España cumple el guion y sella ante la débil Suiza su presencia en el Mundial de Australia 2027, la segunda de su historia, tras 26 años de espera.
Y al fin, tras una larga noche, tras tantos años de letargo en parte autoinfundido, del que parecía que no despertaría nunca, el ‘gigante dormido’ del rugby mundial y del deporte español ha abierto los ojos. Se quitó las legañas este domingo ante Suiza (13-43), en una tarde cuya ausencia de épica no evitará que perdure en la memoria del aficionado oval, ni que ocupe el lugar de recuerdos más traumáticos. Los posteriores a la victoria contra Portugal en 2022 o todos los de aquel infausto marzo de 2018. Esta victoria es el clavo que saca a muchos otros clavos y la que lleva, por primera vez en 26 años, a los Leones a un Mundial. El de Australia 2027, solo el segundo pero seguramente no el último, de su historia.
Fue un partido escaso en narrativa deportiva. Ni más ni menos que lo esperado ante un oponente netamente inferior, recién ascendido a este nivel del mal denominado Campeonato de Europa, que venía de encajar 110 puntos de Georgia, con una Federación aún por construir al completo y un equipo con cantera obvia, por lazos históricos, en Francia, que sin embargo no es ni la primera ni la segunda opción en el entorno de aquellos sin el nivel suficiente para recibir la llamada del Gallo. En eso mismamente España les lleva ventaja.
RESUMEN
Ensayos: Lucon (48')
Conversiones: Porcher (49')
Golpes de castigo: Perrod (12')
ESPAÑA (21+22): Futeu, García, Santamaría, Urraza, Ariceta, Foulds, Pichardie, Nieto, Bay, López Bontempo, Carmona, Gimeno, Mateu, Cian y Casteglioni -También jugaron- Ovejero, González, Domínguez, Saleta, Imaz, Irusta, Vinuesa y Richardis
Ensayos: Santamaría (5'), Bay (18', 61'), Cian (33'), Ariceta (44'), Imaz (72'), Casteglioni (75')
Conversiones: López Bontempo (6', 19', 34', 45')
Estadio: Municipal de Yverdon-les-Bains.
Árbitro: Nicolae Fratila, rumano. Amarilla a Porcher en el 32', a Cian en el 47', a O'Grady en el 68' y a Imaz en el 78'.
No tardaron en abrir brecha los Leones, con las mismas armas que les han llevado a este punto. Del maul salió el primer posado visitante, tras un periodo de zozobra en el que el rumano Nicolae Fratila amagó con una amarilla a Futeu que resucitó por instantes (aunque no habría resultado ninguna locura que se la mostrara) viejos fantasmas de Bruselas. Los suizos, que por ahora tienen una parte importante de las necesidades para ser competitivos en el futuro, el tamaño, cubierta, rentabilizaron parcialmente la indisciplina española, pero una buena combinación entre Gimeno y Casteglioni terminó con un ensayo de Bay en el ecuador del primer tiempo. Incluso con una actuación ciertamente pobre, con una catarata de golpes de castigo acumulados en la primera media hora, inadmisibles a cualquier nivel, España conseguía trasladar su teórica superioridad al marcador. En este caso el fin justificaba cualquier medio.
Las marcas de Ariceta, Bay, Imaz y Casteglioni en la segunda parte completaron el bonus ofensivo, útil en la batalla que se abre ahora por el título continental, con Georgia enfrente por la primera plaza del grupo la próxima semana. Fueron los últimos párrafos de un relato escrito de antemano, que no es final de trayecto. Si acaso conclusión de una etapa de mediocridad e inicio de una nueva era a la que ya tocará ponerle calificativo más adelante. El camino de verdad empieza ahora, cuando las estructuras que gobiernan este deporte a nivel nacional, desde el CSD a la última escuela del pueblo más recóndito del país, deberán administrar provechosamente el aumento de recursos y oportunidades que traerá el pasaporte a las antípodas.
De que esta vez se hagan bien las cosas dependerá que todo este accidentado deambular hasta el gran escaparate oval no quede en vano como hace un cuarto de siglo. La ventaja es que ahora se puede construir sobre cimientos más sólidos. La RFER, que va profesionalizando su gestión sin prisa pero sin pausa, tiene la confianza del Consejo y World Rugby, aliados indispensables para explotar todo el potencial de un país de 48 millones de habitantes con un papel protagonista en todas las grandes disciplinas colectivas menos esta. También tiene planes de enjundia a nivel de base, de élite y de infraestructuras. Pero solo planes por ahora, que habrá que ver cómo se ejecutan. La connivencia con los clubes, antes oposición, será importante en ese proceso.
Como es importante la figura de un seleccionador masculino adaptado a su realidad y necesidades, que parece haber encontrado en Pablo Bouza. Con un equipo femenino que ha completado con éxito su transición generacional y ambas selecciones de seven en las Series Mundiales (la masculina cosechando éxitos inéditos esta temporada), el cuadro es alentador. Solo le hace falta un buen marco y que los autores eviten brochazos innecesarios para que el crecimiento se dé de forma orgánica. Lo más importante de cara a su proyección, estar en la gran pinacoteca rugbística, el Mundial, ya se ha conseguido.
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