PARÍS 2024 | SKATEBOARDING
La española termina séptima la ronda clasificatoria y accede a la lucha por las medallas, que tendrá lugar esta misma tarde desde las 17:00.
Con 15 años, cuando la mayor preocupación de cualquiera es elegir videojuego o qué ropa vestir para ir al instituto, este martes, Naia Laso se plantó en la final de unos Juegos Olímpicos. Con 82.49 puntos como mejor salida, se coló entre las ocho mejores del mundo en park, una modalidad del skate que consiste en realizar tantos trucos como sea posible, dentro de un bowl con distintos elementos, en tres rondas de 45 segundos. En ellas, la skater vasca, la segunda deportista más joven de la delegación española, maravilló al animado público de la Plaza de la Concordia, con la Torre Eiffel o el Grand Palais a la vista. Esta misma tarde, desde las 17:00, buscará las medallas con opciones de todo, tal y como ya había demostrado con su cuarto puesto en los Mundiales del año pasado o con su victoria en la última Copa del Mundo, en Dubái. El nacimiento de una nueva estrella.
La ilusión se abrió paso en un rincón muy especial de los Juegos. Estos días, en la Concorde, lo monumental, ya mencionado, se combina con un ambiente más propio de un festival de música. Mucho DJ, mucho Freed From Desire por los altavoces, mucho baile, muchas paradas de refrescos y comida, muchas actividades para todos los públicos y un park que, como todos, se presenta como un paraíso desconocido para los españoles. “Las instalaciones en España nos limitan muchísimo, pero, como no tenemos parks tan perfectos, luego cualquier cosa nos parece fácil”, decía el seleccionador nacional, Alain Goikoetxea, a AS antes de que sus chicas salieran a deslizarse por las paredes del bowl.
La primera española en hacerlo fue Julia Benedetti, que se terminó llevando una de las ovaciones de la mañana. La skater nacional, que estudia ingeniería matemática, se fue al suelo en los segundos iniciales de sus dos primeras rodas. En ese momento, y con su equipo yendo a arroparla, no podía contener las lágrimas. Luego, sin embargo, se redimía en esa última salida que terminaba entre aplausos. La puntuación (70.27) estaba muy lejos de lo que marcaba la primera mandamás de la mañana (la japonesa Cocona Hiraki, plata en Tokio, con un 88.07), pero le dejaba una sensación muy distinta en el cuerpo. Le había permitido hacer lo que venía buscar: “Simplemente, disfrutar”, decía.
Casi tres horas después, llegaba el turno de Naia, sobre cuyo nivel no había dudas, pero que venía de superar una reciente rotura de clavícula que le condicionó toda la preparación hacia los Juegos. No se notó. Desde el momento en el que el speaker le presentó y ella, pese a su timidez, esa que se desvanece sobre la tabla, regaló un corazón a cámara. En la primera ronda, tocó suelo tras un inicio esperanzador, en el que no tardó en levantar los primeros “oh” de las gradas. El corte para la final, por debajo de los 80 puntos, era muy accesible para su talento. Y lo demostraba a continuación, cuando la narrativa lo pedía a gritos. Empezaba a sonar la banda sonora de Star Wars y Naia, que siempre compite con unos calcetines de Yoda, se salía. Al conocerse la nota, Alain y Danny León le abrazaban. No había sacado todo su potencial, estaba al límite, pero tenía casi asegurada la final. Tras una tensa espera, la amarró. Con 15 años. Una supernova.
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