Seguimos con la sección de CULTURA Y ARTE esta semana el nuevo artículo es El Partenón, la joya de Atenas y la Grecia clásica, en esta nueva entrada conoceremos mejor como El Partenón una de las maravillas de la Grecia clásica.
El Partenón, la joya de Atenas y la Grecia clásica
Construido en el siglo V a. C., es uno de los edificios más emblemáticos de la Edad Antigua.
Erigido en la cima de la Acrópolis, el Partenón se alza como un emblema de la grandeza de la Grecia Clásica, encapsulando la esencia de su historia, ciencia y arte. Este templo, dedicado a Atenea, no solo refleja la maestría arquitectónica y escultórica de su época, sino que también narra las vicisitudes de una civilización que sentó las bases del mundo occidental. A través de los siglos, el Partenón ha sobrevivido a invasiones, transformaciones religiosas y catástrofes naturales, convirtiéndose en uno de los símbolos más destacados de la historia de la humanidad.
Vista frontal del Partenón. MinistryOfJoy / iStock
¿Cuándo se construyó el Partenón?
Antes de que el Partenón dominara la Acrópolis, este cerro sagrado albergaba modestos templos y santuarios, testimonios de la devoción ateniense. Sin embargo, en el 480 a.C., una invasión persa redujo a cenizas estas estructuras, dejando tras de sí un paisaje de desolación. Fue entonces cuando Pericles, visionario líder de la Atenas del momento, concibió la grandiosa tarea de reconstruir la Acrópolis, no solo para restaurar su gloria pasada sino para superarla. En este ambicioso proyecto, el Partenón se erigiría como el corazón palpitante del renacimiento cultural y espiritual de Atenas.
Para materializar esta visión, Pericles confió en el genio de tres figuras excepcionales: Fidias, Ictino y Calícrates. Fidias, un escultor de renombre, supervisó todo el proyecto artístico, infundiendo al templo una belleza sin precedentes a través de sus esculturas. Ictino y Calícrates, arquitectos de gran talento, concibieron un diseño arquitectónico revolucionario que desafiaba las convenciones y buscaba la perfección en cada proporción.
El mármol elegido para esta obra maestra provenía del monte Pentélico, conocido por su resplandor blanco y su capacidad para adquirir una suave pátina dorada con el paso del tiempo. Esta elección no solo garantizaba la durabilidad y la estética del edificio, sino que también simbolizaba la conexión de Atenas con su tierra y sus recursos. El innovador diseño arquitectónico, con su refinada aplicación del orden dórico y sus ajustes ópticos sutiles, como la éntasis de las columnas, reflejaba un entendimiento avanzado de la estética, marcando al Partenón como un pilar de la arquitectura clásica y un monumento a la ingeniería y el arte de la antigua Grecia.
La Acrópolis de Atenas con el Partenón coronando la cima. SHansche / iStock
El auge de Atenas
En la cúspide de su esplendor, el Partenón encarnaba la magnificencia de Atenas, un templo que deslumbraba no solo por su imponente estructura dórica, sino también por su profundo simbolismo religioso y político. Las columnas dóricas, robustas y sin adornos superfluos, elevaban el templo hacia el cielo, en un gesto de homenaje a Atenea Pártenos, la diosa virgen protectora de la ciudad. Dentro de sus muros sagrados, la monumental estatua de Atenea, obra maestra de Fidias, realizada en oro y marfil, presidía el santuario, simbolizando la sabiduría, la guerra justa y la protección divina sobre Atenas y sus ciudadanos.
