domingo, 28 de septiembre de 2025

El chico de Sundance: Robert Redford entre el estrellato de Hollywood y el cine independiente

 
            Robert Redford como Sundance Kid
 
 
 
Robert Redford como Sundance Kid
 
 

La figura del legendario actor, que acaba de morir a los 89 años, concilia en su seno activismo político, influencia industrial y un carisma avasallador en pantalla. 


Poca duda cabe de que Robert Redford alcanzó una de las cumbres de su carrera a mediados de los 80. Por entonces este intérprete californiano, que acaba de fallecer a los 89 años, ya era una estrella más que consolidada (en particular había tenido una racha apabullante de éxitos en la década anterior, entre Dos hombres y un destino y Todos los hombres del presidente), pero la dupla que había integrado con Meryl Streep para Memorias de África era demasiado memorable. Un hit instantáneo del cine romántico, que obviamente iba a arrasar y a coronarse más tarde con el Oscar a Mejor película

A principios de 1985, por otra parte, unos desconocidos Joel y Ethan Coen habían triunfado con su debut a la dirección, Sangre fácil. Era el comienzo de una carrera meteórica que les erigiría, a su vez, como dos nombres indispensables del cine estadounidense durante las siguientes tres décadas. 

Pero Sangre fácil era una película pequeñísima, que a los Coen le había costado lo suyo financiar. La distribución que encontró, y que contribuiría a dar a conocer a los Coen al mundo, fue posible gracias a traer un flamante Gran Premio del Jurado bajo el brazo. Y lo habían logrado en un festival fundado por el propio Redford.

 

 

                                                           Tráiler oficial | Sangre fácil (1984), 

                                 una película de Joel y Ethan Coen protagonizada por France...


 

Hoy conocemos dicho festival como el Festival de Cine de Sundance, la gran convocatoria del indie estadounidense. Y dicho festival jamás habría existido si Redford no hubiera querido diversificar su faceta de sex symbol absoluto y sinónimo de star system. Dos caras de una misma moneda, dos formas de contemplar una figura imprescindible, sin la cual no se entendería la historia del cine independiente. Tampoco de qué hablamos cuando hablamos de una estrella de cine

 

Entre el festival independiente y el teatro

Originalmente el Festival de Sundance era un certamen mucho más pequeño llamado US Film Festival, y su objetivo era impulsar a la comunidad de cineastas de Utah. Dentro de este estado, hacia 1970, Redford había adquirido un amplio terreno llamado Timp Haven, aunque él no había tardado en renombrarlo como "Sundance". Era una referencia evidente a su personaje de Dos hombres y un destino, Sundance Kid. Y el homenaje parecía obligatorio por cuanto gracias a la enorme cantidad de dinero que ganó por esta película Redford se había permitido comprarlo.

Dos años después de que Redford hubiera empezado a adecentar su propiedad, Sundance sirvió como localización de algunas escenas de otro western inmensamente querido protagonizado por el actor, Las aventuras de Jeremiah Johnson. Pero Redford pensaba que podía hacer algo más con él, y hacia 1978 el US Film Festival ya empezaba a congregar titulares. 

Cuando los Coen triunfaron todavía no había recibido su nombre definitivo (pero sí había cambiado su fecha de septiembre a enero, y así se ha quedado hasta hoy). Esto fue ya entrados los 90, cuando el Festival de Sundance daba otro golpe sobre la mesa al premiar a Poison

 

'Las aventuras de Jeremiah Johnson '
 
 
'Las aventuras de Jeremiah Johnson '
 

Se trataba de otro debut histórico al largometraje, el de Todd Haynes. Y con él se inauguraba una época de esplendor para el Festival de Sundance, convertido en punta de lanza del cine independiente. Otras figuras como Todd Solondz o Gus van Sant se convirtieron en fijas del certamen, mientras se consolidaba como una lanzadera indispensable para nuevos talentos al margen de la maquinaria de Los Ángeles. Un rol que nunca ha llegado a perder empuje, como demuestran otros títulos premiados en Sundance del cariz de Whiplash, Fruitvale Station o CODA. Esta última, recordemos, ganadora del Oscar a Mejor película en 2022.

Nada mal para lo que podría haber parecido de entrada el capricho de una estrella de cine sin otra cosa que hacer, aunque deseosa de demostrar que el cine le importaba más allá del éxito directo y la fama. Un estatus donde Redford, en efecto, se hallaba plenamente acomodado a finales de los 70. Aunque llegar ahí hubiese sido toda una carrera de fondo.

