'Vista de la ciudad de Sevilla', un
lienzo de finales del siglo XVI atribuido a Alonso Sánchez Coello.
Museo del Prado
A menudo se reivindica la actividad de los Tercios,
la unidad militar que dominó los campos de batalla de toda Europa —y
más allá— entre los siglos XVI y la primera mitad del XVII, como el
aglutinante del poder de la Monarquía Hispánica, el
mayor imperio de la Edad Moderna. Pero en esa afirmación se omite una
pieza clave, principal, en la cohesión de los dominios españoles: las flotas de Indias.
"Son el sostén de ese imperio, sin ellas hubiera sido imposible
mantener semejante despliegue territorial y la infraestructura política,
económica y militar".
Quien habla es voz autorizada en el tema, el historiador Enrique Martínez Ruiz, autor, entre muchas otras obras, de Los soldados del rey (Actas) y una estupenda biografía de Felipe II (La Esfera de los Libros). Acaba de publicar, también con esta última editorial, Las flotas de Indias,
una completa radiografía de ese asombroso y exitoso esfuerzo colectivo
—a nivel comercial, de comunicaciones y científico— que se prolongó
durante casi tres siglos y desarrolló una primera globalización geográfica, económica y política. Fue una auténtica "revolución" que a través de las rutas marítimas conectó Europa, América y Asia.
El sistema
funcionó desde su establecimiento oficial en 1561-64 por orden del Rey
Prudente hasta 1783, momento en que despareció al instalarse el libre
comercio entre los puertos españoles y americanos. Para su correcto
desarrollo, durante todo ese tiempo se arbitraron medidas para paliar
los peligros, aminorar los ataques piráticos y proporcionar la seguridad
necesaria a las embarcaciones y las ciudades implicadas en monopolio
comercial —controlado a través de la figura de la Casa de Contratación de Sevilla, de donde partían y arribaban las flotas—, así como el desarrollo de redes logísticas y abastecimiento que garantizaron la llegada a la Península Ibérica de los metales preciosos.
"Que
este sistema se mantuviera durante dos siglos y medio sí que es un
hito. Hay que pensar que Manila y Madrid están separadas por medio
globo. Se pudo conseguir a base de enorme esfuerzo y gran heroísmo. Los
barcos que se utilizaban, como mucho de mil toneladas y de cincuenta
metros de eslora, eran cascarones de nuez comparados con los de hoy en día", señala Martínez Ruiz, Premio Nacional de Historia. En su obra aborda las características de los buques y las tripulaciones
que cubrieron las enormes travesías, las penurias que padecían marinos y
viajeros y los limitados instrumentos del momento —hasta mediados del
siglo XVIII no se pudo medir con fiabilidad la longitud—.
Los cálculos de los historiadores apuntan que el viaje de ida entre España y América lo hicieron alrededor de 45.000 barcos, de los que regresaron unos 27.000.
¿Hubo entonces muchas pérdidas? "Hay que tener en cuenta que algunos
hicieron más de un viaje y que muchos navíos arribaban deteriorados y
era más barato prescindir de ellos que repararlos. Otras veces se
necesitaban navíos allí para proteger la propia navegación entre islas y
Tierra Firme y garantizar la relación comercial en el Caribe. Esa
ponderación hay que hacerla con un poco de cuidado porque no solo apunta
a que los barcos se perdieran", explica el investigador.
Fraude y contrabando
Pero como es lógico, las flotas sufrieron naufragios —como el de la capitana Nuestra Señora del Juncal en 1631— y fueron víctimas de ataques de los piratas —en 1656, cuando la Flota de Tierra Firme se aproximaba a Cádiz, el inglés Robert Blake capturó a la capitana y un galeón, haciéndose con un suculento botín—. Entre 1504 y 1650 se perdieron 519 barcos, aunque solo una flota completa.
Fue en 1628, capturada por los holandeses en la bahía de Matanzas. Los
veinte navíos españoles, que transportaban seis millones de pesos,
fueron sorprendidos por una gran armada enemiga de 300 barcos, 3.000
hombres y 700 cañones.
Portada de 'Las flotas de Indias'.
La Esfera de los Libros
En
cualquier caso, el historiador señala que las pérdidas en la Carrera de
Indias provocada por las acciones enemigas fueron pocas y destaca dos
cuestiones que sí incidieron negativamente en el funcionamiento de las
flotas y del monopolio: el fraude y el contrabando. El primero lo
propició el propio volumen comercial del sistema, que generó un paraíso de resquicios para los embaucadores y sus tretas,
como falsificar las cargas de mercancías. "Todo el mundo estaba al
tanto, desde los funcionarios de la Casa de Contratación hasta los
armadores, era imposible de cortar por la connivencia de intereses que
había", señala el historiador. El contrabando se impulsó, sobre todo,
desde las islas menores caribeñas que quedaron fuera de la protección
hispánica. En algunos momentos, de hecho, se produjo una saturación del
mercado por exceso de este tipo de productos.
Un logro relevante que cabe achacar al sistema de flotas fue el avance del conocimiento científico y náutico.
Los viajes —todo piloto debía reportar a la Casa de Contratación de los
territorios vistos y descubiertos, información con la que se iba
completando el padrón real, una especie de mapa general— permitieron la
publicación de una serie de tratados de náutica que empujaron a la
Monarquía Hispánica a la vanguardia mundial también en este ámbito. De
hecho, se ha llegado a decir que "Europa aprendió a navegar en libros
españoles". En Sevilla, en 1552,
se creó la Cátedra de Arte de Navegación y Cosmografía, convirtiendo a
la Casa en la primera escuela continental de esta naturaleza.
Martínez
Ruiz asegura que el mecanismo del sistema de flotas y la composición de
los barcos son temas bastante bien estudios, pero con respecto al factor
humano, el mando de las expediciones, apunta, "ahí sí que hay un campo
en el que todavía se pueden hacer grandes aportaciones y puede que nos
llevemos alguna sorpresa". Destaca, como responsables de esta triunfal
empresa, tanto a Felipe II como a su entorno, compuesto por tres personajes fundamentales: Bernardino de Mendoza, capitán general de galeras desde 1535; don Álvaro de Bazán el Viejo, almirante que elaboró cuatro proyectos para establecer un sistema de navegación basado en el monopolio; y Pedro Menéndez de Avilés, quien culminó estas aspiraciones.
TODA LA INFORMACIÓN LO HE
ENCONTRADO EN LA PÁGINA EL
CULTURAL DEL ESPAÑOL
Pirata Oscar
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