El efecto placebo se define como los efectos beneficiosos no específicos de un tratamiento, ya sea farmacológico o no, y el efecto nocebo, como sus efectos dañinos.
El efecto nocebo hace referencia a la situación en la que un paciente presenta los posibles efectos secundarios o síntomas que causa un medicamento o tratamiento solo porque el paciente considera que pueden ocurrir. A su vez, el efecto placebo se basa en la mejora o desaparición de los síntomas de una enfermedad de un paciente llevando a cabo un tratamiento que no tiene propiedades curativas reales. Es decir, podría decirse que es la versión contraria al efecto placebo.
Este efecto se ha apreciado en fenómenos tan diversos como las diarreas del colon irritables, el temblor del párkinson o la hipertensión arterial. Sin embargo, el más investigado es la percepción del dolor, desde que hace 30 años distintos estudios con dentistas exhibieran que podría equivaler al uso de 5 miligramos de morfina.
Esta conclusión fue el objeto a investigar de un estudio denominado “Las interacciones entre el cerebro y la médula espinal median efectos de valor en la hiperalgesia nocebo” de la revista Science.
“Muchos estudios se han centrado en el efecto placebo. Desgraciadamente, no hay tantos que investiguen el efecto nocebo -porque éticamente es más difícil-, a pesar de que los investigadores, estén de acuerdo en la importancia de reducir sus efectos en la práctica médica”, aseguró la primera autora del artículo, Alexandra Tinnermann, a Sinc.
Dos frascos, una crema y dos efectos
Los investigadores diseñaron un minucioso procedimiento a través del cual aislaron la parte del nocebo asociado al precio de un fármaco. Además, elaboraron un ensayo clínico ficticio en el que utilizaban supuestamente dos tipos de crema frente al picor de la dermatitis atópica. En realidad, se trataba del mismo producto sin ningún principio activo.
El siguiente paso fue ‘disfrazar’ parte de la loción en una caja y un tubo diseñados para parecer un fármaco caro, con una marca inventada y colores azules, estrechamente vinculados con productos comerciales y novedosos. A su vez, la otra la envolvieron en envases más sencillos, sin marcas y con colores naranjas y blancos, asociados a medicamentos genéricos.
Las dos caras de la misma moneda
Tras informar a 49 voluntarios del objetivo de estudiar los efectos secundarios de dos cremas, una más cara que la otra, con el mismo principio activo y fabricadas por dos laboratorios diferentes, les comentaron cual iba a recibir cada uno y que podían causar hipersensibilidad en la piel.
Las cremas se aplicaron en el brazo y, pasada media hora, se sometió a los voluntarios a un termodo, un dispositivo que genera calor para ocasionar dolor. Los resultados fueron inmediatos: aquellas personas que recibieron la crema ‘cara’ decían sentir más dolor que aquellas personas que se pusieron la ‘barata’.
Las diferencias se incrementaron con el tiempo y las repeticiones. Los autores reflexionaron sobre ello: “Los participantes infieren que la medicación más cara contiene agente más potente y efectivo y, por tanto, produce más efectos secundarios”.
El córtex cingulado anterior y la sustancia gris periacueductal son las dos regiones que parecen mediar el efecto nocebo asociado al precio. Ambas se activan con el efecto placebo, pero la sustancia gris lo hace gracias a poblaciones distintas de neuronas.
Conclusión del estudio
Tinnermann pareció llegar a la conclusión: “Una buena conclusión sería pensar que en el efecto placebo y el nocebo participan las mismas áreas, con patrones de activación diferentes. Y esas áreas parecen ser el correlato del precio en el sistema nervioso. Estos resultados muestran que el placebo y el nocebo tienen un fuerte impacto sobre los efectos de los fármacos, la recuperación de los pacientes y el alivio de sus síntomas”.
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