lunes, 20 de diciembre de 2021

LA RAZÓN Y LA CULTURA 7 ( Entre su identidad y Heinrich Himmler: 5 curiosidades de la Dama de Elche y Así cayó Tenochtitlan: 500 años de la conquista de Hernán Cortés)

 

 

Martes y como no toca una entrada de LA RAZÓN Y LA CULTURA seguimos hablando de Dama de Elche que da para otro artículo interesante y como cayó Tenochtitlan hace 500 años.


Que espero que os guste y ya sabéis nos vemos el próxima martes con dos artículos más en una nueva entrada de LA RAZÓN Y LA CULTURA.

 

 

Entre su identidad y Heinrich Himmler: 5 curiosidades de la Dama de Elche

 

 

Hoy se cumplen 124 años desde que la loma de La Alcudia fue testigo de un gran descubrimiento arqueológico: el joven jornalero Manuel Campello se topó con esta joya del arte ibérico

 

 La Dama de Elche

 

La Dama de Elche

Si algo maravilloso tiene el arte es la emoción que suscita a partir del misterio. La maestría de esculturas o pinturas, sean de la época que sean, alude a la curiosidad, intrínseca del ser humano, y provoca la investigación incansable de cada obra, para entender quién lo hizo, cómo y por qué. Y, hablando de secretos, si una creación debe presumir de tener un carácter misterioso, esa es la Dama de Elche. Hoy se cumplen 124 años de aquel 4 de agosto de 1897, cuando un joven jornalero, Manuel Campello o, entonces, “Manolico”, cogió un pico, empezó a cavar en la tierra y dio con una de las mayores joyas del arte ibérico.

Se descubrió en la loma de La Alcudia, en Elche, y la noticia del hallazgo no tardó en difundirse por toda España y en el extranjero. Desde entonces, no hay más que preguntas sobre la Dama de Elche, sobre su identidad -hay quienes han sugerido que se trata de un hombre, posiblemente de un soldado al que quisieran rendir homenaje-, sobre qué representa o cómo llegó ahí. El descubrimiento de aquel niño fue histórico y, hasta hoy, la escultura no ha hecho otra cosa que protagonizar grandes momentos y asentar un legado repleto de curiosidades.

 

1. Del suelo al balcón

Cuando Manuel Campello avisó a sus compañeros jornaleros de que se había encontrado con un rostro de piedra mientras excavaba, uno de ellos, Antonio Maciá, terminó de extraerla. Y, por supuesto, no podían dejarla allí, era algo de lo que un joven podía perfectamente presumir ante sus vecinos, por lo que la exhibió sobre un taburete en el balcón de su casa. Veintiséis días después, fue vendida por 4.000 francos (unas 5.200 pesetas de entonces y unos 30 euros de ahora) a Pierre Paris, y ahí comenzó la andadura mediática de la escultura.

 

2. No tiene color... pero antes sí

El busto representa el lujo, pues aparece ricamente ataviado, con velo, pendientes o collares. Unos detalles realizados con piedra caliza entre los siglos V y IV a.C. y que hoy día se observa con el color del material. Pero no siempre se mostró así. Originariamente, la Dama de Elche estaba policromada, así como sus ojos estaban rellenos de pasta vítrea. Según se ha reinterpretado en algunas investigaciones, los rodetes que hacen de paréntesis al rostro y los medallones de los collares serían amarillos, utilizando también el rojo, el marrón o el azul como principales tintes.

 

 La Dama de Elche estaba policromada originalmente

 

 La Dama de Elche estaba policromada originalmente FOTO: @ajovin

 

3. ¿Hombre o mujer?

La ostentosa escultura ha sido tildada con todo tipo de identidades. Hay quienes aseguran que fue una mujer noble de la época, por los elementos decorativos que tiene, así como otros aseguran que es una diosa. Hasta se ha especulado que pudiera ser un hombre al que, por alguna hazaña, se le quisiera rendir homenaje. No obstante, la teoría que más ha calado, hasta ahora, es que seguramente fuera una mujer de alta clase social.

