TECNOLOGIA
Apúntate estos remedios caseros para acabar con el drama más común de los accesorios electrónicos.
Los cables de carga se han convertido en uno de los accesorios más castigados del día a día. Se doblan, se estiran, se aplastan en mochilas o cajones, y terminan rompiéndose justo en los puntos más sensibles: los extremos. Esto no solo obliga a gastar dinero en nuevos cables cada pocos meses, sino que además puede suponer un riesgo para los dispositivos… e incluso para el propio usuario. Sin embargo, una sencilla solución casera —tan simple como “coge un boli y rómpelo”— se ha vuelto popular en internet por su eficacia sorprendente.
El truco del resorte
Entre las múltiples ideas que circulan en redes para proteger los cables, una destaca por su ingenio y bajo coste: utilizar el resorte de un bolígrafo. Basta con retirarlo de un boli viejo y colocarlo alrededor del cable, especialmente en la zona cercana al conector. El resorte actúa como un refuerzo que evita que el cable se doble de forma brusca, reduciendo así el desgaste que suele acabar en roturas prematuras.
Se trata de un método muy valorado por los usuarios porque no requiere herramientas, conocimientos técnicos ni inversión adicional. Algo tan básico como reaprovechar una pieza olvidada de un bolígrafo puede alargar considerablemente la vida del cargador.
Un efecto similar puede conseguirse con pequeñas gomas elásticas para el cabello. Envolviéndolas alrededor de las zonas más vulnerables, se crea una capa protectora que limita la fricción y el estiramiento constante.
Más medidas prácticas
La fragilidad de los cables no se debe únicamente a su uso diario, sino a cómo se manipulan. Tirar de ellos para desconectar el cargador, doblarlos de forma brusca o guardarlos al azar en un cajón abarrotado acelera su deterioro.
Otra solución sencilla y económica es recurrir a cinta aislante. Aplicarla en los puntos críticos —normalmente en los extremos— ayuda a mantener la estructura del cable más firme y protegida. Aunque no es un método tan duradero como un refuerzo físico, puede ser una buena medida preventiva.

Guardar los cables, tan importante como usarlos bien
La forma de almacenar los cables determina, en gran parte, cuánto durarán. Guardarlos en un cajón junto a otros objetos suele acabar en nudos, torsiones y rozaduras. En cambio, organizarlos en cajas con compartimentos individuales evita el contacto con superficies que pueden dañarlos.
Los expertos en orden recomiendan enderezar el cable antes de enrollarlo, formar un bucle suave e introducir el extremo en el centro. Este método previene tensiones innecesarias y facilita encontrar el cable adecuado cuando se necesite.
¿Por qué se rompen y qué riesgos implica usarlos dañados?
En la mayoría de hogares abundan los cables de carga para móviles, tabletas, relojes y otros aparatos. Su uso constante los expone a tirones, aplastamientos y curvaturas forzadas, motivos que explican su deterioro habitual. Pero más allá de la incomodidad de tener que reemplazarlos, existe un riesgo real.
Un cable dañado puede provocar fallos en la carga, sobrecalentamiento, daños en el dispositivo e incluso descargas eléctricas o incendios. Manipularlos con cuidado no es solo una cuestión económica, sino también de seguridad.
El truco del resorte de bolígrafo es un recordatorio de que, muchas veces, las soluciones prácticas no requieren grandes gastos ni dispositivos sofisticados. Proteger adecuadamente un cable puede evitar accidentes, alargar su vida útil y reducir el consumo innecesario. A veces, basta con un boli viejo para resolver uno de los problemas más comunes del cargador.


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