NADAL SE RETIRA
El tenista español se retira como uno de los más grandes de la historia, independientemente del deporte. Phelps, Merckx o Latynina están en su club.
El vacío que deja es infinito, pero las vitrinas se quedan llenas. También la memoria y el legado, que van mucho más allá de los títulos. Rafa Nadal se retira como uno de los más grandes de siempre, independientemente del deporte. Como tenista, fue el primero en llegar a los 21 Grand Slams. Y a los 22 (con los que se despide). Y dejó esos 14 Roland Garros difícilmente igualables. Como figura pública, se erigió como un espejo en el que inspirarse: su sacrificio, su capacidad de superación, su discurso, su épica. Tantas remontadas por el camino, tantas escenas para extrapolar a la vida cotidiana, repleta de pequeños retos que se superan con mayor facilidad cuando, sobre tierra, hierba o pista dura, alguien ha logrado lo inimaginable. La suma de éxito, emociones y significado convierte a Nadal en un deportista que amplía el propio sentido de la palabra. Y le sitúa en un club muy selecto, en el que asoman Michael Jordan, Larisa Latynina o Muhammad Ali.
Joe Louis, el rey de los pesos pesados
“El bombardero de Detroit” es otro ejemplo paradigmático de la épica deportiva. Junto a otros seis hermanos, nació en una cabaña de algodoneros de Lexington (Alabama) y perdió a su padre a temprana edad. Se subió a un ring prácticamente de casualidad y, desde ahí, pasó a ser clasificado como el mejor peso pesado de la historia por la International Boxing Research Organization. Fue campeón de los pesos pesados durante 12 años seguidos (desde junio de 1937 a marzo de 1949), una marca a la que nadie se ha acercado, y realizó 25 defensas exitosas del título.
Bill Russell, el señor de los anillos
Nadie ha ganado tanto en el deporte estadounidense como Boston Celtics en los años 50 y 60. Ocho anillos seguidos y once en trece años, una dinastía difícilmente repetible. John Havlicek, Sam Jones, Bob Cousy, Red Auerbach... Son muchos los nombres propios que dieron forma a la hazaña. Entre ellos, el de Bill Russell, presente en los once campeonatos logrados y, con ello, el jugador con más anillos de la historia de la NBA.
‘O Rei’ Pelé
“Pelé es perfecto, Edson es una persona como otra cualquiera”, solía decir Pelé, Edson Arantes do Nascimento, sobre sí mismo. Pasó hambre de pequeño, cuando vendía cacahuetes y limpiaba zapatos en la calle para ayudar a la economía familiar, y se afanó para cambiar la historia, la suya y la del fútbol. Su irrupción en el Mundial de 1958, al que estuvo a punto de no llegar por lesión, significó un antes y un después. Con 17 años, ganó su primer Mundial. El primero de los tres, marca récord, que lograría en doce años.
Michael Jordan o el arte de volar
Desde su inolvidable canasta ante Byron Russell, en el sexto partido de las Finales de 1998, hasta el tiro libro con los ojos cerrados retando a Mutombo. Michael Jordan fue otro fino estilita del qué y el cómo. Sus seis anillos con Chicago Bulls, sus 14 All Star, sus diez temporadas liderando la NBA en anotación o sus cinco MVP le sitúan en la cúspide del baloncesto. Su carisma y la narrativa, con su sonado retiro para jugar al béisbol como muestra, le convierten en un icono social.
Eddy Merckx, el gran monumento
Pocos se atreven a cuestionar la posición de Merckx dentro de la historia del ciclismo. Si se utilizara una máquina para crear al corredor perfecto, saldría alguien de sus características. Reinó en todas las grandes vueltas, con cinco Tours de Francia, cinco Giros de Italia y una Vuelta a España, pero también en las clásicas y los monumentos. De hecho, junto a Roger De Vlaeminck y Rick Van Looy, es el único corredor en ganar las cinco carreras de esta última categoría.
Michael Phelps, el tiburón de las medallas
La bala o el tiburón de Baltimore. Cualquier apodo, por grandilocuente que sea, no es suficiente para ensalzar la figura de Michael Phelps. Pekín 2008 lleva su apellido, fueron sus Juegos Olímpicos. En ellos, logró ocho medallas de oro, el récord en una sola edición. Una parte significativa de su palmarés, pero no todo: con 28, es el deportista olímpico con más medallas de la historia. Las devoraba.
Jack Nicklaus, el Oso de oro
Ningún golfista tiene tantos Grand Slams como él. Y, pese a ello, Jack Nicklaus va mucho más allá de los números. El Oso de oro, como se le apodaba, era capaz de golpear tan fuerte como cualquiera y, al mismo tiempo, de acariciar la bola dentro del green. Ganó su primer título del Abierto de Estados Unidos en 1962 y ya no paró. Después, llegaron 18 majors y más de 105 torneos ganados.
