Bélgica se impone en la final del Preolímpico en un cierre frenético, con tres goles en un minuto entre los RedSticks y los Red Lions, pero la Selección aprende el camino para los Juegos.
Se trataba de una final, concretamente del Preolímpico, pero especialmente era el primer partido ‘después de’ y ‘antes de’. Después de lograr la clasificación para los Juegos, los decimoséptimos consecutivos de la Selección masculina de hockey hierba, el pasado viernes frente a Irlanda (2-0). Y antes de esa gran cita del próximo julio en París. Así que a España le vino de fábula, más allá del resultado fruto de un frenético final, enfrentarse precisamente con la vigente campeona olímpica, Bélgica, que le demostró a los de Max Caldas que las medallas no se ganan por casualidad y también que no está tan lejos de ellas, si en estos seis meses sigue el mismo ritmo de progresión.
Decidió seguir el partido Shane McLeod, el seleccionador belga, desde lo alto de una torre situada tras una de las porterías. Y así vio cómo España entró dispuesta a tutear a su combinado, segundo en el ránking mundial, e incluso a avanzarse en el marcador, con una voraz internada de Gerard Clapés hasta la línea de fondo que no encontró rematador. También vio la concentración de Luis Calzado, el guardameta de los RedSticks, eligiendo siempre bien si detener entre los palos o salir, propiciando así que los barullos cerca de su portería se acabaran convirtiendo en transiciones hacia el área rival.
Pero también vería McLeod, y por extensión todo el animoso público de Beteró con esa sonora Marea Naranja antes de regresar en autocar hasta San Fernando, el primer penalti córner de todo el encuentro. Una acción algo rigurosa que el Video Umpire interpretó como empujón de Jordi Bonastre sobre Tom Boon. Y sería este jugador, la bestia negra de España desde tiempos inmemoriales, quien asestó el 0-1, después de un asedio de tres remates que sí habían sido bien defendidos en la misma jugada. Es el decimoctavo tanto de Boon contra la Selección.
Más atrevimiento con la bola pedía Caldas a los suyos en el intermedio. Quizá sea la osadía el único arma capaz de neutralizar a una selección tan experimentada como los Red Lions, con jugadores con tantas internacionalidades como John Dohmen, con 463, una auténtica barbaridad. Aunque, para riesgos, los que asumió Álvaro Iglesias para impedir que Boon rematara plácidamente a gol, en el segundo penalti córner del encuentro.
Y justamente del primero de esos penalti córners favorables a España, más bien en la continuación de la jugada, llegó al fin la diana de los RedSticks, en un chut cruzado de Xavi Gispert que coló entre las piernas de Loic van Doren, el portero de los belgas. Se creció ahí el combinado estatal, que buscó inmediatamente el segundo, aunque la bola se marchó por la línea de fondo tras un toque ‘in extremis’ de Borja Lacalle.
Como una exhalación irrumpió también España en el definitivo cuarto, tratando de resolver con descaro antes de que Bélgica tratara de imponer su superioridad. Pero los minutos se agotaban y el tuteo se seguía sucediendo. Y la agresividad con la que los de Caldas defendieron un nuevo penalti córner. Loable el poso con el que se afrontó la recta final, incluso con mayor posesión que el rival.
Sin embargo, ocurrió algo similar a la final del España-Bélgica femenino del sábado, aunque elevado a la enésima potencia. Primero, parecía todo perdido cuando a 2:25 para la conclusión asestó Van Aubel un golpe que parecía irreversible, el 1-2, pero obtuvo una inmediata respuesta en la salida a la carrera de los españoles y el remate a puerta vacía de Pepe Cunill, todo orgullo.
Y en la siguiente, forzaron los belgas un penalti córner que Nelson Onana convirtió, tras el rechace de Calzado. Por si todo esto no fuera poco, el árbitro recurrió al Video Umpire porque le pareció que la bola podía no haber salido del área, lo que invalidaría el 2-3. Como ninguna imagen lo corroboraba, el árbitro de vídeo no pudo cambiar el gol que había decretado. Era el más difícil todavía, con Caldas situando a un jugador de campo en lugar del portero, pero ya sin tiempo para la hazaña.
Grandes esperanzas
Con números de selección con altísimas expectativas en los Juegos cierran los RedSticks este Preolímpico, en el que han anotado 18 goles, por siete recibidos. Con tres victorias, un empate y la derrota de una final absolutamente simbólica. Y enorme meritazo ante una Bélgica que en esta última semana le había endosado 14 a Ucrania, siete a Japón, o cuatro tanto a Irlanda como a Corea, que han sido el tercer y cuarto clasificados del Preolímpico, con los irlandeses como último de los equipos que ha obtenido el pasaporte olímpico en una Valencia que nuevamente ha sido talismán para España, para los y las RedSticks.
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