 

4. Entre París y Heinrich Himmler

El arqueólogo Pierre Paris lo supo en cuanto conoció la noticia: había que hacerse con la Dama de Elche. Y tal fue su rapidez en incitar al Museo del Louvre que la comprara que en España no hubo tiempo ni de hacer que la obra fuera inexportable. Así, la escultura viajó hacia la capital francesa, donde la polémica estuvo servida al estar muchos expertos españoles incrédulos por haber “perdido” una obra de dicho nivel. No obstante, regresó a España, por fin, hace 80 años, a modo de “celebrity” y suscitando el interés de todo tipo de personalidades: Heinrich Himmler, jefe de las SS alemanas, fue uno de los visitantes que más tiempo estuvo contemplando a la Dama de Elche cuando ya se asentó en el Museo Arqueológico Nacional de Madrid.

 

5. Un hueco en la espalda

Otro de los grandes misterios del busto es por qué tiene un hueco en la parte trasera. Según el Museo Arqueológico Nacional, esta oquedad “sugiere un posible uso como urna cineraria”. Es decir, para conservar las cenizas de algún difunto. No obstante, no ha sido, por supuesto, la única teoría, sino que, por ejemplo, Pierre Paris optó por asegurar que ese espacio se utilizaba para ofrendas. Asimismo, otro experto, Pedro Ibarra, sostuvo que servía para que la voz del sacerdote repercutiera y se oyera mejor.


 

 

Así cayó Tenochtitlan: 500 años de la conquista de Hernán Cortés


Un 13 de agosto de hace medio milenio, el conquistador español tomó la capital azteca. El historiador Antonio Espino López, autor de «Vencer o morir» (Desperta Ferro), cuenta cómo fue

 

 Tapiz idelizado e ilustrativo del encuentro entre Hernán Cortés y Moctezuma

 

 Tapiz idelizado e ilustrativo del encuentro entre Hernán Cortés y MoctezumaLa Razón (Custom Credit)

 

 

El gran caudillo extremeño Hernán Cortés (1485-1547) supo en 1519, cuando fue comisionado por el gobernador de Cuba, Diego Velázquez, para emprender una de las muchas expediciones de toma de contacto con la cercana costa mexicana que patrocinó, que iba a transformar dicha expedición de descubrimiento en otra de naturaleza muy distinta: iba a conquistar las tierras del interior de aquel país tan inmenso, misterioso y, sobre todo, rico. Merced a enormes cualidades, entre las que cabe destacar su inteligencia, su carisma, su capacidad organizativa, su valentía, sus dotes diplomáticas, Cortés supo entender muy pronto dos cosas: en primer lugar, debía hacer del conjunto de compañeros que lo seguían en aquella aventura un grupo cohesionado, motivado y adicto a su persona; es decir, los iba a constituir en una suerte de compañía militar de élite, la punta de lanza de sus ambiciones.

Iban a ser poco más de un par de millares de hombres en el transcurso de la Conquista (1519-1521), de los cuales apenas mil iban a luchar junto a Cortés en el transcurso del sitio de la gran urbe mexica desde fines de mayo y hasta mediado agosto de 1521. Mas que por su armamento, los hombres de Cortés iban a destacar en el campo de batalla por su voluntad de vencer, de aguantar hasta el final. Solo tenían sus vidas que perder y un gran botín que ganar. Así se lo dijo Cortés y ellos le creyeron. Y lo hicieron porque el de Medellín luchaba como el que más y padecía todos los inconvenientes de una guerra dura y difícil como el primero.

 

 Morrión español temprano, típico de la época de la Conquista

 

 Morrión español temprano, típico de la época de la Conquista FOTO: La Razón (Custom Credit)

 

Y en segundo lugar, Cortés supo también muy pronto que, como había ocurrido desde siempre en la historia de la humanidad, el enemigo de tu enemigo puede ser tu amigo. Y los mexica, un imperio soberbio, despiadado, altivo y orgulloso, si no carecían de algo era de enemigos. El caudillo extremeño supo hacerse con los servicios de numerosos pueblos aborígenes utilizando la persuasión, la diplomacia, la fuerza e, incluso, la crueldad y el terror cuando hizo falta. De esa forma, logró constituir un enorme ejército de varios cientos de miles de personas, desde guerreros, zapadores, porteadores y demás personal de servicio; es decir, se convirtió en el líder de una gran coalición anti-mexica.

