El director de 'El quinto elemento' y de 'El profesional (León)' dirige esta nueva versión del clásico literario de Bram Stoker, con Caleb Landry Jones, Zoë Blue y Christoph Waltz como protagonistas.
"No es una nueva adaptación de Drácula ni una película de terror. Es una gran historia de amor que utiliza como telón de fondo al personaje. Creo que está más cerca de La bella y la bestia. Podríamos incluso quitar su nombre del título”, sorprende Luc Besson, director de joyas cinematográficas como El quinto elemento, El profesional (Léon) o Nikita, dura de matar, al hablar sobre su adaptación de la célebre novela de Bram Stoker de 1897.
Con motivo del estreno en España de Drácula –titulada en su versión original como Dracula: A Love Tale (Drácula: Un cuento de amor)–, Besson visitaba la 58ª edición del Festival de Sitges para presentar su película número 22, donde nos contaba por qué el vampiro tan solo es el background de la trama.
“Cuando releí la novela me di cuenta de que era un cuento de amor. Todo el mundo habla de la sangre y el terror, pero es un hombre que espera siglos para despedirse de su esposa y eso es muy romántico. ¿Qué pasó con él durante 400 años? ¿Cómo fue su vida ese tiempo? Nadie lo sabe y nadie nos lo cuenta. Yo quiero saberlo. Quiero ver esos cambios de siglo. He ido a Florencia, a Versalles, a Alemania, porque quería ver todos estos lugares. Siento que es lo que mismo que me atrajo de este personaje”, agrega el director francés.
Respecto a las comparaciones con los clásicos cinematográficos de Coppola, Murnau o Herzog, o más recientemente con Nosferatu (de Robert Eggers) o Dracula (de Radu Jude) –una sátira más cercana a Drácula, un muerto muy contento y feliz, de Mel Brooks–, Besson tiene muy claro que quiere huir de cualquier tipo de influencia.
“Una película es un punto de vista muy personal de un artista. Es como si pusiera un modelo en una mesa y alrededor estuvieran Modigliani, Durero, Soutine, Picasso y Dalí. Ninguno de ellos haría la misma pintura, aunque todos partieran de lo mismo. Todas sus obras serían increíbles. Modigliani haría un cuello largo con ojos negros, Dalí lo haría con piernas largas... Ese es el sentimiento”, explica Besson.
DRÁCULA Tráiler Español (2025)
Christoph Waltz, Luc Besson
MÁS DE 6 HORAS DE MAQUILLAJE
En el papel de Vlad el Empalador, más conocido como el Conde Drácula, encontramos al actor Caleb Landry Jones (Tres anuncios en las afueras, Los muertos no mueren), con el que Besson ya colaboró en Dogman (2023).
“Somos amigos desde que trabajamos en esa película y es un genio. Siempre está dispuesto a sacar todo el dolor, el miedo, el amor o la pérdida, sin esfuerzo y con mucha generosidad”, elogia Besson a un actor que dio todo de sí para la versión más anciana del vampiro.
“Se tenía que levantar a las cuatro de la mañana para estar listo y rodar al mediodía. Eran como unas seis horas de maquillaje. Muchas veces se quedaba dormido mientras trabajaban con él. Recuerdo que probó el vestuario, el maquillaje y la peluca un par de semanas antes de empezar y aparecía por sorpresa en los pasillos del estudio. La gente gritaba de los sustos que les daba. Después tenía que pedirles perdón a todos”, ríe Besson al rememorar esta divertida anécdota.
Landry Jones está muy bien acompañado del oscarizado actor Christoph Waltz (Malditos bastardos, Django desencadenado), quien hace de un cura en pugna contra las criaturas de la noche.
“Christoph es asombroso. Muy profesional, humilde y amable. Los dos se divirtieron mucho juntos. Uno viene de Austria, el otro de Texas y yo de Francia, pero todos estamos vinculados al arte, la pintura y la música. Fue muy creativo estar los tres juntos”, confiesa el director, quien también elogia el trabajo de una debutante Zoë Blue, la nueva amada de Drácula e hija de la actriz hollywoodiense Rosanna Arquette, a la que Besson conoció “con semanas de vida”, pero que no identificó durante un exigente casting.
Entre los grandes fuertes de esta versión de Drácula dirigida y escrita por Luc Besson también se encuentra la música de Danny Elfman (colaborador habitual de Tim Burton), la dirección de arte de Patrice Garcia (habitual de la filmografía de Besson y responsable del constante color púrpura del filme) y especialmente el vestuario diseñado por Corinne Bruand (Femme fatale) y sus 2.000 trajes de época, entre un equipo de 940 profesionales que Besson compara con “un ejército” y que rodó en Finlandia algunas de las escenas más complejas.
"Queríamos rodar en Francia, pero no hay nieve por el calentamiento global, aunque el señor Trump diga que no existe. Esto nos obligó a ir Laponia”, concluye Besson, con recadito incluido al presidente de EE UU. Un nuevo destino para una Transilvania que luce muy diferente a la que ya conocíamos, y donde los amores duran toda una eternidad.
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