PARÍS 2024 | BÁDMINTON
La española, que llegaba a París tras perderse Tokio por destrozarse la rodilla izquierda, abandona París entre lágrimas y dolor en la derecha.
Todo estaba siendo idílico, soñado, hasta que con 10-6 a favor en el segundo set, y después de ganar el primero, este domingo, pasó lo peor que podía pasar. Un dolor que físicamente solo sentía Carolina, pero que se extendió a todos los presentes. Lágrimas. Silencio en el pabellón y los españoles, tantos presentes en las gradas, conteniendo la respiración. Manos en la cara e incredulidad. “No puede ser”, se escuchaba, pero fue. Carolina Marín, que ya tenía la final encarrilada, apoyaba mal con su pierna derecha después de un remate y se quedaba en el suelo, inmóvil, en uno de los mayores dramas jamás contados. Siguió dos puntos más y dijo basta. Estaba ganando a la china He Bingjiao por 21-14 y 10-8, pero, tras tomarse un relajante para el dolor y ponerse una rodillera, se retiró. Como antes de Tokio. Como no merecía. Adiós a los Juegos Olímpicos de París y a las medallas cuando ya las tenía en su mano. De la forma más cruel posible.
Los minutos con Carolina en el suelo se hicieron eternos. “Me he roto, me he roto”, salía de su boca mientras su entrenador, Fernando Rivas, intentaba consolarla, de cuclillas, y mantener un hilo fino de esperanza. Como todos los presentes en el Arena Porte de La Chappele, como la propia Bingjiao, que tampoco se podía creer lo que estaba sucediendo. Carolina, campeona en Río 2016, no pudo estar en Tokio al romperse el cruzado y los meniscos de su rodilla izquierda a dos meses de la cita. En 2019, ya se había roto el cruzado de la derecha. Esta vez, con la gravedad de la lesión por conocerse, la pierna afectada vuelve a ser la segunda. Los de París iban a ser los últimos Juegos de Carolina. Ahora, scon 31 años, su futuro, el de una de las mayores deportistas españolas y mundiales y de la historia, es muy incierto. El mayor drama posible.
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