Jonathan Kwok, experto en vacunología, fecha en menos de diez años la aparición de una solución terapéutica eficaz contra el cáncer.
Cada vez son más los expertos que se apuntan al carro de lo imposible. Semanas atrás, el director ejecutivo de la empresa farmacéutica de Moderna, Stephane Bancel, daba un golpe en la mesa al afirmar que el 2030, además del fin de la década, traería las vacunas contra el cáncer y las cardiopatías. Poco después, el doctor Paul Burton, una autoridad consolidada en la infectología, anticipaba al Daily Mail el paso a una era dorada de las vacunas.
Y ahora, el investigador de la Universidad de Oxford, Jonathan Kwok, ha confirmado en una entrevista para El Mundo las serias intenciones que tiene la medicina de subirse al barco de la lucha contra el cáncer. Hacía falta algo para creer; y la rápida puesta en marcha de las vacunas a la que obligó una pandemia en su etapa más cruda ha sido el interruptor de la esperanza para los expertos.
La COVID: un cruel y útil simulacro
Para Kwok, que participa en el proceso de la obtención de una vacuna terapéutica, “hace apenas cinco años, nada de esto hubiera sido posible”. Ha asegurado al rotativo español que “en Oxford, como en otras instituciones, con la irrupción de la pandemia aprendimos muy rápido cómo dirigirnos, diseñar y desarrollar vacunas contra el Covid”. Esta experiencia podría haber servido como un cruel simulacro, cuya preparación, piensa el investigador, puede ser exportada a otros ámbitos.
Se abre así un abanico de mares que navegar. El primero de la lista lleva tiempo siendo una de las metas de la medicina actual: el cáncer. En carrera por levantar este preciado logro hay, según Kwok, al menos 10 compañías con diferentes tipos de estrategias. Para él, la unión entre ellas hace la fuerza; y sólo por ese camino se completará el recorrido. Tal es su confianza que se atreve a arrojar una fecha: finales de década, es decir, antes de 2030. Y, todavía, cabe una especificación más: “Creo que nuestra vacuna llegará antes de ese plazo”.
Las claves para una vacuna contra el cáncer
Pese a no querer revelar mucha información para que otras compañías no adelanten al proyecto de Kwok, el investigador ha revelado a El Mundo algunas de las diferencias que mantiene su estrategia en comparación con otras que persiguen el mismo fin. Ha dado pistas sabias acerca de una plataforma tecnológica para seleccionar los antígenos; ha puesto de valor la necesidad de tratarlo de manera “duradera” con “células T CD8″ para frenar la metástasis; y, sobre todo, el análisis del “momento idóneo” para administrar la dosis sin cometer un fallo en el propio proceso de la enfermedad.
Sobre el cáncer ha dicho que es “taimado” y “astuto”. A lo largo de su entrevista con el diario español ha enfatizado el alto coste de estas investigaciones y la necesidad de emprender todavía parte del camino. No hay nada hecho. Sin embargo, y en una coincidencia con más ciencia que azar, se sube al barco de los expertos que confían en un imposible cada vez más posible. Los mismos investigadores que pronostican un hito en la historia de la medicina para el no tan lejano 2030.
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