domingo, 18 de junio de 2023

CULTURA Y ARTE 141 (La verdad sobre Cleopatra: ni malvada seductora ni murió por la picadura de un áspid)

 

Seguimos con la sección de CULTURA Y ARTE esta semana el nuevo artículo es La verdad sobre Cleopatra: ni malvada seductora ni murió por la picadura de un áspid, donde vamos a saber que muchas cosas que nos han contado no eran así.



La verdad sobre Cleopatra: ni malvada seductora ni murió por la picadura de un áspid



Una desmitificadora biografía académica del historiador y arqueólogo Duane W. Roller arroja luz sobre la vida de uno de los personajes más famosos de la historia.

 

Ateniéndose a los poderes de los que gozaba como triunviro, Marco Antonio convirtió a Cleopatra en la monarca más poderosa del Mediterráneo oriental. La flamante reina de reyes y soberana de Egipto, Chipre, Libia y Celesiria, ataviada como la diosa Isis, vio como sus hijos —Cesarión, fruto de su relación con Julio César, y Alejandro Helios, Ptolomeo Filadelfio y Cleopatra Selene, vástagos de su nueva pareja romana—, acomodados sobre tronos de oros, recibían también una serie de honores y concesiones territoriales que literalmente significaban despojar a Roma de sus conquistas al este del Asia Menor central.

Las popularmente conocidas como Donaciones de Alejandría, una fastuosa y teatral demostración de planes de futuro acompañada de un lujoso banquete, celebradas en el año 34 a.C., fueron, sin embargo, el detonante final de la ruptura de Antonio con la Urbs. El momento en el que la animadversión mutua entre el triunviro y su homólogo Octaviano, el futuro Augusto, acrecentada desde 44 a.C. y focalizada en la cuestión de quién era el auténtico heredero de César, alcanzó sus cotas máximas. Poco después estallaría la guerra civil.

Fue precisamente en ese momento de mayor poder cuando comenzaron a propagarse con gran virulencia todo tipo de chismes difamatorios, ataques y rumores sobre Cleopatra. Tachada por la propaganda augustea como una peligrosa hechicera, una fornicadora alcohólica o una deshonra de la dinastía ptolemaica cuyo único objetivo consistía en conquistar Roma, a la soberana egipcia se le acusó de cometer todo tipo de crímenes, entre ellos los de sus hermanos, saquear tumbas o corromper y luego abandonar a un deprimido y degradado Antonio. En palabras del poeta Horacio, había sido un "fatale mostrum".

 

'El encuentro de Antonio y Cleopatra' (1885), de Lawrence Alma-Tadema.

 

'El encuentro de Antonio y Cleopatra' (1885), de Lawrence Alma-Tadema. 

 

No obstante, la memoria popular que pervive aún sobre Cleopatra VII (69-30 a.C.) encuentra sus raíces en esa campaña denigratoria que avivaron los artífices de su derrota. En realidad, la reina egipcia, una de las figuras más notables de la historia mundial, es "un personaje histórico sorprendentemente poco conocido y, por lo general, mal interpretado", tal y como asegura Duane W. Roller, profesor emérito de Clásicas en la Universidad Estatal de Ohio, en Cleopatra (Desperta Ferro), una desmitificadora biografía de la que emerge una audaz, culta y polifacética monarca que contrasta con la deslumbrante imagen de Hollywood y el retrato de malvada seductora —solo se le conocen un matrimonio dinástico y dos parejas sexuales—.

 

 

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