La actriz, galardonada con el Premio Donostia del Zinemaldia, protagoniza 'Die, My Love' junto a Robert Pattinson: el retrato de una mujer en espiral depresiva por la cineasta Lynne Ramsay.
Jennifer Lawrence ha revolucionado con su visita el Festival de San Sebastián, donde recibe el Premio Donostia a toda su carrera y ha hecho contundentes declaraciones sobre la guerra en Gaza. Pero también lo habría hecho simplemente desde la pantalla, pues la proyección de la película que ha traído a la actriz estadounidense de 35 años hasta la localidad donostiarra es de las que no pueden dejar indiferente a ningún espectador.
Die, My Love es la particular adaptación de la cineasta escocesa Lynne Ramsay (En realidad, nunca estuviste aquí) del libro Matate, amor de la argentina Ariana Harwicz sobre la desintegración de una pareja joven que se traslada a vivir en una casa campestre. Lawrence protagoniza junto a Robert Pattinson, LaKeith Stanfield, Sissy Spacek y Nick Nolte el filme, que fue uno de los más polémicos del pasado Festival de Cannes.
Crítica de 'Die, My Love'
Jennifer Lawrence ha encontrado en Die, My Love la nueva película de Lynne Ramsay el proyecto con el que sueña toda actriz dispuesta a demostrar su valía confundiendo el riesgo con la exageración forzada, lo atrevido con lo chillón. La actriz se abre en canal y explota cada centímetro de su cuerpo y decibelio de su voz en una adaptación de la novela Matate, amor de la argentina Ariana Harwicz, un torrencial monólogo interior que se asoma sin red de seguridad al abismo de la depresión, la ruptura sentimental y la disolución de la identidad.
No es la primera vez que la directora de Tenemos que hablar de Kevin (2011) aborda un aspecto altamente controvertido de la maternidad, pero si en sus anteriores películas los arranques violentos y la hostilidad esperaban agazapados el turno para estallar, en Die, My Love todo transcurre en un filo de cuchillo escarpado. La agresividad del relato y su subjetivo punto de vista, desde la perspectiva de una mujer perturbada, se contagia a la gramática de la cineasta escocesa.
No hay respiro. La película empieza el día de mudanza de la pareja protagonista: Lawrence, en su registro más hiperbólico desde madre! (2017), y Robert Pattinson; este último, víctima de un rol infraescrito que no le da unos ejes muy estables para encarrilar a su personaje, tan pronto inmaduro e inasible como turbio o preocupado. En cuanto se trasladan a la apartada casa donde recientemente se suicidó un familiar de él, follan ferozmente sobre el suelo y ella queda embarazada.
Hasta ahí podía parecer que estábamos ante uno de los trabajos habitualmente vibrantes y febriles de Ramsay, con la foto de Seamus McGarvey y el montaje de sonido unidos a la causa de la estridencia (mención especial a los ladridos caninos más irritantes de la historia del cine), pero enseguida nos topamos con la terrible sospecha de que esta sea la película menos lograda de la directora. Puede que la más rabiosa y pretendidamente visceral, pero con una búsqueda de impacto cargante y pasada de moda.
Una vez nacido el bebé, la espiral de locura del personaje de Lawrence se transforma en una escalada feral que pronto se precipita por el barranco del cliché hasta estamparse con lo caricaturesco. El abandono que siente el personaje, su desatado deseo sexual insatisfecho por Pattinson, las fantasías de adulterio, asesinato y suicidio (no necesariamente en ese orden) se repiten de manera reiterativa sin avanzar in crescendo ni abrir vías de fuga. Solo pura concatenación que va perdiendo fuerza a medida que se repite a sí misma.
Una vez metida en esa espiral, la única conclusión de la película es que no tiene conclusión posible, y Ramsay ha querido entregar el montaje final como quien tira un cadáver en el bosque. La historia del cine no va escasa de relaciones de pareja tóxicas, amarradas entre el maltrato y el arrebato, que eclosionan con violencia en películas que pueden estar tan separadas por galaxias como L'amour fou de Rivette (1969) o Anticristo de Von Trier (2009).
Quizás con la que mayor parentesco tenga Die, My Love es con la inefable La mujer maldita (1968) que dirigió Joseph Losey (mucho más expresivo su título original: Boom!) con Elizabeth Taylor y Richard Burton en la cúspide de su martirio compartido. En el libro de Harwicz escasean los puntos y aparte, pero en Die, My Love hay una alarmante ausencia de dirección; es una lástima que la autora de Morvern Callar (2002) no haya encontrado signos de puntuación con los que delimitar la innegable implicación de Lawrence en carne, alma y espíritu.
Die, my Love -
Trailer español
TODA LA INFORMACIÓN LO HE
ENCONTRADO EN LA PÁGINA
OFICIAL DEL PERIÓDICO 20
MINUTOS EN LA SECCIÓN DE
CINE DE CINEMANÍA Y
TRÁILER DIE, MI LOVE DEL
CANAL DE TRAILERS Y
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