Y es que, antes de convertirse en una presencia magnética de la gran pantalla, Redford tuvo que fraguarse entre el teatro y la televisión. Entre los 50 y los 60 encadenó pequeños papeles en series como Los intocables, Alfred Hitchcock presenta o Perry Mason, siendo Broadway entretanto el lugar donde se permitía brillar del todo. Gracias a la adaptación al cine de una de las obras donde actuaba, Me casaré contigo, Redford pudo debutar con el largometraje, si bien el suyo era un papel secundario a espaldas de la presencia estelar de Jane Fonda y Anthony Perkins.

Lo curioso es que Fonda, al igual que Redford, estaba debutando al mismo tiempo en el cine con Me casaré contigo. Y este sería el inicio de una provechosa relación profesional, pues más tarde Redford y Fonda encabezarían otra adaptación de una obra de teatro: Descalzos por el parque. En su representación de Neil Simon, la pareja de Redford con la que tenía desencuentros matrimoniales estaba interpretada por Elizabeth Ashley, pero Fonda era tan famosa llegado 1967 que fue quien ocupó su papel, y así volvió a presumir de química con Redford.

 

Jane Fonda & Robert Redford - 

Barefoot In The Park (1967) Plaza Hotel 

 

Esta pareja repetiría en dos ocasiones más: en El jinete eléctrico (1979) y en una película más tardía, Nosotros en la noche (2017), producida por Netflix. Antes de eso, Redford había empezado a construir una verdadera notoriedad en La rebelde: en 1965 obtuvo de hecho un Globo de Oro a estrella revelación por coprotagonizar con Natalie Wood esta tragicomedia sobre una estrella de Hollywood. Solo un año después, en 1966, volvería a ser pareja de Wood en otro film clave como es Propiedad condenada, pues aquí conocería a un buen amigo: Sydney Pollack.

 

Trabajo en equipo

A lo largo de su longeva carrera Redford ha tenido por costumbre repetir con colaboradores con los que disfrutaba trabajando, y con los que había llegado a desarrollar una química especial. Ya hemos hablado de los casos de Fonda y Wood, aunque sin duda el mejor ejemplo es la fidelidad que siempre le profesó a Sydney Pollack. Luego de Propiedad condenada Pollack volvió a dirigir a Redford en una película tan querida para él (recordemos que la rodó en su propio rancho) como Jeremiah Johnson.

Pollack se mantuvo cerca de Redford durante sus años de mayor estrellato. En 1973 le dirigió en Tal como éramos, otro drama marital, ahora con Barbra Streisand, con gran éxito. Y poco después hizo lo propio con el thriller de espionaje Los tres días del cóndor, para pasar a orquestar la reunión de Redford y Fonda que fue El jinete eléctrico y culminar su carrera con Memorias de África. Pollack obtuvo el Oscar a Mejor dirección por este melodrama, y llegado 1990 dirigió a Redford por última vez en un thriller que pasó más desapercibido, Habana.

 

Robert Redford y Meryl Streep en 'Memorias de África'
 
 
Robert Redford y Meryl Streep en 'Memorias de África'
 

No obstante, si hablamos de las "parejas" de Redford, no hay figura más icónica que Paul Newman. A finales de los 60 Redford ya había logrado consolidarse como estrella gracias a alternar con Marlon Brando en La jauría humana, pero fue entonces cuando le propusieron participar en un western y todo cambió. En Dos hombres y un destino él interpretaría a Sundance Kid y Newman a Butch Cassidy, dos legendarios forajidos en una película de George Roy Hill que causó sensación en la época. 

Teniendo en cuenta cómo este film de 1969 anticiparía el Festival de Sundance, no sería descabellado considerarlo el título más importante de Redford, pero es que tuvo una continuación aún más exitosa. En 1973 Roy Hill repitió con Redford y Newman para El golpe, otro inmenso taquillazo que Redford apañó para encadenar con Tal como éramos el mismo año. Redford repetiría una vez más con Roy Hill, aunque ahora sin Newman, en El carnaval de las águilas. Y seguiría con otro proyecto de prestigio, la lujosa adaptación de El gran Gatsby de Jack O'Connell, antes de que le empezara a aguijonear el deseo de hacer algo más con su carrera.

 

Paul Newman y Robert Redford en 'El golpe' (1973)
 
 
Paul Newman y Robert Redford en 'El golpe' (1973)Universal
 

Una estrella poco corriente

Tras protagonizar en 1976 Todos los hombres del presidente, un aclamado thriller sobre el escándalo Watergate que ganó el Oscar a Mejor película, las inquietudes de Redford tomaron cuerpo. De esta forma no solo nació el US Film Festival, sino que además Redford debutó como director y no pudo irle mejor en esta faceta: Gente corriente, un drama sobre la clase media, se estrenó en 1980 y causó sensación. Protagonizada por Donald Sutherland y Mary Tyler Moore, Gente corriente ganó el Oscar a Mejor película y Mejor dirección para Redford.

