Portugal aplasta a Turquía sin necesidad de los goles de su crack. Arda Güler sólo jugo 20 minutos. Los portugueses ya son matemáticamente primeros.
No hubo historia porque no hubo Güler, o no lo suficiente. Y no hubo historia porque una selección, la portuguesa, ha venido a la Eurocopa para llevársela a casa y la otra, la turca, sabe que cada partido es una ruleta rusa entre su atrevido ataque y su negligente defensa. Portugal ya es primera a falta de un partido y Turquía deberá seguir caminando sobre su agonía frente a los checos.
A esta selección lusa con exceso de tiempo y falta de urgencias, al equipo que va construyendo Roberto Martínez sobre los cimientos de un estilo clásico y un estilo que viene, le da para sobrevivir a vientos y mareas, a huracanes y a tempestades. En un estadio de Dortmund abarrotado de turcos, una pequeña Estambul que tiñó de rojo la grada en vez del habitual amarillo, los de Cristiano sobrevivieron al extenuante ejercicio inicial de pasión y orgullo que propuso Turquía para imponerse luego sin despeinarse.
Desde siempre es una selección más eufórica que práctica la turca, y no ha logrado rebajar ese exceso de adrenalina tampoco con Montella. Lo intentó el técnico, si es que fue a propósito, dejando a Arda Güler en el banquillo, el auténtico fenómeno del momento en el país. Esgrimió un cansancio que no le hubiera sacado en ningún caso de una final, pero sí del grueso de un segundo partido en el que es más fácil gestionar las expectativas, los tiempos, el futuro.
Portugal ganó por oficio, por calidad y también porque navegó siempre a favor de corriente. Hubiera cambiado el guion con un poco más de acierto de Akturkoglu en una primera ocasión clamorosa en la que se enredó tras ganarle la espalda a Cancelo. O si Diogo Costa no hubiera sacado un pie salvador cuando Portugal ya había puesto distancia en el marcador y la velocidad de crucero que antes no encontraba. Es la diferencia entre los grandes equipos y el resto, que cuando deben cobrar una factura no se andan con rodeos.
De hecho, en la primera ocasión de peligro, la primera en la que se sumó Nuno Mendes al ataque, Bernardo Silva había adelantado a los portugueses con precisión de cirujano. Hay que pedirle veneno al del City y más en esta selección en la que pisa área constantemente. Detrás hay centrocampistas que le permiten dicha libertad.
Gol tonto y sentencia
Cristiano se movió y lo intentó todo. Es tan entusiasta que infunde todavía un respeto a los rivales labrado a través de dos décadas de goles. Si no, no se explica el ataque de nervios que le entró a Akaydin al intuir que el de Madeira había ataca un espacio cuando no fue así.
Su cesión en dirección a la portería cogió fuera de su sitio a Bayindir, que no imaginaba nunca un pase atrás de su compañero. Gol de alevines, gol que ni en las escuelas está permitido. Lo celebraron Cancelo y Cristiano pese a que segundos antes se reprochaban que uno no hubiera entendido el desmarque y el otro, el pase.
El desenlace del gol en propia puerta, más la suplencia de Arda Güler, al que los turcos pidieron constantemente desde la grada, hizo empequeñecerse a Turquía, que sin pasión es un equipo vulgar. Portugal aprovechó que la fiera estaba bien atada para jugar con el destino. Roberto Martínez retiró a los amonestados Rafael Leão y Palhinha para introducir a Pedro Neto y Rúben Neves.
Sin rival, el objetivo entonces pasó a ser que marcara Cristiano en su sexta Eurocopa. Pudo hacerlo tras tirar un buen desmarque en profundidad, pero, en un gesto de grandeza, le regaló el gol a Bruno Fernandes que venía junto a él a celebrar un tanto histórico de su compañero más que a marcarlo él. Se lo agradeció la grada, consciente de que la Eurocopa la ganan los equipos y detalles así ayudan a armar uno que va más allá de su estrella.
Para cuando entró Güler el partido estaba liquidado y la fiesta era completamente portuguesa. Fueron 20 minutos, no más, realmente poco para quien prometía protagonizar un duelo intergeneracional con Cristiano. Tendrá que ser otra vez, o no, pues uno empieza y el otro acaba, aunque eso es mucho decir para quien además de saberse eterno tiene ahora mismo el acompañamiento de una selección con más bichos que él.
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