HOCKEY HIERBA | PREOLÍMPICO (F)
La Selección masculina de hockey hierba acompañará a la femenina, que se clasificó el jueves, en los que serán sus decimoséptimos Juegos seguidos, un hito en los deportes de equipo.
Se conoce a la selección irlandesa masculina de hockey hierba como la Green Machine. Y encima, en Beteró se jugaba con una lluvia incesante, como si fuera Glendalough. Pero gripó esa maquinaria ante el engranaje diésel, de menos a más hasta rozar el guion perfecto y un final hasta tranquilo, de una España que exhibió su superioridad en la semifinal del Preolímpico de Valencia para adjudicarse el billete a los Juegos. Para acompañar a las RedSticks, que lo habían conseguido 24 horas antes, igualmente ante Irlanda. Y para hacer soñar con un combinado que ha estado en todas las citas olímpicas desde Roma 1960, un hito en los deportes por equipo españoles.
Entró España muy bien plantada al encuentro, avanzando líneas de presión conforme transcurrían los primeros minutos y se comprobaba que los irlandeses no habían irrumpido con fiereza. No en vano, la defensa les fue ahuyentando del área, donde se generan los problemas, como si de un campo magnético se tratara. Y a los diez minutos se produjo la primera aproximación, que se saldó con un resbalón de Álvaro Iglesias. Enseguida se produciría el primer tiro a puerta, de Gerard Clapés, que repelió David Harte. El portero también abortó un peligrosísimo pase de Álvaro Iglesias para José Basterra, a cuatro segundos para el fin del primer cuarto.
Más peliagudo fue el inicio del segundo periodo, en el que forzó Irlanda a su favor el primer penalti a córner del partido, que quedó en nada gracias a la oportuna parada de Luis Calzado ante Lee Cole. Una anécdota en una fase que siguió dominando el combinado de Max Caldas, moviendo la bola mucho más y mejor que su oponente, en busca de ese hueco al área para asestar el golpe letal, que sin embargo no llegaba. Tocaba madurarlo a fuego lento.
Cumplía al fin en la reanudación España su cometido de penetrar en el área, con la recompensa además del primer penalti córner favorable, que no logró Marc Miralles colocar entre los tres palos, la otra asignatura pendiente del partido. Tampoco a puerta vacía pudo rematar Marc Reyné, completamente solo en el segundo palo, por la mala suerte de que la bola le había impactado primero en un pie.
Tanto iba el cántaro a la fuente que, en el minuto 35, llegó al fin el gol de los RedSticks. Otro penalti córner, este señalado por el Video Umpire tras un pie claro en el área irlandesa, era rechazado en primera instancia entre Lee Cole y el palo, para que Rafael Vilallonga, increíblemente atento y perspicaz, introdujera la bola en la portería ajena.
Si ya había sido superior España hasta el 1-0, con ese tanto se rompió definitivamente la semifinal. Enseguida sacaron petróleo los RedSticks de los riesgos que lógicamente iban a tener que asumir los de Neville Rothman, con un nuevo penalti córner en el que Miralles, el capitán, esta vez sí, tiró a portería y consiguió introducir la bola casi a cámara lenta.
Supieron gestionar los de Max Caldas el sufrimiento implícito en un rival abocado al ataque por razones obvias. Intervino Luis Calzado para evitar el 2-1 a pocos segundos para que acabara el tercer cuarto, y ni se inmutaron los RedSticks cuando se quedaron dos minutos con uno menos, por la tarjeta verde a Pepe Cunill.
Incluso se vivió el suspense de dos penalti córner para Irlanda en la recta final, el primero salvado entre un sinfín de rechaces y el segundo, anulado directamente por el Video Umpire. La Selección masculina, que el domingo aún deberá jugar una intrascendente final del Preolímpico ante Bélgica (la cual infligió un 4-0 en su semifinal frente a Corea del Sur) ya está en sus decimoséptimos Juegos consecutivos. Hazaña.
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