lunes, 27 de diciembre de 2021

Una hazaña científica: cinco razones que aceleraron las vacunas contra el covid

 


 

  • "Entre un año y un año y medio", dijo Fauci cuando le preguntaron cuánto se tardaría en tener una vacuna

  • Al final fueron sólo 11 meses, un logro sin precedente en la historia de la ciencia

  • El conocimiento de los coronavirus, años de experimentación, el apoyo público y las olas de la pandemia han sido claves

 

El dos de marzo de 2020 los primeros ejecutivos de la industria farmacéutica de Estados Unidos acudieron a la Casa Blanca. La pandemia del coronavirus parecía aún una amenaza de dimensiones desconocidas (en España había 120 casos, dos focos y ninguna noticia de muertos, todo se disparó una semana después). 

 


Trump: "¿Cuándo tendremos una vacuna?"

El presidente Trump quería saber cuánto tiempo se tardarían en conseguir una vacuna. El director ejecutivo de Moderna, el francés Stephan Bancel, se lanzó sin cautelas y habló de lo rápido que avanzaban sus ensayos de la vacuna de ARN mensajero.

“Así que podemos contar con ella en menos de un año…”, empezó a decirle Trump cuando Anthony Fauci le interrumpió antes de que el primer ejecutivo de Moderna tuviera tiempo de comprometerse a poner una fecha temeraria a su vacuna. 

 

¿Una vacuna en 18 meses? 

“Entre un año y año y medio”, precisó Fauci, la máxima autoridad científica de Estados Unidos en enfermedades infecciosas. “La vacuna tardará al menos 18 meses”, titulaban los medios a finales de marzo. Un plazo que le parecía “ridículamente optimista” a Paul Offit, uno de los mayores expertos mundiales en vacunación. La vacuna más rápida antes de 2020 había sido la de las paperas: tardó cuatro años entre desarrollo, ensayos y autorización. 

 


Resultados en solo 11 meses

Las vacunas contra la covid han roto todos los records. Las tres occidentales llegaron tan solo 11 meses después de que se publicara la secuencia del coronavirus y con una eficacia en ensayos por encima de las mejores expectativas.

Incluso antes se lanzaron dos vacunas, una rusa y una china. No han sido autorizadas por la Agencia Europea del Medicamento y sus datos de eficacia no son del todo transparentes, pero sí se han distribuido por América Latina y países árabes además de Rusia y China. 

 

Nuevas tecnologías

En occidente, las vacunas que han ganado la carrera con una alta eficacia inicial han sido las basadas en técnicas relativamente recientes: las de ARN mensajero (Pfizer y Moderna) y las que utilizan un adenovirus como vector de la vacuna (AstraZeneca y Janssen).

Las vacunas de ARN mensajero no son las únicas, pero se han convertido en las estrellas indiscutibles de la lucha contra la pandemia (y de paso han generado ingresos multimillonarios a tres empresas farmacéuticas). Sólo 66 días después de que se publicara la secuencia genética del coronavirus, Moderna le estaba inoculando su vacuna a la primera voluntaria de los ensayos. 

 

¿Qué ha acelerado las vacunas?

Pero lo cierto es que nunca antes se había autorizado una vacuna de ARN y las basadas en adenovirus se habían desarrollado sólo en la última década con resultados discutibles, como el que se probó contra el virus del sida en África. ¿Cómo han podido desarrollar una vacuna con tal rapidez si, por ejemplo, en más de 30 años ha sido imposible con el sida? 

 

1- Porque el coronavirus es menos complicado que el VIH. El coronavirus en humanos se investiga desde el primer SARS en 2003, se sabía la proteína que había que atacar y se conocía su diseño estructural. De hecho, ya se había desarrollado vacunas frente a los anteriores coronavirus. No llegaron a usarse porque los dos virus desaparecieron antes de que se pudieran ensayar en humanos. 

 

2-Por los años previos de investigación científica. Si ahora han triunfado las vacunas de ARN mensajero, ha sido por el trabajo durante décadas de decenas de investigadores. 60 años de trabajo para conseguir una vacuna en 11 meses. Lo mismo se puede decir de las basadas en un adenovirus. 

 

3-Por el apoyo masivo de los gobiernos. Las vacunas no habrían llegado con tal rapidez sin el ingente apoyo financiero de distintos gobiernos. Moderna recibió 1.000 millones de los 10.000 que puso el Gobierno de Estados Unidos para el desarrollo de vacunas. BioNTech, 483 del Gobierno alemán. Oxford/AstraZeneca, más de 1.000 millones del gobierno británico y de otros países. 

 

Pfizer prescindió de los fondos públicos, pero como todas las demás esta farmacéutica trabajó con red. Los gobiernos les aseguraron cientos de millones de euros en precontratos de compra. También aceleraron el proceso de autorización al seguir en directo el desarrollo de los ensayos (rolling review) y facilitaron las autorizaciones de emergencia. 

 

4-Por la apuesta de las nuevas compañías biotecnológicas. Salvo Janssen, ninguna de las primeras vacunas fue impulsada por una gran farmacéutica. Investigar en nuevas vacunas no estaba de moda entre los grandes laboratorios. No era lo más lucrativo y requerían demasiado tiempo para llegar a resultados inciertos. 

Compañías biotecnológicas modestas como la norteamericana Moderna y la alemana BioNTech apostaron por la tecnología del ARN mensajero pese al escepticismo con que era contemplada por muchos investigadores de renombre y la gran industria farmacéutica. 

 

5-Porque la pandemia ha seguido presente. En la última fase de los ensayos clínicos, los investigadores reclutan a miles de voluntarios. Unos reciben la vacuna y otros no, los del grupo placebo. Si hay mucho contagio, como ocurrió durante esta fase de los ensayos, resulta más fácil reunir suficientes datos para medir la eficacia de una vacuna.

Puede sonar paradójico, pero no lo es. El descontrol de la pandemia a finales del verano aceleró los resultados de estas vacunas y culminó un logro técnico y científico que más de uno pone por encima de la llegada a la Luna.     

  

 

 

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   Pirata Oscar 

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