Lo cual tiene bastante gracia, porque pese a la enorme diversidad de papeles famosos que ha ido encadenando, Redford solo fue nominado al Oscar como actor en una sola ocasión: por El golpe. En 2002 le dieron el Oscar honorífico, cuando por otra parte Redford ya había vuelto a aspirar a llevárselo como director, gracias a su trabajo con Quiz Show en 1995.

 

 

Ordinary People (1980) Trailer #1 | 

Movieclips Classic Trailers

 

Porque, en efecto, la carrera como director de Redford no terminó con Gente corriente. En 1988 dirigió Un lugar llamado Milagro y en 1992 El río de la vida, siendo nominado al Globo de Oro a Mejor dirección. Este último drama de intención ecologista (una preocupación recurrente en Redford) contó con Brad Pitt en un papel estelar luego de haber sido descubierto en Thelma y Louise un año antes, lo que resulta muy apropiado pues bien podríamos considerar a Pitt el sucesor natural de Redford. Una estrella de imponente atractivo físico, talento probado y gusto por los desafíos, que además llegado un punto desarrolla una politizada faceta como productor (en el caso de Pitt con su sello Plan B).

Redford y Pitt acaso fueran conscientes de esto pues años después protagonizaron un frenético thriller donde ejercían, respectivamente, de maestro y discípulo. Fue en Spy Game de Tony Scott, estrenada en 2001 cuando ya la estrella de Redford apuntaba a apagarse sin que esto implicara necesariamente que se hubiera cansado de trabajar. A lo largo de los 90, de hecho, había vuelto a triunfar como director en Quiz Show, y presumido de carisma en Una proposición indecente (thriller erótico con Demi Moore) y en El hombre que susurraba a los caballos, donde se dirigió a sí mismo enamorando a Kristin Scott Thomas.

 

Brad Pitt y Robert Redford en 'Spy Game (Juego de espías')
 
 
Brad Pitt y Robert Redford en 'Spy Game (Juego de espías')
 

Un merecido descanso

Redford dirigiría algunas películas más entrados los 2000. La leyenda de Bagger Vance dio paso en 2007 a Leones por corderos, un thriller sobre la invasión de Afganistán que Redford también protagonizaba y supuso su reunión con Meryl Streep tras Memorias de África. Posteriormente dirigiría La conspiración, sobre el asesinato de Lincoln, y por último Pacto de silencio, que coprotagonizaba con Shia LaBeouf y tuvo críticas mediocres llegado 2012. Entonces ya coqueteaba con la jubilación, paralelamente a ser consciente de la leyenda que había construido. 

En todo este tiempo Redford había hecho gala profusamente de su compromiso político. El actor californiano siempre apoyó el cuidado del medio ambiente, el movimiento LGTB y los derechos de los nativos americanos. Durante una época tendió a apoyar al Partido Republicano, pero en el nuevo milenio se distinguió como un ferviente defensor de Barack Obama y, más tarde, un feroz detractor de Donald Trump.

De cara a las últimas elecciones estadounidenses en las que participó, Redford dijo que la primera legislatura de Trump había sido una "monarquía disfrazada", criticando su gestión del COVID y el desprecio por el medio ambiente al tiempo que seguía apoyando al Partido Demócrata. Todo esto le pilló, por cierto, ya cómodamente jubilado. 

 

THE OLD MAN & THE GUN |

 Official Trailer [HD] | FOX Searchlight

 

Redford fue lo bastante hábil como para que los últimos pasos de su carrera se dieran desde la certeza de culminar una filmografía histórica. Sí, desde luego que no pudo resistirse a aparecer en una película de Marvel (como Alexander Pierce, el villano de Capitán América: El soldado de invierno), pero a la vez pudo presumir de esta aura legendaria en Cuando todo está perdido de J.C. Chandor o sobre todo en The Old Man & The Gun, donde repetía con David Lowery tras Peter y el dragón

Redford anunció su decisión de jubilarse en 2018, y no pudo hacerlo en mejor momento pues The Old Man & The Gun, pese a basarse en la figura real del ladrón de bancos Forrest Tucker, en realidad era un homenaje velado a toda la carrera del actor. Un monumento a su magnetismo, a su afabilidad, y a una imposible diversidad de facetas que logró aglutinar lo más talentoso y relevante del cine estadounidense. Redford ha muerto después de hacerlo absolutamente todo. Es, con plena justicia, un mito. 

 

 

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