Martes y como no toca una entrada de LA RAZÓN Y LA CULTURA esta semana traigo un artículo ¿Cuándo podremos escapar de la Tierra (como pronostica Yolanda Díaz)?,parece que los élites en el mundo o millonarios quiero encontrar soluciones para escapar de la Tierra que cada vez esta peor por el cambio climático.
¿Cuándo podremos escapar de la Tierra (como pronostica Yolanda Díaz)?
Esta es toda la verdad sobre el famoso plan B de los multimillonarios
Yolanda Díaz parece haber caído en la conspiranoia y, durante un mitin, ha sugerido que las élites mundiales se están organizando para abandonar la Tierra. Lo cierto es que los políticos nos tienen acostumbrados a todo tipo de sinsentidos científicos. Puede que uno de los casos más sonados fuera el de Rajoy con aquel “Esto no es como el agua que cae del cielo sin que se sepa exactamente por qué”, pero estos errores se perpetran a uno y otro lado del espectro político. Algunos son descuidos, por supuesto, pero otros se cometen voluntariamente para resonar con los sesgos de los votantes. El caso de la energía es, posiblemente, el más evidente.
Hasta hace unos años había un claro enfrentamiento energético entre los partidos progresistas y los conservadores donde los primeros apostaban por las renovables y los segundos por la energía nuclear. Se extremaron las posturas y, en lugar de una apuesta por la complementariedad de ambas estrategias, tuvimos dos frentes, uno que omitía las dificultades técnicas de depender solo de renovables y otro que obviaba lo mucho que tardaríamos en amortizar una inversión masiva en centrales nucleares. Y, por supuesto, todo aderezado de acusaciones poco fundamentadas, sobreestimando la posibilidad de que ocurriera un desastre nuclear o sugiriendo que no había forma de mantener el aporte energético de las renovables cuando caía la noche y no había sol, ni viento, ni nada. ¿Qué hay entonces tras el éxodo espacial de Yolanda Díaz? ¿Tiene algún sentido? Y si no lo tiene… ¿es un error o miente para ganarse a sus votantes?
Reflexiones de equilibrista
La mayor parte de medios ya se ha hecho eco de las palabras de Díaz: “nos vamos al carajo”, “está diseñando un plan B basado en huir del mundo”, “cohetes para escapar de la Tierra, el metaverso y sus mansiones fortalezas, por ejemplo, en Nueva Zelanda”. Es más, ya es vox populi que todas estas ideas no son una ocurrencia de Díaz ni de su equipo, son un eco de un artículo publicado en el País unos días antes. Se titulaba “La élite tecnológica se prepara para el apocalipsis, ve cerca el fin de la civilización”, un clickbait como otro cualquiera en este nuestro sector de la información, aunque muy bien justificado, porque eran palabras literales del entrevistado, Douglas Rushkoff.
El doctor Rushkoff es profesor de Cultura Virtual de la Universidad de Nueva York y, en su libro, La supervivencia de los más ricos. Fantasías escapistas de los milmillonarios tecnológicos, habla precisamente de eso: de cómo los ricos fantasean con salir airosos de las grandes crisis actuales (dinero y tecnología mediante). Ahora bien, Rushkoff puede ser más o menos dado a creer en conspiraciones, pero cuando habla de una fuga espacial de milmillonarios lo hace con cautela. No dice que lo vayan a lograr ni que se hayan organizado con unas fechas de entrega para tener lista su nave. Dice que, cuando le ven las orejas al lobo, tratan de salvarse con los medios que tienen, y esos medios son monetarios y estamos en la era de la tecnología. Es una manera de interpretar la reciente obsesión de algunos magnates por el espacio, que invierten verdaderas fortunas en vuelos suborbitales y se embarcan en proyectos faraónicos para llevar humanos a Marte. Esa es la cuerda floja de la conspiranoia sobre la que camina Rushkoff con sus reflexiones de equilibrista. Parece, no obstante, que el equipo de Díaz se lo ha tomado de una manera más literal.
¿Cuándo será posible?
