Waterpolo (M) | Singapur 2025
“Es lo que merecía una leyenda como él”, afirma David Martín. “Es una de las cosas más bonitas que me ha dado el deporte”, añade Granados. Una retirada para la historia.
“Ha sido como una película. No podía creerlo, porque me parece que ni siquiera las mejores películas tienen este final, con el último gol y la victoria en un campeonato del mundo”, narra Felipe Perrone, que con esa diana que aseguraba el oro a la Selección española en la final de Singapur 2025, que suponía su despedida soñada, decidió “disfrutar. Es el momento en que realmente me liberé”, asegura la leyenda del waterpolo, quien en los últimos seis meses, en privado junto a sus compañeros, su otra familia, no pudo reprimir en varias ocasiones las lágrimas por la carrera que se acababa. Y que este jueves recibía el trofeo de campeones del mundo con una de sus sonrisas de oreja a oreja, marca de la casa.
Porque Perrone (27-02-1986, Rio de Janeiro) se despide del waterpolo en activo a lo grande, con el oro que ya había conseguido en Budapest 2022, otro de sus 13 Mundiales -por supuesto, récord universal- que comenzaron con Brasil en Fukuoka 2001. Habiendo sido también campeón de Europa, de la World Cup, de los Juegos del Mediterráneo y poseedor de cinco diplomas olímpicos. Y con una carrera igualmente inmaculada a nivel de clubes, mayormente con el CN Atlètic Barceloneta: tres Champions, tres Supercopas de Europa, una Eurocup, 17 Ligas españolas, dos italianas, dos croatas, brasileñas, 16 Copas del Rey, la Copa de Estados Unidos…
Y nos detenemos, porque el currículo es interminable. Como interminable la cantidad de iconos del waterpolo que aparecían en el vídeo de despedida que le proyectaron en el OCBC Aquatic Centre tras la final. O el bonito abrazo con sus rivales por el oro Vince Vigvári y Gergely Burián, compañeros marineros, aún en el agua, antesala de otro abrazo ya icónico para la historia de este deporte: con David Martín.
“Estoy sobre todo muy feliz por Felipe. Es el final que merecía una leyenda como él, un jugador que ha dado tanto al waterpolo”, proclama el entrenador. Y se la devuelve a lo grande Felipao: “Fue mi capitán cuando jugaba con él. Lo conozco desde hace 20 años. Para mí, esta es otra parte de la película, lo cual es hermoso, ya que estoy con David y la relación que tengo con él es increíble”, cuenta a World Aquatics.
De ídolo de niño a amigo
Se añade a la ecuación un tercer amigo. Y testigo directo de los dos goles en dos tiros de Perrone en la final, cien por cien de efectividad, además de una asistencia. Es Álvaro Granados. “No tengo palabras para describir a Felipe. Al terminar el partido, le he dicho que una de las cosas más bonitas que me ha dado el deporte ha sido poder ser su amigo. Fue mi ídolo de niño viendo waterpolo, y poder convertirme en su amigo, su compañero de habitación durante los últimos cuatro años, es una de las cosas más bonitas que el deporte me ha dado y me seguirá dando, sin duda”, ensalza el gran goleador.
“Siempre ha velado por el bien del equipo. No tiene ningún ego, es uno de los mejores jugadores de la historia, pero y siempre ha priorizado a los demás para el bien del grupo. Todos hemos aprendido mucho de él, porque es muy humilde, una persona excelente y un gran amigo”, rubrica Granados.
Su primer verano con sus padres y sus hijos
Lo que viene para Perrone, después de prácticamente un cuarto de siglo en el agua al máximo nivel, es reunirse junto a sus padres, con quienes no ha podido compartir un solo verano desde que abandonó Brasil, a los 15 años. Y lo mismo con sus hijos, de ocho y 14 años. “Nunca he tenido un fin de semana junto a ellos, así que ahora quiero dedicarles tiempo. Y luego, decidiré qué quiero hacer”.
Las puertas deberán estar abiertas para la leyenda. Porque en este tiempo, además de jugar, de ganar y de ser el mejor compañero, capitán, consejero y amigo para quienes le han rodeado, con unos valores inalterables, también ha aportado como miembro de la comisión de deportistas de World Aquatics. Y desde hace unos meses, tal como él mismo explicó en AS, ejerce como embajador del Programa de Manipulación de Competiciones del Comité Olímpico Internacional. “Ganar no es una sensación adictiva, pero el deporte sí lo es”, lanza Perrone, sentando cátedra hasta el final.
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