sábado, 30 de marzo de 2024

Descubren cómo recuperar recuerdos perdidos de ratones con contusiones cerebrales

 


 

Ratón de laboratorio Canva

 

 

 Cultura

 

Un nuevo estudio sugiere que los recuerdos perdidos siguen ahí tras una contusión craneal

 

A nadie nos gusta recibir golpes en la cabeza y el motivo es doble. En primer lugar, porque en el momento resulta bastante desagradable . Un impacto que zarandea nuestro cráneo dobla nuestro cuello y, por si fuera poco, puede traernos dolor de cabeza, magulladuras e incluso alguna estructura rota. En segundo lugar, porque incluso los golpes más suaves aumentan nuestro riesgo de padecer algún tipo de lesión cerebral a largo plazo. Eso es lo que les sucede a los boxeadores, por ejemplo, que acaban sufriendo pérdidas de memoria y enfermedades neurodegenerativas debido a las contusiones craneales. Por suerte, parece que un grupo de investigadores han logrado recuperar, en ratones, los recuerdos perdidos por golpes en la cabeza, aunque, por ahora, el método elegido no es aplicable a humanos.

Sabemos que muchos boxeadores y jugadores de fútbol americano, por ejemplo, padecen pérdidas de memoria y también sabemos que, estas, están asociadas a los repetidos impactos en el cráneo. Ni siquiera hace falta que sean golpes intensos, con cierto volumen de ellos (aún siendo suaves) llegan. Lo que no teníamos tan claro, al parecer, es que estas amnesias no eran irreversibles. El Centro Médico de la Universidad de Georgetown ha estado provocando casos similares de amnesia en ratones y, para sorpresa de muchos neurocientíficos, han logrado que recuperaran esos recuerdos que, en principio, estaban perdidos. Por desgracia, las técnicas empleadas en estos ratones no son utilizables en humanos, mayormente por su agresividad. 

 

Ratones deportistas

El experimento realizado en el Centro Médico de la Universidad de Georgetown fue aprobado, lógicamente, por un comité de ética. No obstante, es posible que su diseño incomode a algunos lectores que, si lo preferís, podéis saltaros el siguiente párrafo sin miedo a perderos información relevante. En cualquier caso, en el estudio, los investigadores partieron de dos grupos de ratones editados genéticamente para facilitarnos la observación de qué áreas de su cerebro estaban activas en cada momento. El siguiente paso consistió en hacer que estos ratones aprendieran a resolver un problema en un espacio concreto. En teoría, hasta este momento ambos grupos habían almacenado en su cerebro un recuerdo nuevo, el de cómo resolver la prueba.

El siguiente paso es el más incómodo de leer (y de vivir), porque los investigadores debían simular los impactos cerebrales que experimenta un jugador de fútbol americano. Según sus cálculos, los jugadores de fútbol universitario reciben 21 impactos en la cabeza por semana, mientras que los extremos defensivos reciben 41 impactos en la cabeza por semana. Así pues, los investigadores empezaron a golpear suavemente en la cabeza a los ratones de uno de los dos grupos. Los golpes fueron extremadamente leves, y no solo en términos absolutos porque se tratará de un ratón, también porque no hace falta más crudeza para que se pierda un recuerdo. Es más, los ratones golpeados dejaron de recordar cómo resolver la nueva prueba.

 

En realidad, siempre ha estado ahí

En este momento del estudio, los investigadores tenían dos grupos de ratones que, en teoría habían aprendido “un nuevo truco”, uno de ellos había sido expuestos a los peligros de un entrenamiento de deportes de contacto. Sin embargo, ambos tenían un extraño detalle en común. Al estudiar la activación de su cerebro, los investigadores pudieron determinar que en ambos grupos había, todavía, conjuntos de neuronas conectados de tal forma que almacenaban el recuerdo. Eso significa que, en teoría, el recuerdo no había desaparecido de sus cerebros, simplemente no sabían cómo evocarlos.

Dicho de un modo algo más técnico. Cuando se les presentaba a los ratones una imagen del lugar donde habían aprendido a resolver el problema o si se les colocaba directamente allí, solo se activaban las áreas clave en los cerebros de ratones del grupo control. Por ese motivo, los expertos se propusieron recuperar esos recuerdos aparentemente perdidos en la maraña de neuronas que es el cerebro murino. Para ello, decidieron emplear una técnica bastante agresiva. En ella se emplean láseres para, de forma muy dirigida, activar las neuronas que codifican el recuerdo en concreto. El experimento fue un éxito: los ratones lograron recordar la prueba, arrojando algo de esperanza sobre los practicantes de deportes de contacto. Y, aunque todavía estamos lejísimos de poder (y saber cómo) aplicar esto en humanos, estamos, sin lugar a duda, un pasito más cerca que ayer.

 

 

 

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   Pirata Oscar 

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