Seguimos con la sección de CULTURA Y ARTE esta semana el nuevo artículo es En serio, ¿de qué nos reímos?, vamos a saber de que nos reimos, a través de El neurólogo Scott Weems.
Si hay emoción y sorpresa final, los chistes funcionan. Y no solo eso, mejoran nuestra vida: adelgazan, nos distraen del dolor, activan el corazón... El humor es nuestra válvula de escape ante el desconcierto. El neurólogo Scott Weems desvela en un libro –salpicado de chistes– las causas científicas de las carcajadas.
Dos cazadores caminan por un bosque cuando uno de ellos se desploma. Parece que no respira. Su amigo llama a Emergencias. '¡Creo que mi compañero está muerto!, ¿qué debo hacer?', pregunta asustado. Lo tranquilizan y le dicen: 'En primer lugar, asegúrese de que está muerto'. Se oye un disparo. '¿Y ahora qué?', pregunta el cazador».
Este es el mejor chiste del mundo según un estudio realizado por Richard Wiseman, psicólogo de la Universidad de Hertfordshire, en colaboración con la Asociación Británica para el Progreso de la Ciencia. Necesitó un año y un millón y medio de respuestas de voluntarios que proporcionaron chistes y evaluaciones sobre ellos. El ganador fue el chiste de los cazadores. Contiene un ingrediente esencial: la sorpresa al final, el giro inesperado.
El humor es un asunto científico. Hay congresos internacionales, multitud de sesudos experimentos en los que participan reputados neurólogos, cardiólogos, expertos en inmunología... Las conclusiones son rotundas, es sano reírse y tener sentido del humor: beneficia al sistema inmunológico y al cardiovascular; afecta a los niveles de glucosa, por lo que interfiere en la diabetes; y en la artritis, la dermatitis... Y en el matrimonio.
Reírse beneficia al sistema inmunológico y al cardiovascular; interfiere en la diabetes, en la artritis, dermatitis... y en el matrimonio
Un estudio publicado en 2007 en la revista Archives of Sexual Behavior concluye que el sentido del humor es el segundo rasgo más deseado en la pareja, tras la inteligencia. Hubo distintas respuestas en hombres y mujeres: para ellas, era lo más importante; para ellos, sin embargo, el sentido del humor quedó en tercera posición, tras la inteligencia y la belleza.
¿Qué es el humor?
«El humor es un proceso que refleja la época y las necesidades de su público. Consiste en la elaboración social o psicológica de ideas que nuestra mente consciente no puede manejar con facilidad», explica Scott Weems, neurólogo cognitivo y autor de ¡Ja! La ciencia de cuándo reímos y por qué (editorial Taurus). La época y las necesidades —subraya Weems— marcan realmente el humor. Por eso, las mujeres siberianas encuestadas sobre el rasgo crucial de su pareja respondieron que prefieren un marido fiel, responsable y cariñoso con los hijos antes que otro que las hiciera reír. Las prioridades cambian con las necesidades.
Para que un chiste funcione tiene que incomodarnos, pero los más graciosos son los que desconciertan
El humor es nuestra manera de resolver un conflicto interior y la ansiedad, según apuntó Sigmund Freud. Los que padecen esquizofrenia o un alto nivel de ansiedad solo disfrutan de los chistes más suaves porque en sus vidas ya hay suficiente tensión, añade Weems. Si un chiste no incomoda un poco, no triunfa. Los hay incómodos, claro, pero los que más hacen reír son los que desconciertan.
Hay varios tipos de chistes. Están los llamados slapstick, los típicos de los payasos de circo, donde unos chiflados se atizan con movimientos exagerados: hacen gracia porque el público sabe que no se hacen daño de verdad. Están también los que utilizan la paraprosdoquía, oraciones que tienen algo de inesperado al final. La incongruencia es importante. Un ejemplo: «¿cómo se esconde un elefante en un cerezo? Se pinta las uñas de rojo». Se obvia la gran incongruencia, ¿un elefante escondido detrás de un árbol? Los disparates de fondo no importan porque nuestro cerebro se concentra solo en adónde nos conduce el chiste, no de dónde procede, y anticipa una respuesta que queda noqueada con la sorpresa final.
Las conexiones son fundamentales. El lado frontal derecho del cerebro es el que se encarga de nuestra capacidad de conectar con la gente. Esta parte cerebral es protagonista importante en el humor: a los individuos que tienen dañado el hemisferio derecho les cuesta captar el lado irónico de los chistes. Pero la parte izquierda es la responsable del lenguaje: hacen falta ambos hemisferios para apreciar un buen chiste.
El cerebro se ríe
El humor es un mecanismo de pugna psicológica, dicen los expertos; es un proceso, no una actitud ni un comportamiento, y en él participan distintas partes del cerebro. Con un buen chiste se incrementa la actividad eléctrica cerebral. Sobre todo se activan los centros de la dopamina, que es la recompensa química del cerebro. Cuando generamos poca, baja nuestra motivación. Cuando fluye al cerebro, provoca alegría. También producen dopamina la comida, el sexo, la cocaína y el chocolate. Es importante, porque la recompensa es lo que mantiene el cerebro en funcionamiento, y el humor conecta directamente con el sistema de producción de placer del cerebro.
Un buen chiste activa la misma parte del cerebro que el sexo, la cocaína o el chocolate
El humor es cultural, social y emocional. Por eso los chistes inventados por los ordenadores, que los hay, no son tan buenos: «¿qué clase de asesino tiene fibra moral? Un asesino de cereales». Este lo creó un ordenador del proyecto The Joking Computer, de la Universidad de Aberdeen. Nada que ver con las ocurrencias de José Mota o de Martes y Trece.
