó a ser popularmente conocido como Mabon en los años 70, en honor a un personaje de la mitología galesa. Actualmente, la festividad es conocida también como ‘Tiempo de Cosecha’, ‘Día del Banquete’ o ‘Día de Acción de Gracias’, cuya finalidad es agradecer por los frutos obtenidos de la tierra en verano y la importancia de compartirlos. Durante el equinoccio de otoño es tradición acudir al monumento Stonehenge para presenciar desde allí el espectáculo visual que se produce al amanecer.
Serpiente emplumada de Chichén Itzá (México)
Chinchén Itzá es un centro ceremonial maya construido para apreciar detenidamente todos los fenómenos de luz y sombra que se producen a lo largo del día. Durante ambos equinoccios (primavera y otoño), los asistentes, que suelen acudir vestidos con ropa de color blanco para atraer las buenas energías, pueden observar cómo la luz y las sombras del lugar se proyectan en las escaleras del templo creando un efecto óptico en el que parece que una enorme serpiente emplumada desciende por las escaleras. Se cree que los mayas interpretaban este fenómeno como el descenso del dios serpiente Kukulkán, que establecía el inicio y el fin de la temporada agrícola.
Equinoccio en el Río Neris (Lituania)
En Vilna, capital de Lituania, el equinoccio de otoño se celebra todos los años a la orilla del río Neris, quemando esculturas construidas con paja y basadas en la mitología. Además, los asistentes encienden velas para dar la bienvenida a la nueva estación.
Sucot
Conocida como la “Fiesta de las Cabañas” o de “los Tabernáculos”, esta festividad tiene su origen en La Biblia y es judía. Se celebra a lo largo de siete días en Israel (del 15 al 22 de Tishrei, en septiembre-octubre) para conmemorar las vicisitudes del país después de su travesía por el desierto y las precariedades materiales.
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