La creación de Magie, ‘The Landlord’s Game’, inspiró el producto derivado que conocemos hoy. Pero el mérito de la idea correspondió durante mucho tiempo a otra persona.
Este artículo forma parte de Overlooked, una serie de obituarios sobre personajes notables cuyas muertes, a partir de 1851, no se publicaron en el Times.
Cuando Charles Darrow, un vendedor desempleado en Filadelfia, se enteró de que un nuevo juego de mesa se estaba haciendo popular, pidió a sus amigos que escribieran a máquina las reglas y le ayudaran a mejorar el diseño gráfico. En 1933, registró los derechos de autor del juego, Monopoly, como un invento suyo y empezó a venderlo en jugueterías y grandes almacenes.
El juego, que consistía en comerciar con bienes inmuebles, llegaría a vender más de 275 millones de copias, se ha licenciado en cientos de ediciones derivadas y se ha convertido en parte del tejido de la vida estadounidense. También hizo millonario a Darrow. Pero el mérito de la idea no debería haber sido suyo. Más bien pertenecía a una mujer de Illinois con un currículum polifacético que incluía la escritura, la actuación, la ingeniería y el trabajo como taquígrafa: Lizzie Magie.
La premisa del juego de Magie, originalmente llamado The Landlord’s Game, resultaría familiar a cualquiera que haya jugado Monopoly: la gente mueve sus fichas por el perímetro de un tablero cuadrado, comprando propiedades inmobiliarias por el camino, que pueden utilizar para cobrar alquileres a otros jugadores. Magie patentó su invento en 1904 —el mismo día que los hermanos Wright presentaron una solicitud para su avión— y se publicó en 1906 a través de la Economic Game Company, de la que era propietaria.
En su solicitud de patente, Magie escribió: “Cada vez que un jugador da una vuelta alrededor del tablero se supone que ha realizado tanto trabajo sobre la Madre Tierra, por el que después de pasar el punto inicial recibe su salario, cien dólares”.
Magie diseñó el juego con dos tipos de reglas: una que recompensaba a los jugadores cuando los recursos se repartían a partes iguales, y otra en la que el ganador era el barón de la tierra que adquiría más riqueza. De cualquier modo, esperaba que los jugadores reflexionaran sobre los fundamentos de la sociedad capitalista.
Elizabeth Jones Magie nació el 9 de mayo de 1866 en Macomb, Illinois, en el seno de una familia de políticos. Según el libro de Mary Pilon de 2015, The Monopolists, su padre, James Magie, era un editor de periódicos abolicionista que informó sobre los debates Lincoln-Douglas de 1858. Su madre era Mary (Ritchie) Magie.
En diferentes momentos, Magie fue poeta; taquígrafa en la Oficina de Cartas Muertas, donde llegaba el correo que se consideraba imposible de entregar; actriz cómica; ingeniera que inventó y patentó un dispositivo que mejoraba el flujo de papel en las máquinas de escribir; y escritora de ficción. Su relato “The Theft of a Brain”, publicado en la revista femenina Godey’s, trataba de una escritora que alcanza el éxito tras liberar su potencial bajo hipnosis, solo para descubrir que su hipnotizador había plagiado su novela.
Magie concibió The Landlord’s Game como una herramienta ideológica: un juego que enseñaría a la gente los principios del economista político Henry George. El principio central del georgismo era que la gente debía quedarse con todo lo que ganaba, pero que el gobierno debía financiarse con un impuesto a los propietarios de bienes inmuebles, ya que la tierra pertenecía a todos. Una sociedad financiada por un impuesto único sobre la tierra, creía George, eliminaría tanto la pobreza de las clases bajas como los cárteles industriales.
En las reglas de The Landlord’s Game, Magie explicaba cómo podían resolverse los posibles conflictos: “Si surge alguna emergencia que no esté contemplada en las reglas del juego, los jugadores deben resolver el asunto entre ellos; pero si un jugador se niega rotundamente a obedecer las reglas antes expuestas, debe ir a la cárcel y permanecer allí hasta que lance un doble o pague su multa”.
The Landlord’s Game no fue un éxito de taquilla, pero desarrolló focos de aficionados, entre ellos cuáqueros utópicos de Delaware y hermanos de fraternidad del Williams College de Massachusetts; el juego incluso se adaptó para el mercado británico con el nombre de Brer Fox an’ Brer Rabbit.