Podemos decir que, ahora mismo, no tenemos la tecnología necesaria para hacer lo que sugiere Díaz en el mitin. Si existiera un plan B realmente coordinado entre las grandes fortunas, este tendría como meta salvarse de la crisis climática, la escasez de recursos hídricos, la pérdida de especies o incluso una supuesta caída del capitalismo. Para lograrlo no nos llega con un vuelo espacial cortito, tendrían que quedarse a vivir fuera de la Tierra de forma indefinida, ya fuera en una nave o en algún cuerpo celeste, como un planeta o una luna. Y, dicho con pocas palabras: todavía no hemos logrado enviar seres humanos a otros planetas de nuestro sistema solar.
Tal vez podamos pisar Marte en unos años, pero los mundos realmente habitables nos quedan mucho más lejos, en otros sistemas solares. Así que, o esperamos a tener mejores formas de transportarnos por el espacio, o diseñamos edificios en los que guarecernos de los hostiles planetas que nos rodean. Y, aunque podemos fantasear con domos de cristal a prueba de radiación, con aporte de oxígeno, agua e incluso algo de presión atmosférica añadida, hablamos de futuribles bastante alejados. No es una tecnología que esté a la vuelta de la esquina y no podemos estimar cuánto nos separa de ella, porque está lo suficientemente lejos como para que no podamos intuir todos los escollos a los que tendrán que enfrentarse los tecnólogos. Algo parecido ocurre con la otra opción, la de diseñar naves capaces de acoger durante generaciones a pequeñas comunidades de humanos. Aquí nos alejamos incluso más del presente tecnológico y nos adentramos en la ciencia ficción.
¿Error o mentira?
Sabiendo que Rushkoff hablaba de fantasías y que estamos a siglos de que los milmillonarios puedan crear comunidades fuera de la Tierra, solo nos queda responder la última pregunta: ¿por qué dijo Díaz algo así? ¿Apostar por narrativas conspiranoicas podría granjearle votos a Sumar? Hay pocos estudios sociológicos al respecto y, aunque la mayoría apuntan a que las ideologías de derechas son más dadas a creer al pensamiento conspiranoico, somos uno de los pocos países donde esa tendencia se rompe. En España, así como en Rumanía y Hungría, parece haber más fanáticos de la conspiración entre aquellos que se identifican como “de izquierdas”. Sin embargo, no son un porcentaje muy significativo y el riesgo de perder votantes sensatos es una realidad.
Lo cierto es que no tenemos prueba alguna de que haya sido un comentario orientado a conseguir votos. Es más, tenemos las mismas evidencias de eso que del dichoso plan B de las élites. El pensamiento crítico nos empuja a dudar, pero no de cualquier cosa, sino de las más enrevesadas, al menos, hasta que tengamos datos que las apoyen. Así que, posiblemente, estemos ante un error y no una mentira. Una muestra más de las lagunas en cultura científica y tecnología de nuestro país. Porque los políticos son humanos, un reflejo de la sociedad (y ni siquiera de la peor parte).
En este caso, está claro que tenemos encima varias crisis mundiales y pronto llegarán otras. Es objetivo que los milmillonarios tienen los recursos económicos para intentar desarrollar tecnologías que nos salven de esas catástrofes. O, al menos, que les salven a ellos, porque tal vez rescatar a 8.000 millones de personas es demasiado incluso para sus bolsillos. Es una actitud que conocemos como “tecnooptimismo”, y no es exclusiva de los ricos. Vivimos pensando que, en algún momento, la tecnología nos ofrecerá un conjunto de avances que resolverán mágicamente el cambio climático, la pobreza y la escasez de recursos. Y, por desgracia, la tecnología no siempre tiene soluciones e, incluso cuando las tiene, a veces no llegan a tiempo. Y, por desgracia, los ricos no tienen un plan B para salvarse porque ni siquiera tienen un plan A.
QUE NO TE LA CUELEN:
- Para defender la veracidad del “plan B” tenemos que imaginar equipos de expertos iguales o mayores que los que hay en agencias como la NASA o la ESA y que ninguno de sus trabajadores se haya ido de la lengua. Podemos creer que los milmillonarios se reúnen periódicamente para diseñar un plan que les saque a escondidas de la Tierra o, en cambio, podemos pensar que no saben muy bien en qué gastar su dinero y dan rienda suelta a sueños de su infancia o, siendo un poco más caritativos, que simplemente están tratando de de sentir que tienen algún control sobre las crisis que se avecinan.
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Pirata Oscar
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