Adam Brody y Kristen Bell vuelven a robarnos el corazón en la segunda temporada de 'Nadie quiere esto': mismo dilema, más emoción.
¿Quién dijo que una comedia romántica no puede estar entre las mejores series del año? Uno de los géneros más denostados en pequeña y gran pantalla, por no decir el más denostado, se cobró su revancha particular en otoño del año pasado con el estreno de Nadie quiere esto, la sitcom con la que Netflix enamoró por sorpresa a su audiencia global.
De entrada, parecía ser un simple disfrute ligero que recuperaba a Kristen Bell y Adam Brody, dos ídolos de la generación millennial gracias a Veronica Mars y The O.C. Sin embargo, la historia de amor entre Joanne, una podcáster agnóstica, y Noah, el apodado 'rabino buenorro', resultó mucho más que otro romance edulcorado.
Por fin una apuesta amorosa se desprendía de los tópicos tóxicos recurrentes en estas historias y optaba por abrazar y celebrar una relación madura y sana, en la que primaba la comunicación, sin por ello sacrificar el interés en el espectador. Durante años, la 'rom-com' había priorizado el drama viciado creyendo erróneamente que era la única forma de mantener en vilo a la audiencia, pero Nadie quiere esto demostró que se puede hablar de amor atajando los baches con responsabilidad afectiva, charlas sinceras y vulnerabilidad.
Su segunda temporada, ya disponible en Netflix, regresa con 10 nuevos episodios en los que Joanne y Noah afrontan una nueva etapa en su romance, con la fase de la luna de miel ya finiquitada y el vínculo afianzándose, pero la conversión o no al judaísmo de ella sigue siendo una conversación ignorada que amenaza su futuro.
'Nadie quiere esto': nueva temporada, golpe de realidad
Curiosamente, la segunda temporada de Nadie quiere esto se enfrenta al mismo desafío que su dupla protagonista: la fase de enamoramiento o luna de miel ha pasado y llega la realidad. ¿Seguirán eligiéndose Joanne y Noah (igual que el público a la serie) ahora que las mariposas aletean más despacio y los conflictos son ineludibles?
Sin desvelar el futuro de la pareja, sí podemos confirmar que, tras haber devorado la segunda temporada en una tarde (en nuestra defensa diremos que consta de 10 episodios de media hora), la serie sigue robándonos suspiros. La apuesta, basada en la historia de amor real de su creadora, Erin Foster, construyó unas bases sólidas en su primera temporada que han permitido a la segunda estabilizarse e incluso expandirse.
Joanne y Noah (brillantes y acaramelados Kristen Bell y Adam Brody) siguen ocupando el centro del relato, reforzando su vínculo a medida que sortean nuevos escenarios y viejos obstáculos, con la conversión al judaísmo de ella acechando con la forma de una única conversación ignorada que no se atreven a encarar.
La ficción también crea más espacio para sus secundarios recurrentes. Sasha (Timothy Simons) y Esther (Jackie Tohn), hermano y cuñada de Noah, muestran los estragos y el desgaste de una pareja que lleva años de matrimonio a sus espaldas, una unión que se precipitó con un embarazo y ahora va a la deriva. Por su parte, Morgan(Justine Lupe), la hermana y copresentadora de pódcast de Joanne, se la lanza a los brazos del Dr. Andy (Arian Moayed) impulsada por el miedo a quedándose atrás.
A través de todos ellos, Nadie quiere esto recoge una amplia gama de apegos, vínculos y dinámicas en los que caemos al relacionarnos los unos con los otros. La temida soledad, la pérdida de uno mismo en una relación o las conversaciones incómodas se cuelan en los episodios-evento tan de sitcom que reúnen a los protagonistas durante esta entrega, de una primera cena en pareja al Halloween judío (o Purim, la festividad más divertida de todas), de San Valentín al cumpleaños de la suegra, de un juego de preguntas profundas a la fiesta de compromiso de Morgan.
Como buena sitcom, la serie tampoco descuida los cameos, entre los que destacan el rabino moderno y entusiasta de Seth Rogen (nos hemos quedado con ganas de ver su vision board con Noah como protagonista) y Leighton Meester (Blair en Gossip Girl), esposa de Brody, que da vida a una madre influencer con un gusto pésimo para los nombres de sus hijos y vieja enemiga de Joanne, confirmando esta apuesta como el multiverso de la nostalgia millennial y la cultura pop (incluso hay pullita a Orange County en otro episodio).
Nadie quiere esto mantiene el humor blanco, la ternura y el romanticismo de la fase de enamoramiento, pero suma capas y conflictos propios de un amor real. Es emotiva pero incisiva, provoca anhelo aunque también señala la inmadurez emocional. Por suerte, la responsabilidad afectiva sigue prevaleciendo, haciendo de esta serie un bálsamo en un género que necesitaba parar de romantizar toxicidades.
Aunque se vista de comedia romántica aligera, este es un manual del amor sano en pareja y del amor propio: quédate con quien ponga una mesilla de noche en su casa para ti; aprovecha tu cumpleaños para manifestar la energía que quieres el resto del año; sé honesto con tu pareja; no te cortes flequillo; ten sexo con alguien que te haga sentir segura; estate en relaciones en las que puedes ser quien eres y a la vez avanzar; y siempre baila cuando suene Ariana Grande.
En el último episodio, la madre de Joanne y Morgan insta a sus hijas a que sigan su instinto, recordándoles (a ellas, pero también a nosotros) que el compromiso es una elección, una elección diaria, la elección de seguir con el otro sin cambiarlo, la elección de quedarte donde te sientes amada tal y como eres. Las mariposas mueren, el buen amor madura y el poder de elección pervive, igual que los detalles como las mesillas de noche. Ojalá Nadie quiere esto continúe pregonándolo en muchas más temporadas.
📺 NADIE QUIERE ESTO - Temporada 2 |
SERIE TRAILER ESPAÑOL | 23 Octubre/25 - NETFLIX
Nadie quiere esto |
Tráiler oficial de la temporada 2 |
Netflix España
Kristen Bell y Adam Brody sobre la serie
"Nadie quiere esto": "Es una alegría pura para la gente"
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Pirata Oscar
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