El director de 'El padrino' está enfrascado en la alocada promoción de su último film, autofinanciado y concebido como un apasionado proyecto con décadas a sus espaldas.
Puesto que Francis Ford Coppola lleva pensando en Megalópolis desde los años 80 y ha terminado financiando la película totalmente de su bolsillo, es inevitable percibir esta grandilocuente película como una suerte de canto de cisne. Ha costado 120 millones de dólares, al fin y al cabo, y el director de El padrino los ha conseguido tanto mediante la venta de sus lucrativos viñedos como de, en fin, préstamos por aclarar. Ocurre también que Megalópolis está siendo objeto de múltiples controversias sin haberse estrenado aún, con lo que todo contribuye a pensar que Coppola querría despedirse del cine con este proyecto.
Pero nada más lejos de la realidad. Coppola ya lo avisó hace unos meses, y durante una entrevista con The Telegraph acaba de confirmarlo: no tiene intención alguna de jubilarse, y ya está preparando su regreso a la dirección tras Megalópolis. La película que protagoniza Adam Driver llegará a cines el próximo 27 de septiembre, precedida por críticas muy dispares y un turbio litigio entre Coppola y el medio Variety a cuenta de su cobertura de un supuesto caso de acoso sexual durante el rodaje. Al margen de lo que ocurra con ella (las previsiones de taquilla son bajísimas), Coppola quiere seguir dirigiendo.
De la siguiente película dijo que “no sería barata”, pero no tendría la escala de Megalópolis: “no será otra película épica”, aclaró. En la nueva entrevista Coppola concreta el proyecto y, como él mismo dice, “es una mezcla muy extraña”. Su idea es tomar una novela clásica como es Los reflejos de la luna de Edith Wharton y convertirla en una comedia musical, inspirada concretamente en La pícara puritana de Leo McCarey (protagonizada en 1937 por Cary Grant y distando de ser un musical, con lo que Coppola nos tiene bastante desorientados).
La historia giraría en torno a una pareja casada que se separa amistosamente pero no puede desprenderse el uno del otro, en un motivo narrativo que abordara hace poco nuestro Jonás Trueba en Volveréis (La pícara puritana es mencionada explícitamente en la película). El caso es que la versión de Coppola tendría “fuertes elementos de danza y musicales”, lo que nos remite al único otro musical que ha dirigido antes: Corazonada, de 1981. Más conocida como la película que le hundió la carrera, y le convirtió en un paria de Hollywood desde entonces.
La vinculación con Wharton conecta además con otro afamado director, muy amigo del mismo Coppola: en 1993 Martin Scorsese dirigió La edad de la inocencia con gran éxito de crítica, lo que debería ser un mejor referente. En cualquier caso aún parece quedar tiempo para que Coppola pueda rodar esta película, porque tiene que lograr el presupuesto.
La idea es rodarlo en Europa y sin nada de autofinanciación: el presupuesto será conseguido “de forma convencional” en sus propias palabras. “Con la ayuda de subvenciones nacionales, porque estoy hasta arriba de deudas”, admite el siempre aventurero Coppola.
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Pirata Oscar
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