HOCKEY PATINES | MUNDIAL (M)
Agónica semifinal de la Selección de Cabestany ante Portugal, con una remontada exprés, un mazazo final, prórroga y una tanda que decidieron Bargalló y Carles Grau. Argentina, el rival por el oro.
España siempre vuelve. Aunque le cueste 60 minutos de juego y una tanda de penaltis. Qué es eso después de siete años. Desde 2017, cuando conquistó el último de sus 17 títulos mundiales, llevaba la Selección masculina de hockey patines sin alcanzar la final del campeonato. Se perdió la de 2019, donde acabó tercera. La de 2022, donde quedó apeada en los cuartos. Pero la etapa de Guillem Cabestany no podía acabar así. No, al menos, sin pelearlo hasta el último partido. En una semifinal épica ante Portugal, poseedora de 16 entorchados, con prórroga y penaltis incluidos como en aquella última final de Nanjing, el combinado estatal sufrió y luchó lo indecible para disputarse este domingo el oro del Mundial de Novara (Italia) ante Argentina, vigente campeón. Será a las 18:00 horas (Teledeporte).
Antes de disfrutarme, me van a tener que sufrir una vez más, debió de pensar Pau Bargalló, quien esta temporada cambia el Barcelona por el Benfica, por la Liga portuguesa, y que ya de entrada sacó colmillo poniendo una y otra vez a prueba a Angelo Girao, uno de los grandes porteros de siempre. Le acompañaron Nil Roca y Marc Grau, cuyo hermano, el guardameta Carles Grau, estuvo bien atento a los zarpazos iniciales de Rafa Costa o José Miranda.
Lejos de empuñar “às armas”, como cantaba la representación lusa en la grada al comprobar que no sonaron los himnos porque el partido ya iba a empezar con retraso, imperaba el respeto mutuo entre dos selecciones que se conocen a la perfección. Lo quebraban tiros lejanos como los de César Carballeira o un disparo alto de Hélder Nunes. Solo un error podía precipitar un gol, y a punto estuvo de lograrlo España, tras un robo, en una doble ocasión de Bargalló y Martí Casas.
Quien sí aprovechó una pérdida ajena fue Portugal, que lanzó una contra, tres contra dos, que Nunes convirtió en el 1-0. No sin absoluta polémica. Por un lado, porque se desgañitaron Carles Grau y Casas pidiendo que se anulara porque había lanzado con la bola demasiado elevada, aunque los árbitros lo desestimaron. Y, por otro, porque trató de frenarlo con tal ímpetu Nil Roca que su stick acabó impactando en la cara del goleador, que requirió asistencia.
Congelaron a España tanto ese parón como el propio resultado adverso, y sin tiempo para digerirlo se encontró con el segundo, fruto de un pase atrás de Gonçalo Alves que Xavier Cardoso enganchó desde la frontal con la potencia de un misil. De pronto, se había roto ese partido tan armonioso.
Del 2-0 al 2-3 en menos de dos minutos
Donde la mayoría de equipos se habrían hundido anímicamente, un súbito 2-0 en contra ante un rival tan poderoso como los lusos, España se vino arriba. Todo cambió tras el tiempo muerto solicitado por Cabestany. 33 segundos de juego bastaron para que Marc Grau conectara un pase de Ignacio Alabart, anticipándose a Cardoso, para reducir distancias. Y otros 49 segundos necesitó únicamente el propio Grau para lograr el empate, con un derechazo impresionante para superar a Girao.
Cuatro goles se habían visto en un suspiro. Para el espectador, impresionante. Para la Selección, de dramático a reconfortante. Y eso que aún quedaba lo mejor. Solo habría que esperar otro minutito más, para que Ignacio Alabart lanzara una acción individual prodigiosa, superando a tres portugueses de una tacada para plantarse delante del meta y elevarle la pelota, que entró rozando el larguero. Remontada exprés. Del 2-0 al 2-3 en tan solo un minuto y 55 segundos.
Pero el encuentro siguió precioso. Y aún dio tiempo antes del descanso para que se anotaran otros dos goles. El 3-3 de Portugal, en un remate muy lejano de Nunes en que Gonçalo Pinto dificultó la visión del cancerbero, que nada pudo hacer. Y el cuarto de España, con Marc Grau cambiando su rol con Bargalló, que inició y recibió una pared para mandar la bola directa a la red.
Como necesitados de reivindicarse después de tantos goles, fueron los guardametas los protagonistas en la reanudación. Con un paradón de Carles Grau a Joao Rodrigues. Y con la réplica, exactamente igual de monumental, de Girao frente a Nil Roca. Y a donde no alcanzaban los porteros, llegaban los palos. Ahí se estrelló la enésima intentona de Marc Grau, en el 5′ del segundo acto.
El alegrón de Bargalló duró ocho segundos
También en el poste acabaría un tiro de Sergi Aragonés, cinco minutos más tarde, en la primera de las dos vertiginosas transiciones conducidas por Alabart, la segunda también muy cerca del gol, pero esta vez Martí Casas. Y, sin embargo, el que encontró su objetivo, en este caso el empate, fue Nunes, al cazar al vuelo el rebote de un tiro asestado en primera instancia por Gonçalo Pinto.
Quedaban diez minutos, y la cosa podía acabar de complicarse en un tiro directo favorable a los portugueses, que Carles Grau pudo desarmarle a Alves. También al borde del infarto debieron de quedar los lusos con un contraataque de Marc Grau que Girao salvó providencialmente, levantando el pie izquierdo cuando ya se colaba.
Al fin deshacía el empate a falta de únicamente dos minutos Bargalló, quién si no, con una internada ‘made in’ el capitán español, que parecía conducir irremediablemente a la Selección hacia la final, después de tanto esfuerzo. Pero el infortunio no pudo ser mayor. Ocho segundos después, un chut muy lejano de Miranda lo desvió un jugador en la trayectoria lo justo para que se convirtiera en el 5-5. Lo realmente inevitable fue la prórroga, a pesar de que Marc Grau tuvo el tanto del triunfo en el último segundo.
Circuló más y mejor España en el primer tiempo de la prórroga, con un nuevo acercamiento de Bargalló. Con otro de Alabart. Pero sin ‘punch’. Sí lo tuvieron los portugueses en el arranque de los últimos cinco minutos, pero Carles Grau pudo desbaratar el remate de Nunes. Lo mismo haría ante Alves. Y otra vez Bargalló, con parada de Girao. Así que, igual que en la final de 2017, todo se resolvería en los penaltis.
Y no pudo empezar peor. Girao se convirtió en la pesadilla de Carballeira y de Aragonés, quienes marraron los dos primeros lanzamientos de la tanda. Pero también falló Nunes. Y marcó Casas, para dar rienda a la esperanza. La que abrió un poco más Carles Grau con su parada a Alves. Y continuaron las intervenciones de ambos guardametas, ante Marc Grau y Miranda. Pero ahí estaba Bargalló, que anotó con todo el suspense del mundo. Pero marcó, y tanto que sí. Y no lo hizo sin embargo Costa. Así que España, después de más de dos horas de sufrimiento y hockey patines en estado puro, vuelve a una final mundial.
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