No fue la única creación de Magie: inventó varios juegos de cartas, incluido uno de rol llamado Mock Trial, que vendió a Parker Brothers en 1910. Ese año también intentó venderles The Landlord’s Game, pero la empresa lo consideró demasiado complejo.
Para entonces, también había recibido cierta atención nacional por un truco publicitario que había realizado en 1906, cuando puso un anuncio en un periódico en el que se ofrecía a la venta como una “joven esclava americana”, con “grandes ojos grises verdosos, labios carnosos y apasionados” y “espléndidos dientes” que no era “bella, pero sí muy atractiva”, y se describía a sí misma como “honesta, justa, poética y filosófica”.
El anuncio pretendía ser un comentario sobre la esclavitud y las sombrías perspectivas económicas de las mujeres solteras, pero en su lugar dio lugar a propuestas de matrimonio no deseadas y a una oferta de empleo en un espectáculo de fenómenos. (Magie acabó casándose, a los 44 años, con Albert Phillips, un hombre de negocios). También mantuvo correspondencia con el escritor Upton Sinclair y trabajó como reportera en un periódico.
Mientras tanto, los jugadores convertían The Landlord’s Game en juegos caseros, copiando el tablero en madera o tela, modificando las reglas y llamándolo “el juego del monopolio”. Cuando los aficionados enseñaban a jugar a sus amigos, los recién llegados no tenían ni idea de que el juego hecho a mano era un invento de Magie.
Los lazos del Monopoly con Magie se perdieron aún más en la historia cuando Darrow vendió su versión, que incorporaba los nombres de lugares del próspero balneario de Atlantic City, NJ, a Parker Brothers en 1935, alegando que lo había inventado para entretener a su familia durante la Gran Depresión. Una fantasía plutocrática era exactamente lo que los estadounidenses querían en aquella época. Se vendieron millones de ejemplares, lo que salvó de la quiebra a una Parker Brothers entonces en apuros y convirtió a Darrow en un hombre rico.
Muchos juegos de éxito, como Tiddlywinks y Battleship, se crearon como versiones comerciales de divertimentos caseros, pero si un juego es de dominio público, cualquier editor puede imprimir su propia versión.
Con la intención de aplastar a la competencia potencial y establecer un monopolio del Monopoly, Parker Brothers adquirió The Landlord’s Game, y juegos derivados como Finance.
Magie vendió los derechos de The Landlord’s Game a Parker Brothers por 500 dólares, unos 11.000 dólares actuales; la empresa también aceptó publicar otros dos de sus juegos de mesa, King’s Men, un juego de emparejar fichas, y Bargain Day, un juego de compras. Encantada de que sus ideas georgistas llegaran a un público más amplio, escribió una carta a Parker Brothers en la que se dirigía a The Landlord’s Game como si fuera una persona: “Adiós, mi querida creación. Lamento separarme de ti, pero te entrego a otro que podrá hacer por ti más de lo que yo he hecho”.
Aunque Parker Brothers, que Hasbro compró en 1991, reimprimió The Landlord’s Game, pronto dejó de imprimirse, eclipsado por Monopoly. Magie no reclamó derechos de autor y Parker Brothers promocionó a Darrow como único inventor de Monopoly.
Las importantes contribuciones de Magie a la cultura estadounidense y al diseño de juegos quedaron ocultas hasta la década de 1970, cuando Ralph Anspach, inventor de un juego llamado Anti-Monopoly, desenterró su trabajo durante una batalla legal con Parker Brothers por infracción de marca.
Magie murió a los 81 años, el 2 de marzo de 1948, en Staunton, Virginia, pero vivió lo suficiente para ver el éxito duradero de un juego basado en su propia invención, aunque su nombre hubiera sido borrado y su ideología atenuada.
El periódico Evening Star de Washington, DC, que había entrevistado a Magie en 1936, resumió su opinión: “Si la sutil propaganda de la idea del impuesto único funciona en las mentes de los miles de personas que ahora agitan los dados y compran y venden sobre el tablero de Monopoly, ella siente que todo el negocio no habrá sido en vano”.
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