Como en un cuento de hadas, Perrone cerró su carrera con el último gol en la final, quedándose la pelota. Partidazo de Sanahuja y Granados en el cuarto oro de la Selección.
Ni un guionista hubiera diseñado un cuento de hadas tan mayúsculo como el cierre de los Mundiales de Singapur para la Selección española masculina. Porque, 27 años después del primer título, en Perth 1998, España volvió a conquistar el oro, el cuarto de su historia, contra Hungría. Y porque nadie, ni su protagonista, hubiera siquiera escrito, imaginado ni soñado un colofón como el que regaló Felipe Perrone a su impresionante carrera. A sus 39 años, ‘O Rei’ Felipe coronó a España campeona del mundo anotando el último gol, la excelente guinda, quedándose el balón cuando sonaba la bocina definitiva y abrazándose con su seleccionador y amigo David Martín, quien acto seguido señalaba al cielo. Glorioso.
Cerraba los ojos Perrone con los últimos compases del himno español. Y los abrían de par en par él y todo el equipo en el esprint inicial, puro hambre de Sergi Cabanas para ganar la primera bola en un cuarto inicial que tuvo un poco de todo. Porque entre el travesaño, el propio capitán y Unai Aguirre salvaron los tiros de Gergely Burián y de Vendel Vigvári. Y volvió a aparecer Bernat Sanahuja, el gigante de las eliminatorias, con seis goles en los cuartos de final y cuatro en semifinales, para anotar otros tres del tirón. Como poseído por la envidia (sana, por supuesto), igualó su oferta Álvaro Granados y marcó dos.
Sin embargo, no estaba siendo un paseo. Tampoco dijo nadie que fuera a serlo, ante una Hungría que aprovechaba cualquier circunstancia. Como Daniel Angyal al ver que Aguirre estaba demasiado adelantado. Gergo Fekete, solo en exceso. Vendel Vigvári, en superioridad. Y de nuevo Angyal en un contraataque para el 5-5 con que se cerraba el primer cuarto, que llegó con suspense porque David Martín solicitó la intervención del VAR por un posible penalti previo sobre Miguel de Toro que no le fue concedido, perdiendo así toda opción de reclamar más revisiones el seleccionador español.
Agarraba el portero español, autor de dos paradas en la decisiva tanda de penaltis de la semifinal frente a Grecia, cierto protagonismo en los siguientes minutos, con intervenciones ante Erik Molnar, Vendel Vigvári (dos) y Adam Nagy, ayudado eso sí Aguirre por una excelsa defensa, tal como demostraron los bloqueos providenciales del omnipresente Sanahuja y de Perrone.
Lo único imparable antes de la media parte fue la preciosa parábola de Vince Vigvári sobre su compañero en el Barceloneta. Pero si Hungría solo anotó un gol en el segundo periodo, España transformó dos, una vez más Sanahuja y Alberto Munárriz, el artífice del milagro previo a la final. Las acciones en superioridad estaban resultando determinantes.
No empezaba bien la segunda mitad, con un doblete de Burián apoyado en cierta fortuna. El primero, por lanzar cuando se le agotaba la posesión. Y el 7-8, que significaba la primera ventaja para los magiares, tras dos rechaces consecutivos. Entretanto, revisaba el videoarbitraje un cabezazo fortuito de Unai Biel en la cara de Gergo Fekete, sin consecuencias, y Vince Vigvári aprovechaba una jugada en hombre de más para ampliar la cuenta de Hungría.
Sobrevolaban en el ambiente las pájaras del tercer cuarto sufridas en la primera fase ante Australia o contra la propia Hungría, y en la semifinal frente a Grecia, en la que se tiró la Selección 19 minutos sin marcar, aunque a decir verdad siempre acabó ganando esos encuentros. Máxime cuando ya tres tiros se habían quedado estancados por el agua en la misma línea de gol. Pero Granados sacaba partido de una exclusión y, aunque Akos Nagy anotaba por la escuadra, replicaba Perrone, quién si no, rematando al palo corto, sobre el cuerpo de Kristof Csoma, para situar el 9-10.
Se recobró España de ese síndrome del tercer cuarto con un arranque formidable de los últimos ocho minutos, que no podían conducir otros goleadores que Sanahuja y Granados, dos del patíbulo en estos Mundiales, para devolver una ventaja que enseguida neutralizó otra vez Burián, todos ellos en acciones en jugador de más. Y Munárriz se topó con Csoma, pero de ese córner surgió el desquite inmediato del navarro, el 12-11, en esa fase donde cada gol es una fiesta o una daga clavada en el pecho. Y una celebración, la del pistolero, igual que en la final del Europeo de Croacia 2024, fue la que realizó Granados al transformar el decimotercero, cuando nadie más que él creía en la acción, agotándose la posesión y con media Hungría volcada ya en un contraataque que jamás existió.
Lo que sí existió fue un final frenético. Con el tiro al palo de Krisztian Mahercz, que poco después salvó a su selección cuando, expulsado el portero por una falta grosera, detuvo con una mano el tiro de Perrone. Se agigantó como en las grandes ocasiones Aguirre, frente a Fekete y luego delante de Adam Nagy. Y Unai Biel convertía con el alma el 14-11.
Por si le quedaba alguna esperanza a los húngaros, la enésima intervención del guardameta español permitió a la Selección gestionar la ventaja con inteligencia, agotando las posesiones. Incluso tuvo el privilegio de poder dar entrada a Edu Lorrio, que se estrenó también con una parada.
El 14-12 de Adam Nagy ni lo celebraron los magiares, de hecho su mueca fue de dolor. Las dos últimas posesiones, como si de un cuento de hadas se tratara, las condujo un Felipe Perrone que culminó a falta de 18 segundos con el gol que daba la gloria a España. ‘O Rei’ para devolver la corona a la Selección. Para él, la segunda y última tras la de Budapest 2022. La cuarta del combinado, y su quinto podio mundial consecutivo en su segunda edad de oro.
Grecia se cuelga el bronce
Víctima de España en las apretadísimas semifinales del martes, se pudo desquitar Grecia este jueves en el partido por el tercer y cuarto puesto, en la final de consolación, al imponerse a Serbia, vigente campeona olímpica, con un plácido 16-7, fruto de un impresionante parcial de 6-0 en el segundo cuarto. Es el cuarto bronce de los helenos, que también llegaron a ser subcampeones en Fukuoka 2023.
Brillaron Efstathios Kalogeropoulos con un cien por cien de acierto y tres goles, los mismos que Envangelos Pouros, si bien el MVP del partido designado por World Aquatics fue su guardameta, Panagiotis Tzortzatos, autor de 11 paradas, con un altísimo 69 por ciento de acierto. Solo Vasilije Martinovic, con cuatro dianas, supo derribar su muro.
No hay comentarios:
Publicar un comentario