lunes, 18 de abril de 2022

CULTURA Y ARTE 64 (El Prado reordena sus pinturas del siglo XIX: más presencia femenina y más arte social)


 Seguimos con la sección de CULTURA Y ARTE con las dos entradas conjuntas son pequeñas pero os resultarán curiosas. 

Una sobre (El Museo de El Padro han reordenado sus pinturas del siglo XIX: más presencia femenina y más arte social).

Y para el final (Hallan la pintura rupestre más antigua de Australia: un canguro de dos metros de hace 17.300 años).

Esta semana con pinturas al aire libre y en un gran museo como El Prado.



El Prado reordena sus pinturas del siglo XIX: más presencia femenina y más arte social



 

  • El museo ha aprovechado el parón forzado por la pandemia para replantear la exposición de sus colecciones decimonónicas

  • El nuevo relato parte en Goya y acaba en María Blanchard

     

El Museo Nacional del Prado ha presentado este martes la reordenación de las salas dedicadas al siglo XIX con un discurso más internacional, mayor presencia de mujeres y más peso de la pintura social

De este modo, el museo ha vuelto a abrir al público las salas dedicadas a la colección del siglo XIX con la visión "más profunda, audaz e integradora" desde que se inauguraron en 2009 como parte del Plan de Colecciones denominado La colección: La otra ampliación

La nueva museografía de las salas del siglo XIX, con 275 obras frente a las 170 del montaje anterior, plantea una exploración más profunda de esta colección, dotándola de una mayor continuidad con el arte predecesor, para finalizar en las primeras décadas del siglo XX. Además esta nueva revisión contextualiza más ampliamente el arte español dentro del arte europeo, ofreciendo una perspectiva más global de las manifestaciones artísticas decimonónicas.

El director del Museo Nacional del Prado, Miguel Falomir, ha explicado, durante la presentación de la reordenación de las salas, que la colección del siglo XIX "podía mostrarse más atractiva visualmente y mucho más interesante desde un punto de vista conceptual de cara al público".

"Teníamos la posibilidad de mostrar un siglo XIX más variopinto, con nuevas temáticas y nuevos soportes artísticos hasta ahora menos representados o nulamente representados en el anterior montaje", ha señalado Falomir.

De los más de 130 autores diferentes, 57 de ellos hasta ahora no habían estado representados en las salas, trece son mujeres y 37 extranjeros, frente a los diez de la instalación anterior. Por primera vez se incluye una muestra de autores filipinos en la colección permanente y se incorporan nuevas disciplinas artísticas como la miniatura, con un importante conjunto de 40 obras; el grabado; y la medallística. 

 

 

 

Retratos y autorretratos de artistas. Sala 62 A del Museo Nacional del Prado

 

Asimismo, se dispone de una mayor presencia de la pintura social, la más importante en la última década del siglo XIX, y se presenta una sala dedicada a los retratos y autorretratos de artistas, a modo de parnaso pictórico y escultórico español.

"Se ha intentado contextualizar el siglo XIX dentro de unas coordenadas más internacionales y cosmopolitas", ha manifestado Falomir, quien ha destacado que tienen una "magnífica" colección de miniaturas, se ha mantenido la presencia de esculturas y se han incluido medallas y grabados para "aportar una visión al espectador más compleja y completa" de ese siglo. 

 

Importancia de la pintura de historia

El director del Museo Nacional del Prado también ha resaltado la importancia de la pintura de historia en la reordenación de las salas, "que gana en visibilidad". Precisamente, la gran galería abovedada, la sala 75, alberga ahora la pintura de historia con obras de gran formato y diversas esculturas, prestando atención a los procesos creativos a través de la incorporación de una docena de bocetos de algunas de las obras más relevantes.

Desde Las pinturas negras de Goya en la sala 67, pasando por el gusto por la mirada al pasado nacional en la sala 75, para terminar en la apertura del siglo XX con la renovación artística e intelectual en España, el recorrido por las quince salas del ala sur del edificio Villanueva, unos 1.600 metros cuadrados, plantea diálogos entre autores, pinturas y esculturas, y asociaciones que hablan de influencias y admiraciones.

Para el presidente del Real Patronato del Museo Nacional del Prado, Javier Solana, se trata de una presentación "maravillosa", con muchos más cuadros y "expuestos de otra manera".

"El museo está teniendo una vitalidad extraordinaria, parece que el coronavirus no solamente no nos ha hecho sufrir más de lo necesario sino que estamos con una energía vital de hacer cosas que no hacíamos", ha celebrado Solana durante la rueda de prensa de presentación de la nueva reordenación de las salas. 

 

El nuevo recorrido 

Tras un recorrido por las pinturas murales al óleo que ocuparon dos habitaciones de la llamada Quinta del Sordo, que Goya había comprado en 1819, las Pinturas negras, y por otras obras de sus años finales, el visitante se adentra en la sala 64 con obras realizadas durante las dos primeras décadas del siglo XIX, una época marcada en España por la crisis política y bélica derivada de la expansión napoleónica, que enfrenta el 2 y 3 de mayo de Goya a La muerte de Viriato, jefe de los lusitanos de José de Madrazo, junto a su boceto, obra marcada por el canon neoclasicista

El triunfo del Neoclasicismo en España abarca el primer tercio del siglo XIX y se puede contemplar en la sala 62 a través de obras de algunos de los autores más destacados de su tiempo, como José Aparicio, Juan Antonio Ribera o José de Madrazo. En esta misma sala hay una vitrina con 40 miniaturas, cinco de ellas obra de mujer, entre las que destaca La amabilidad, de Marcela de Valencia.