Usain Bolt, el hombre que rompió la ciencia
Nadie pensaba que se podía nadar tan rápido hasta que llegó Phelps. Y nadie pensaba que se podía correr tan rápido hasta que llegó Usain Bolt. Sus 9,58 segundos en los 100 metros del Mundial de Berlín (2009) aún son estudiados por la ciencia, que vio rotos todos sus esquemas. Antes de establecer semejante récord, ya había batido la marca en otras dos ocasiones (9,72 y 9,69). El atleta jamaicano convirtió algo más que lo extraordinario, lo inconcebible, en rutina. En total, ostenta ocho medallas de oro en Juegos Olímpicos y los récords en 100 y 200 metros, además del de 4 x 100 en relevos.
Margaret Court, el mayor Grand Slam
Rafa Nadal, con su 22º major, logró lo nunca visto (después, Djokovic llegaría a la cifra) en categoría masculina. Antes, el mundo ya contempló a Margaret Court lográndolo. La tenista australiana levantó hasta en 24 ocasiones los trofeos de Roland Garros, Wimbledon, US Open y Open de Australia, llegando a ganarlos todos en una misma temporada. No es el único caso. Serena Williams, la inabarcable imagen del tenis femenino contemporáneo, acumula 23 Grand Slams.
Indurain y un lustro eterno
Lo difícil no es llegar. Lo difícil, dice el refranero popular, es mantenerse. Miguel Indurain lo hizo como nadie. El ciclista español, en un lustro dorado difícilmente igualable, ganó cinco Tours de Francia de forma consecutiva. Una oda a la regularidad. Más allá de sus entradas triunfales en los Campos Elíseos, Induráin también logró dos Giros y un mundial contrarreloj. Paradójicamente, se le resistió la Vuelta.
Larisa Latynina o el arte de ganar medallas
La gimnasta más laureada de la historia y la mujer con más medallas en los Juegos Olímpicos. En total, 18. Hasta Londres 2012, cuando le rebasó Phelps, era la deportista más condecorada en el certamen. Es difícil entender la gimnasia artística sin su legado, uno que empezó abrazado por la precocidad. Con 11 años, tras sufrir la muerte de su padre en la batalla de Stalingrado, encontró un refugio en el ballet. Con 21, llegó a Melbourne para cambiar la historia.
Leo Messi, el futbolista de oro
El rey del deporte rey. Al menos, en la época contemporánea y si se atiende al número de premios individuales. En 2023, marcando diferencias en la disputa con Cristiano Ronaldo (5), Leo Messi recibió su octavo balón de oro. Nadie tiene tantos como él. Es el jugador con más goles en la liga española, en un año natural... El fútbol personificado.
Giacomo Agostini, un acelerón imparable
“Es muy duro cuando dejas lo que llevas haciendo toda la vida”, aseguraba recientemente Giacomo Agostini. Más duro es todavía cuando lo que has hecho durante toda tu vida es ganar. El expiloto italiano cosechó 15 títulos y 122 victorias en el Campeonato Mundial de Motociclismo. Además, lo hizo de la única forma que sabía, acelerando más que nadie: sólo necesitó diez años.
Schumacher, Hamilton y sus siete Mundiales
Sobre dos ruedas, nadie corría como Agostini; sobre cuatro, el honor es compartido. Cuando Michael Schumacher logró su séptimo Mundial en 2004, era difícilmente concebible que alguien le igualara en un periodo de tiempo tan corto. Hamilton, en 2020, lo hizo posible. El carácter y la ambición del Kaiser o el hambre insaciable de Lewis. Los dos, como la mayoría de leyendas, han sobrepasado los límites de cualquier circuito.
Tom Brady, el sueño americano
Fue seleccionado con el pick 199 de la sexta ronda del Draft del 2000 y, a los 45 años, el 1 de febrero de 2022, en su segundo intento, se retiró como el más grande de todos los tiempos en la NFL. Tom Brady, con siete, tiene más Super Bowls que cualquier franquicia y ha ganado más de las que cualquier otro jugador ha disputado. Sus números, con innumerables récords, son de otro planeta; sus cualidades, de otra galaxia. Sin tener el físico más poderoso, el prototípico para su deporte, nadie ha ganado como él. Ni en cantidad ni en calidad.
Gary Kasparov, el inamovible uno
El maestro de los maestros. Desde 1984 hasta su retiro, en 2005, Gary Kasparov fue el número uno del ajedrez mundial. En total, 255 meses de liderato inamovible, cifra récord. Su rivalidad con Anatoly Karpov, que fue mucho más allá del deporte, ha escrito páginas y páginas de historia. La propia historia, de hecho, se puede entender a través de dicha rivalidad.
Muhammad Ali, una figura que trasciende
Una de las figuras más reconocibles dentro de la historia del deporte, tanto por los más cercanos como por los más alejados de él. Aún como Cassius Clay, se colgó el oro en los Juegos Olímpicos de Roma (1960). El primer golpe de una ráfaga imparable, un término que no está elegido al azar. Ni la prisión alejó a la leyenda del boxeo de la cima. En 1967, Ali se negó a ir a Vietnam con las Fuerzas Armadas de los Estados Unidos. Después de tres años y cinco meses en prisión y 43 meses sin pelear debido a la condena, volvió siendo el de siempre: el campeón, con la victoria ante Oscar ‘Ringo’ Bonavena en 1970 o ante George Foreman, en 1974, para recuperar el título mundial de la AMB y el CMB.
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