El español derrota a Roman Safiullin y ya está a un paso de jugar por las medallas. Su siguiente rival, Tommy Paul (13º del mundo).
Rafa Nadal recurre a una palabra y a una hormona, la adrenalina, para explicar por qué un jugador aguanta en los Juegos lo que le echen. Un cuadro de individual, otro de dobles o la incomodidad de vivir en la Villa, dormir en las famosas camas de cartón muy distintas a las de los lujosos hoteles del circuito, tener que coger un bus de vuelta o hacerse (gustoso y sin rechistar) decenas de fotos cada día con deportistas de todo el mundo que le idolatran. Se descansa peor. Pero la adrenalina, el placer de jugar por el país y las emociones fuertes tiran del cuerpo.
Es lo que le toca a Alcaraz, dispuesto a meterse 11 partidos al cuerpo en nueve días en caso de disputar las medallas en los dos cuadros. En el individual, avanzó hoy firme, despidiendo por 6-4 y 6-2 en 1h:29 a Roman Safiullin (66º), uno de los 15 rusos que juegan como neutrales y a los que se les ha permitido participar porque no se han manifestado nunca a favor de la invasión de Ucrania y no han tenido relación con el aparato militar o policial del régimen de Vladimir Putin.
Por eso, Safiullin vestía de blanco impoluto y no era Wimbledon. Nada que identifique a su país. Sin símbolo y sin bandera. Sin la posibilidad de escuchar su himno de subir a un podio.
Y así se lo comió Alcaraz para citarse en cuartos con el estadounidense Tommy Paul (13º y que ganó al francés Corentin Moutet, de salir otra vez a la pista a las 19:00 para disputar el dobles con Nadal. En el primer set, aprovechó las dos bolas de break de que dispuso (para 1-0 y 3-0), pero también cedió una rotura.
Safiullin, un jugador correcto y frío, no llegó a inquietarle mucho, pero tampoco le permitió ahorrarse minutos en pista. Con break para 1-0, Alcaraz sacó varios drives que animaron al público, acapachado por el calor, mientras el techo de la Lenglen corría ante la amenaza de tormenta. Con la adrenalina a tope, otro zambombazo para el 5-2 y saque y cerrar.
Alcaraz lleva a estas alturas del curso 44 partidos, con títulos en Indian Wells, Roland Garros y Wimbledon. Y, de vez en cuando, mira con preocupación a su muslo derecho, donde arrastra desde hace semanas unas molestias que le avisan de que tenga cuidado. Por eso, cada partido, hace sus 20 minutos de bici estática para descargar. Aquí no está su fisio habitual, Juanjo Moreno. El equipo es el de la Federación.
“No tengo miedo (a jugar los dos cuadros) porque el dobles no es tan exigente y estoy haciendo lo posible para jugar sin dolor y sin poner en riesgo la temporada”, advierte el jugador de 21 años. Son 17 menos que Nadal, que recuerda haber salido de Río 2016 “destruido”. Él venía de unos meses parado por una lesión de muñeca. Fue oro en dobles y perdió el bronce contra Kei Nishikori. “Yo tenía 30 años. Pero la adrenalina de esta semana te hace aguantar. Si yo lo hice con 30...”, advierte Rafa. Si Alcaraz flojea, ya estará ahí para recordárselo. Adrenalina, Carlos.
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