Ya estoy aquí con otra sesión de (NATIONAL PRESENT)de la sección de NATIONAL GEOGRAPHIC.
Seguiremos con otra entrada y esta vez hablaremos de Dmitri Mendeléyev, el creador de la primera tabla periódica de los elementos.
Pues no me enrollo más y vamos al grano.
Con el desarrollo de la química en la Edad Moderna, surgió la necesidad de clasificar de algún modo todos los elementos conocidos. Dmitri Mendeléyev fue el primero en agruparlos en una tabla periódica, un sistema que los ordenaba según su masa atómica y propiedades.
En su juventud, poco parecía indicar que Dmitri Mendeléyev iba a convertirse en uno de los científicos más famosos de la historia. Nacido el 8 de febrero de 1834 (según el calendario gregoriano, aunque por aquel entonces en Rusia se usaba todavía el juliano), era el menor de al menos catorce hermanos, procedía de una remota población de Siberia, era huérfano de padre y la fábrica que había heredado su madre fue destruida en un incendio.
La familia se mudó a Moscú donde su madre intentó que lo aceptaran en la universidad, pero fue rechazado; luego probaron suerte en San Petersburgo, donde tampoco fue admitido. Finalmente lo aceptaron en el Instituto Pedagógico de esta última ciudad, pero poco después de graduarse contrajo la tuberculosis y tuvo que trasladarse a Crimea, donde el clima litoral del Mar Negro podría facilitar su recuperación. Hasta aquel momento la fortuna no parecía haberle sonreído, a pesar de que logró encontrar trabajo como profesor de ciencias en el Gimnasio de Simferópol.
Mendeléyev consiguió una beca para estudiar en Heidelberg, donde estudió las propiedades de los fluidos
A partir de 1859, su suerte empezó a cambiar para bien. Recuperado de la tuberculosis, consiguió una beca para estudiar en la ciudad alemana de Heidelberg, por aquel entonces en la órbita de Prusia. Europa vivía un momento de gran efervescencia científica y la estancia le dio la oportunidad de entrar en contacto con los últimos descubrimientos en el campo de la química, su materia de estudio predilecta, especialmente las propiedades de los fluidos.
Al volver a San Petersburgo en 1861 retomó su carrera como profesor y empezó a redactar sus propios libros de texto, uno de los cuales (Química orgánica, publicado ese mismo año) le valió un premio por parte de la Academia de Ciencias de San Petersburgo. En apenas seis años había logrado una plaza de profesor titular y se había labrado un nombre en la comunidad científica gracias a sus investigaciones sobre los gases.
La primera tabla periódica
En 1869 publicó el trabajo por el que más se le recuerda, la primera tabla periódica de los elementos. La idea no era del todo nueva: debido a los avances en química, desde finales del siglo XVII se buscaba un modo de clasificar los elementos. Uno de los primeros fue el realizado por Antoine Lavoisier en 1789, quien los agrupó en cuatro grupos; gases, metales, no metales y tierras. Poco antes de Mendeléyev, otros científicos como Alexandre-Émile de Chancourtois y Julius Lothar Meyer observaron que, al disponer los elementos por orden creciente de peso atómico, a intervalos regulares coincidían elementos que compartían algunas propiedades.
El mérito de Mendeléyev fue precisamente crear una tabla que agrupaba los elementos en columnas llamadas “familias”, es decir, elementos que comparten propiedades similares. En su primera versión la tabla de Mendeléyev contaba con seis familias y en 1871 publicó una versión revisada con ocho familias. Estas primeras tablas periódicas no estaba ni mucho menos completas, ya que contenían solo entre 60 y 70 elementos, los que se conocían por aquel entonces; pero Mendeléyev acertó al predecir que entre los elementos conocidos había otros aún por descubrir y simplemente dejó en blanco las casillas correspondientes. La forma actual de la tabla periódica no apareció hasta 1923, cuando el estadounidense Horace Groves Deming publicó la tabla de 18 columnas que hoy conocemos.
A pesar de sus carencias, la tabla de Mendeléyev sentó unas bases sobre las que trabajar y supuso una aportación fundamental a la ordenación de los elementos, una cuestión que llevaba alrededor de un siglo debatiéndose. En 1906 y 1907 se le propuso para el Premio Nobel de Química, un reconocimiento que al final no le llegó: en parte se debió a que algunos científicos no consideraban adecuado concederle el premio por un hito que Mendeléyev había logrado casi cuarenta años antes; pero un factor decisivo fue la influencia ejercida por Svante Arrhenius, un físico-químico sueco que tenía una vieja enemistad con el científico ruso a causa de las críticas que este había realizado a sus teorías. Ese mismo año, el 8 de febrero según el calendario gregoriano, murió a causa de una gripe.
Hombre polifacético
Aunque se le recuerde principalmente por su tabla periódica, la verdad es que Dmitri Mendeléyev fue un hombre polifacético que se dedicó a un gran número de actividades. Dedicó mucho tiempo a investigar el petróleo, del cual supo prever su gran potencial como recurso natural, y estudió el modo de refinarlo; a él se le atribuye la afirmación de que quemar petróleo crudo como combustible era “como encender una estufa con billetes de banco”.
También destacó en su faceta de inventor: entre otras cosas creó un tipo de pólvora blanca llamada pirocolodión por encargo del ministerio ruso de Guerra y Marina, que sin embargo nunca llegó a utilizarla; desarrolló fertilizantes para mejorar el rendimiento agrícola de los campos; inventó diversos instrumentos de laboratorio en el curso de sus investigaciones; y participó en el diseño de buques rompehielos para abrir rutas de navegación por el Ártico.
Además de investigador, Mendeléyev fue inventor y se preocupó mucho por las aplicaciones prácticas de la ciencia
No solo se preocupaba de asuntos científicos, sino también por los problemas humanos; en particular, los que afectaban a la educación en su país, que él mismo había sufrido. Sus críticas al inmovilismo del mundo académico y a la intromisión omnipresente de la fe ortodoxa, así como sus ideas liberales respecto a la política de los zares, le impidieron subir escalones en la universidad y acceder a instituciones como la Academia Rusa de las Ciencias.
Su vida personal era muy atípica en aquella época, especialmente en un país tan religioso como era Rusia. Después de divorciarse de su primera mujer se volvió a casar de un modo que, según la fe ortodoxa, era ilegal, ya que habría tenido que esperar siete años entre el divorcio y las segundas nupcias; aunque era un hombre devoto, ese suceso lo apartó de la Iglesia y desde entonces siguió la fe a su manera, algo que seguramente también influyó en sus problemas con las instituciones. Esta actitud fue mejor valorada en época soviética, cuando se le concedieron diversos honores póstumos como rebautizar una ciudad en su honor (Mendeleyezsk, en Tataristán), ponerle su nombre a un cráter en la Luna y, seguramente el que habría apreciado más, a un elemento químico: el mendelevio, un elemento sintético con el número atómico 101.
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