El friso de las Panateneas, que recorría el perímetro interior del Partenón, era una narrativa en piedra que conmemoraba la mayor festividad religiosa de Atenas. Este friso detallaba la solemne procesión de ciudadanos, sacerdotes, jinetes y ofrendas hacia la diosa, reflejando la unidad cívica y la piedad de la polis. Las metopas, por su parte, esculpidas en altorrelieve en los espacios entre los triglifos del friso exterior, narraban míticas batallas que simbolizaban las luchas y victorias de los atenienses: desde la derrota de los centauros, pasando por las batallas con las amazonas, hasta la caída de Troya. Cada una de estas narrativas no solo exaltaba los valores atenienses de coraje y triunfo sobre la barbarie, sino que también reafirmaba el papel de Atenas como bastión de la civilización y la democracia en el mundo antiguo. En su conjunto, el Partenón era una declaración de la grandeza ateniense, un testimonio de su devoción religiosa, su poderío militar y su supremacía cultural.
Procesión de las Panateneas en el friso del Partenón. Marie-Lan Nguyen / Wikimedia
Las distintas vidas (y muertes) del edificio
A lo largo de los siglos, el Partenón ha experimentado transformaciones significativas que reflejan los cambios culturales y políticos de la región. Originalmente erigido como templo pagano, fue convertido en una iglesia cristiana en el siglo VI, dedicada a la Virgen María. Esta conversión implicó cambios estructurales, incluyendo la adición de un ábside en el extremo este y la alteración de la entrada principal. Posteriormente, con la llegada del dominio otomano en el siglo XV, el Partenón se transformó en una mezquita, lo que llevó a la construcción de un minarete para las llamadas a la oración.
Sin embargo, fue en 1687 cuando el Partenón sufrió su transformación más devastadora. Durante el asedio de Atenas por las fuerzas venecianas, el templo, utilizado por los turcos como almacén de pólvora, fue impactado por un cañonazo. La explosión resultante destruyó gran parte de su estructura, dejando al Partenón en ruinas. Este evento marcó un punto de inflexión en la historia del monumento, transformándolo de un lugar de culto activo a un símbolo de la antigüedad clásica y su vulnerabilidad ante las vicisitudes de la historia humana.
Metopas del lado oeste con relieves que muestran amazonas. Ken Russell Salvador / Wikimedia
Del saqueo a la conservación
El Partenón se ha enfrentado a numerosos desafíos a lo largo de su historia, no solo por desastres naturales y conflictos, sino también por el saqueo deliberado de sus tesoros. A principios del siglo XIX, Lord Elgin extrajo una gran parte de los frisos y esculturas del Partenón, trasladándolos al Reino Unido, donde actualmente se exhiben en el Museo Británico. Este acto, a menudo descrito como un saqueo, dispersó los mármoles del Partenón, despojando al templo de elementos cruciales de su legado artístico y cultural.
En las últimas décadas, Grecia ha emprendido esfuerzos significativos para restaurar y conservar lo que queda del Partenón, atendiendo a los retos impuestos por la erosión, la contaminación y los daños anteriores. Paralelamente, ha surgido un debate internacional sobre la repatriación de los mármoles del Partenón, centrando la atención en cuestiones de patrimonio cultural, propiedad y ética en el ámbito de los artefactos antiguos. Grecia argumenta que estos mármoles son parte integral de su patrimonio y deben ser devueltos para su exhibición junto al templo en el Museo de la Acrópolis, mientras que el Museo Británico sostiene su posesión legal, creando un diálogo complejo sobre la custodia y conservación del legado histórico.
612 - Estatua de Atenea. Al pie: Escultura de Atenea. Privizer / iStock
Escultura de Atenea. Privizer / iStock
El Partenón, más que un monumento, es un testimonio de la creatividad y resiliencia humana a través de los siglos. Su persistencia frente a adversidades, transformaciones y debates contemporáneos resalta su incalculable valor tanto en el ámbito histórico como en el científico. Cada piedra del Partenón cuenta historias de ingenio arquitectónico, devoción espiritual y luchas culturales, recordándonos la importancia de preservar nuestro patrimonio para las futuras generaciones. En su esencia, el Partenón simboliza la capacidad humana de crear belleza eterna y una de nuestras huellas más dignas a lo largo del tiempo.
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