MUNDIALES DE BUDAPEST | 20 KM MARCHA
María Pérez (27 años) se proclama campeona del mundo en los 20 km marcha de Budapest, como hizo ayer Álvaro Martín, con un tiempo de 1:26.51.
“Tras Eugene hice cambios en la pisada, no empinar tanto el pie y entrar más pegada al suelo... pero no ha sido suficiente”, explicaba María Pérez (Orce, Granada, 27 años) a AS tras ser descalificada en los Europeos de Múnich. Segundo mazazo en 2022 para la campeona de Europa en Berlín 2018 después de sufrir otra exclusión en los Mundiales de Eugene. “Que ahora no guste el estilo de la marcha española... pues bueno. Es su trabajo. Yo soy atleta y tengo que marchar y ellos jueces y deben juzgar. No hay que darle más vueltas”, se conformaba la brava marchadora española.
En Budapest ha llegado la verdadera redención... que puede ser por partida doble ya que el jueves disputará los 35 km, distancia en la que posee el récord del mundo (2h37:15). En su prueba, los 20 km marcha, María ha demostrado que es la mejor del mundo. Un calificativo que hasta ahora era subjetivo y que ahora es oficial. Victoria sin paliativos, demostrando grandeza. Oro mundial, el segundo para España en Hungría tras Álvaro Martín. Éxito absoluto de la marcha patria.
La salida siguió el guion previsto. Las chinas al frente a marcar un fuerte ritmo que sirviera para limpiar el grupo. Pérez, muy atenta, cerca y sin prisas. Había que ir ganando confianza poco a poco. En apenas un kilómetro la asiática Jiayu Yang, plusmarquista planetaria con 1h23:49, había colocado a todas en fila de a uno y ocho marchadoras empezaban a abrir metro a metro una ligera venta. La mencionada china, su compatriota Ma, la italiana Antonella Palmisano, la peruana Kimberly García-León (veigente campeona del mundo), la australiana Jemima Montag... y la fantástica marchadora española. Los gallos del corral más dos invitadas: la mexicana Alegna González y la colombiana Lorena Arenas. El resto de las 48 participantes, de 23 países, sólo podían verlas alejarse en una preciosa y soleada mañana en Budapest.
“Lo que me pasó el año pasado me ha hecho más fuerte. Tocó olvidarlo y volver a trabajar con ganas para nuevos retos. Hubo momentos de querer tirar la toalla”, decía en la previa aeste medio. Trabajo, cambios, consultas, dudas... A grandes rasgos los cambios son dejar la pierna más atrás y la posición del tronco. Pequeños detalles pero he tenido que cambiar mi manera de marchar completamente”, explicaba María a este medio. Modificaciones que han hecho de la española una máquina perfecta y engrasada de marchar. Como ya era, pero en versión 5.0.
Los metros pasaban, los kilómetros avanzaban y el sólido grupo delantero se mantenía salvo por la colombiana Arenas que recibía dos avisos muy seguidos que le hacían ir reduciendo ritmo. Así se llegó al ecuador de la prueba. Los rictus iban variando, los nervios empezaban a ser latentes... pero todo parecía igual. Pérez marchaba a la izquierda de sus compañeras, en su propio mundo mental. Valorando sus opciones, afilando los dientes. Ocho marchadoras, ya que la ecuatoriana Morejón se unió remontando desde atrás, para tres medallas... y únicamente una sería campeona del mundo.
Como si un resorte saltara en su cuerpo, María decidió dar un golpe en la mesa. Cambio brutal de ritmo y varias acompañantes sufrían. Fue un primer aviso. A falta de seis kilómetros, la transalpina Palmisano avivaba el ritmo. María, pegada. Y al paso del km 15 llegó el mazazo de la española. Golpe salvaje al que sólo reaccionaba Montag... pero por instantes. Pérez dejó de sentir el aliento de las rivales, únicamente miraba hacia adelante. Tenía la gloria y la redención a escasos cinco mil metros.
María pudo disfrutar de su éxito, su marchar era imperial. Avanzaba como si fuera en motocicleta dejando una y otra vez atrás la fastuosa estadua de la Plaza de los Héroes. En el día de San Esteban, la reina fue española. Sonrisa desplegada, con la bandera española en la mano y el dedo apuntando a su gente en la grada. Triunfo espectacular con un tiempo de 1h26.51. 25 segundos sobre la plata, la australiana Montag, y 35 respecto al bronce, la italiana Palmisano. “Hacerlo bien aquí sería una forma de darle las gracias a toda la gente que me ha apoyado y animado para que no me diera por vencida y me rindiese”, anunciaba María. Pues va por ellos. Y por su pareja, Noe Morillas. Y por Jacinto Garzón su entrenador. Y por la marcha.
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