Cómo ser cómico
Tampoco hay una única región cerebral responsable de la invención de chistes. Un estudio de la Universidad de Tohoku, en Japón, ha confirmado que los cerebros más interconectados son los más ocurrentes. Seymour y Rhoda Fischer, psicólogos de la Universidad de Nueva York, han analizado a más de 40 humoristas profesionales –entre ellos, Woody Allen y Bob Hope– en busca de un nexo común, del ingrediente que los hace graciosos. Nada. Lo único que comparten es un enorme interés por hacer partícipes de sus observaciones a los demás.
Reír adelgaza; gastamos entre 40 y 70 calorías por hora al utilizar los músculos de la cara
Si el cerebro está afectado por alguna irregularidad, afecta a la risa. La enureris risosa (nombre médico que parece un conjuro de Harry Potter) o epilepsia gelástica es la risa patológica. Responde a una actividad descontrolada y excesiva en el cerebro. No es agradable. Jenna, una británica de 24 años, por ejemplo, se ha reído de manera incontrolada durante toda su vida hasta quince veces al día. Necesita medicación. Sus excesos de risa los provoca una lesión nerviosa que dispara su actividad cerebral. No tiene que ver con la alegría. Es solo risa.
Otra razón de peso
Sí, reír adelgaza: gastamos entre 40 y 70 calorías por hora con ella al activar los músculos de la cara. Y es analgésica, por eso hay grupos de payasos en los hospitales: cuando te ríes, distraes al dolor. Pero el humor no alarga la vida. Hay investigaciones que demuestran que los que tienen mejor humor se cuidan menos y que concluyen que ser meticuloso es el único factor de personalidad que favorece la longevidad.
La risa es analgésica, por eso hay grupos de payasos en los hospitales: cuando te ríes, distraes al dolor
Pese a no prolongarla, mejora la vida, aunque también hay humores negativos: el agresivo, que se burla de los demás, y el autodespreciativo. En ambos casos se asoman problemas con la autoestima: unos la reafirman ridiculizando a los demás; los otros la debilitan ridiculizándose a sí mismos. Gracias al humor no nos bloqueamos, sostiene Scott Weems. «Cuando un ordenador se confunde, hay que apagarlo y volverlo a encender. El cerebro, por el contrario, debe seguir funcionando incluso cuando se topa con lo inesperado», explica.
¿Y qué hacen los animales? Utilizan el humor para difuminar situaciones tensas. Chimpancés, perros, pingüinos y ratas emiten risitas cuando juegan a lo bruto, como para quitar hierro si se hacen daño. Las ratas incluso tienen cosquillas.
Pero la risa es consustancial al ser humano. Desde siempre. Este chiste, por ejemplo, tiene 2000 años de antigüedad: «Un barbero muy parlanchín le pregunta a su cliente: '¿Cómo quiere que le corte pelo?'. 'En silencio', contesta el hombre».
La risa, paso a paso
El estudio del británico Richard Wiseman, psicólogo de la Universidad de Hertfordshire, sobre qué nos resulta gracioso es el más amplio realizado en esta materia. En él, se entrevistó a un millón y medio de personas en diferentes países y de distintas capas sociales. Las conclusiones son curiosas. Hasta se puede determinar la hora más chistosa del día.
La mala baba de los americanos
El humor varía con la nacionalidad. Durante el experimento de Wiseman, a los alemanes les hacían gracia todos los chistes; los estadounidenses preferían los que incluían sustos o vagas amenazas —les gustaron los que se mofaban de otros— y los ingleses se decantaron por el absurdo.
El pato, animal de chiste
Además de elegir el chiste más gracioso, el estudio realizado por Richard Wiseman llegó a curiosas conclusiones: los mejores chistes son los cortos (los más divertidos tenían 103 letras); la hora más chistosa del día, las 6:03 de la tarde; y el día del mes, el 15. Respecto a los animales, el que más carcajadas desata en los chistes es el pato.
Con la edad se va la risa
Se ha calculado que un niño de seis años se ríe 300 veces al día, mientras que un adulto solo lo hace entre 15 y 100 veces. No hay más que escuchar el ruido de un patio de colegio para comprobarlo.
Las mujeres se ríen más...
Allan Reiss, profesor de Psiquiatría de Stanford, ha analizado el humor de hombres y mujeres y concluye que ellas se ríen hasta un 125 por ciento más que ellos porque en los chistes –y en general– tienen menos expectativas. A ellas se les activó más el circuito de recompensa de la dopamina, porque recibieron una sorpresa que no esperaban. «Las mujeres no se ríen más que los hombres porque su cerebro sea más activo, sino porque tienen la mente más abierta», apunta el estudio.
...Pero no de lo mismo que los hombres
«Un agente de Policía para a un conductor en la autopista. '¿Sabe que su mujer y su hijo se han caído del coche hace un kilómetro?', le dice. '¡Gracias a Dios! ¡Pensaba que me estaba quedando sordo!', contesta». Este chiste gustó a más del 50 por ciento de los hombres y solo a un 15 por ciento de las mujeres. Además, ellos disfrutaron más con el humor despectivo que ellas.
Mejor con amigos
«Nos reímos más cuando estamos rodeados por amigos que por desconocidos», afirma Weems. Es así porque hay vínculos estrechos. La risa se contagia en directo, la enlatada de las series de televisión busca la predisposición, pero no se contagia igual.
Gusta el humor negro
Nos fascina el humor negro: desde pequeños. Recuerde los chistes del estilo «mamá, mira, sin manos, sin piernas, sin dientes...»; y también de adultos: enseguida saltan las bromas sobre asuntos serios y dramáticos, como el accidente de Chernóbil, el sida, los funerales, las guerras... «Nos reímos cuando de repente nos liberamos de la amenaza o la incomodidad», dice Scott Weems.
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Pirata Oscar
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