Una vez decidido por la conquista de la gran ciudad de México-Tenochtitlan, una enorme urbe sita en el centro del lago Tetzcoco y unida a tierra firme por diversas calzadas levantadas sobre diques, Cortés dividió a sus tropas hispano-aborígenes en tres grupos, para que avanzasen por cada una de las calzadas principales, mientras que la presión aumentaría sobre los mexica al hacer construir Cortés trece “bergantines”, más bien lanchones artillados, pues cada uno de ellos portaba un cañón, para evitar sus salidas desde la ciudad a través del lago. Era el bloqueo total de la urbe.

 

Una dura batalla

A lo largo de junio y julio se iban a suceder los combates casi sin solución de continuidad. Se peleaba en las calzadas para forzar el paso hacia el interior de la ciudad, no sin tener que sortear toda suerte de obstáculos: los mexica abrían fosos en las calzadas, levantaban albarradas, procuraban desembarcar tropas desde sus canoas a la retaguardia del avance hispano y poder copar al enemigo, etc. Cortés se iba impacientando al comprobar la resistencia mexica y las enormes dificultades que le esperaban para domeñarlos. En una ocasión, olvidando su habitual cautela, se lanzó con algunos de sus hombres a la lucha sin tener el camino de retroceso asegurado. Fue un grave error.

El propio caudillo, hecho momentáneamente prisionero, pudo ser salvado por uno de sus fieles. Pero otros muchos murieron y no todos en combate: los hombres de Cortés pudieron ver con horror cómo sus compañeros eran arrastrados hasta los templos para ser sacrificados. La moral iba bajando por la prolongación del asedio, por el cansancio acumulado, con guardias y ataques constantes, día y noche, sin apenas descanso. Las múltiples heridas que los hombres iban atesorando tras tantas jornadas de lucha los debilitaban a ojos vista. Pero nadie se iba a rendir. Aquella no era una guerra entre europeos. No habría posibilidad de negociar una rendición con el enemigo o pedir un rescate. Ser capturado significaba ser inmediatamente inmolado en un templo pagano. Ante aquella perspectiva todos lucharían hasta el final. Como les había asegurado Cortés en diversas arengas, allí se había ido a vencer o morir.

Pero poco a poco, los oficiales de Cortés, comandados por Pedro de Alvarado, Gonzalo de Sandoval o Cristóbal de Olid, fueron introduciéndose con sus hombres en la gran ciudad barrio a barrio. Para evitar contragolpes y presionar a los supervivientes, buscando su rendición, Cortés tomó la decisión de ir derrocando la ciudad conforme se avanzaba: de esa forma se aseguraba el control total sobre lo conquistado. No se podía perder un barrio que ya no existía. Además, se iría quemando la enorme cantidad de cuerpos que se encontraban a su paso: el hambre, la sed, la enfermedad causaban tantos estragos como los propios combates.

 

El paso final hacia la rendición

A primeros de agosto, Cortés procuró por todos los medios que el gran emperador Cuauhtémoc entendiese que no tenía más opción que rendirse. Pero este no sabía muy bien cómo hacerlo. Ningún emperador mexica lo había hecho nunca. Los combates prosiguieron. Por último, ante la evidencia de que la ciudad iba a ser conquistada sin remedio, Cuauhtémoc intentó escapar en canoa cuando fue capturado y llevado ante la presencia de Cortés. Era el 13 de agosto de 1521. Un gran silencio se hizo al finiquitarse los combates. Del griterío ensordecedor de las jornadas de lucha se pasó al mutismo. Millares de cadáveres, hediendo, llegaron a enfermar al propio Cortés. Comenzó el pillaje de lo que quedaba. Hernán Cortés había vencido. La caída de México-Tenochtitlan es una hazaña bélica de una dimensión extraordinaria. Significó el final del imperio mexica y el comienzo de una nueva era. Pero, como toda conquista, fue un hecho heroico y trágico por igual.

Antonio Espino López es profesor en la Universidad Autónoma de Barcelona y ha publicado diversos libros de historia publicados por Desperta Ferro, como “Vencer o Morir” o “Plata y Sangre. La conquista del Imperio Inca y las Guerras Civiles del Perú”.

 

 

TODA LA INFORMACIÓN LO HE

ENCONTRADO EN LA PÁGINA 

LA RAZÓN






 

 

 
 Pirata Oscar 

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