Un doblete de Oyarzabal lidera una goleada que clasifica virtualmente a La Roja. Solo si pierde por siete goles ante Turquía iría a la repesca.
España estará en el Mundial. Lo contrario sería ciencia ficción, pero me da que ni siquiera Isaac Asimov, Ray Bradbury o Philip K. Dick serían capaces de idear una trama en la que La Roja se quedara fuera del gran campeonato. Y es que los resultados en Tiflis y Bursa dejan un panorama revelador: solo perdiendo por siete goles ante Turquía, los de Luis de la Fuente se verían obligados a jugar una repesca para estar el próximo verano en México, Canadá y Estados Unidos. Lo dicho, ciencia ficción, algo tan impensable como que a Pedri le quites un balón.
La goleada de España en Georgia
Pedri no estaba, eso sí, en Tiflis, donde España cumplía su penúltima escala en la fase de clasificación mundialista. Fabián ocupó su puesto en el once titular, iluminado por la presencia de Baena. El almeriense era la principal novedad, una decisión de justicia ante la mejora tras superar los problemas físicos que alteraron su aterrizaje en el Metropolitano.
Se movió por el flanco izquierdo, con Zubimendi, Fabián y Merino como sus socios predilectos. Y no tardó en demostrar el veneno que lleva dentro, tan solo diez minutos, para leer entre líneas y colarse entre el lateral (Mamuchashvili) y el central (Goglichidze). Su pase de la muerte a Ferran sirvió para el remate del azulgrana y el despeje con la mano de Gocholeishvili. El VAR entró en escena y Benoît Bastien señaló penalti. Oyarzabal demostró su sangre fría desde los once metros y el 0-1 subió al marcador cuando los aficionados georgianos apenas habían empezado a calentar sus gargantas con las galopadas de Kvaratskhelia. Y es que el delantero del PSG era el clavo ardiendo al que se aferraba Georgia, especialmente ante la ausencia del otro gran pilar de Willy Sagnol, el delantero del Villarreal Mikautadze.
Pero lo de Georgia era una cuestión de fe más que de otra cosa. La derrota por 4-1 en Turquía había hecho trizas prácticamente todas sus posibilidades de alcanzar siquiera la repesca, así que el seleccionador ya dibuja en su cabeza tácticas más propias de la clasificación para la Eurocopa 2028 que para el Mundial 2026, que es lo que ahora se juega.
Orden y apretar los dientes, esa parecía ser la consigna de Sagnol ante el aluvión que presagiaba. Zivzivadze se antojaba un islote en ataque, fijado por Cubarsí y Laporte, innovadora pareja de centrales de Luis de la Fuente. Ausente por lesión Le Normand, el riojano decidió que Huijsen sería uno de los tres descartes para el partido en Tiflis. El madridista irrumpió con fuerza en la temporada, pero ciertos deslices han hecho recapacitar a todos (me incluyo); se reconoce su proyección, pero al mismo tiempo la prudencia con la que debemos administrar su juventud. Un caso similar al de Cubarsí, por ejemplo, otro de los llamados a liderar la retaguardia de La Roja en los próximos años.
Zubimendi vuelve a brillar
Cubarsí y Laporte apenas sufrieron y unos metros más arriba, Zubimendi volvió a demostrar lo bien que le sienta el traje de Rodrigo. Sus millas en la Premier le han hecho crecer y en cada partido con España deja claro su sello. Frente a Georgia desplegó incluso esa facilidad para irse hacia adelante, con la consiguiente sorpresa para los defensas rivales. En el minuto 22, el del Arsenal se plantó sin hacer ruido frente a Mamardashvili, a quien batió como quien come pipas.
Sagnol resoplaba en el banquillo, miraba al cielo, quizá lo hacía al marcador para saber cuánto tiempo de suplicio quedaba aún por delante. Y quedaba, vaya si quedaba. Mientras Kvaratskhelia perseguía sombras y el runrún de la grada se apagaba, España seguía triangulando, el balón quemaba en las botas de los internacionales españoles, cada ataque era un ejemplo de solidaridad. Buen botón de muestra fue la jugada del tercer gol, al paso por el minuto 34, cuando la pelota viajó de Baena a Oyarzabal y de este a Ferran para que el azulgrana rematara a gol prácticamente bajo palos de la portería rival.
La segunda parte, con la victoria ya resuelta (La Roja firma su récord de 30 partidos oficiales seguidos sin perder), no fue más que un expediente que unos y otros quisieron cumplir de la mejor manera: Georgia, sin encajar más goles, y España, sin sustos de enfermería. Oyarzabal regaló el cuarto gol, los marca a pares, y La Roja cerró con un 0-4 la noche en Tiflis. Misión cumplida. El martes, en Sevilla y con Turquía como rival, solo falta sellar ese pasaporte que a estas horas ya está en el bolsillo.
RESUMEN y GOLES del GEORGIA 0-4 ESPAÑA|
LA ROJA con PIE Y MEDIO en el MUNDIAL | CARRUSEL DEPORTIVO
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