Tras la sala dedicada al Romanticismo en la que se incluyen ejemplos de la recuperación de la tradición pictórica del Siglo de Oro, se avanza hacia la sala dedicada a Eduardo Rosales, uno de los más grandes nombres del arte español de todo el siglo XIX, que volvió su mirada desde el purismo académico hacia la lección realista del arte de Velázquez. 

 

 

 

 La renovación artística en las primeras décadas del siglo XX. Sala 60 A del Museo Nacional del Prado


El paso hacia la sala 75, gran galería abovedada, sumerge al visitante en un conjunto de acontecimientos y personajes históricos al servicio de los valores nacionales, entonces emergentes a través de obras de gran formato que, en ocasiones, pueden contemplarse junto a su boceto.

Aquí se puede contemplar la evolución estilística, igual que en la escultura, desde el purismo académico inicial al realismo y al naturalismo. Una obra en material no habitual, la cera policromada, el modelo del sepulcro de Colón en la Catedral de Sevilla, realizado por Arturo Mélida, amplía la visión finisecular.

En la sala 62 B, Paul Baudry, Jean-Lous Ernest Meissonier, Rosa Bonheur y Franz von Lenbach representan el arte cosmopolita europeo.

Entrando en el tercer cuarto del siglo XIX, el visitante encuentra a Fortuny en la sala 63 B, pintor reconocido internacionalmente por su extraordinaria habilidad y relacionado aquí, a través de una de sus mejores copias, la del San Andrés de Ribera, y una de sus obras más destacadas, el Viejo desnudo al sol, con la tradición pictórica española.

La evolución del paisaje del Romanticismo al Realismo llega de la mano de Carlos de Haes, Martín Rico, Luis Rigalt y Muñoz Degrain, entre otros, en la sala 63 A. Por su parte, la sala 62 A reúne 53 retratos y autorretratos, imágenes de los principales artistas y, entre ellos, todos los que fueron directores del Prado en el siglo XIX, a modo de parnaso pictórico y escultórico español.

En la última década del siglo XIX la pintura social se convirtió en la manifestación más difundida del arte. En la sala 61 A, a la obra de Sorolla ¡Aún dicen que el pescado es caro!, se une ahora Una huelga de obreros en Vizcaya de Cutanda. En este misma sala, dos mujeres que se incorporaron públicamente a la práctica de la pintura, María Luisa de la Riva y Fernanda Francés, y una representación de pintores nacidos en Islas Filipinas. 

 

 

 

Una huelga de obreros en Vizcaya Vicente Cutanda y Toraya. Museo Nacional del Prado

En la última sala del recorrido, a las obras de Joaquín Sorolla se suma ahora una mayor presencia de la obra realizada en las primeras décadas del siglo participante de las corrientes simbolistas e impresionistas, con Regoyos, y modernistas con Hermen Anglada-Camarasa y una de sus discípulas, María Blanchard, que se incorpora así a la colección permanente del Prado.

 

 

 

 


 

 

 

                  Montaje de las nuevas salas del siglo XIX

 

 

 

 




Hallan la pintura rupestre más antigua de Australia: un canguro de dos metros de hace 17.300 años

 

  • Se ha podido establecer la antigüedad aproximada a partir de una datación por radiocarbono

  • Es similar a las pinturas rupestres de islas en el sudeste asiático fechadas hace más de 40.000 años

La figura de un canguro de dos metros ha sido identificada como la pintura rupestre intacta más antigua de Australia, con una antigüedad estimada en 17.300 años, según ha publicado la revista científica Nature Human Behaviour.

Esta pintura ha sido hallada en la región de Kimberley, en Australia Occidental, y se ha podido establecer la antigüedad aproximada a partir de una datación por radiocarbono, según han señalado los investigadores de la Universidad de Melbourne. El canguro está pintado en el techo inclinado de un refugio de rocas en la finca del clan Unghango.

"Esto hace que sea la pintura in situ más antigua conocida de Australia", dijo el investigador Damien Finch. "Este es un hallazgo significativo ya que a través de estas estimaciones iniciales, podemos entender algo del mundo en el que vivían estos antiguos artistas", agregó Finch.

La investigación en Kimberley es parte de un proyecto centrado en arte rupestre de Australia, dirigido por el profesor Andy Gleadow de la Universidad de Melbourne y en colaboración con la Universidad de Australia Occidental y la Organización Nacional australiana de Ciencia y Tecnología, entre otras.

"Esta icónica imagen de canguro es visualmente similar a las pinturas rupestres de islas en el sudeste asiático fechadas hace más de 40.000 años, lo que sugiere un vínculo cultural e insinúa un arte rupestre aún más antiguo en Australia", dijo Sven Ouzman, de la Escuela de Ciencias Sociales de la Universidad de Australia Occidental y uno de los principales investigadores del proyecto. 

 




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   Pirata Oscar 

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