sábado, 11 de octubre de 2025

NATIONAL GEOGRAPHIC 210 (NATIONAL PRESENT) (Una civilización en crisis: lo que sabemos sobre el colapso de los mayas)

 

 

 

Ya estoy aquí con otra sesión de (NATIONAL PRESENT)de la sección de NATIONAL GEOGRAPHIC. 

 

Esta semana toca hablar Una civilización en crisis: lo que sabemos sobre el colapso de los mayas. Esta semana sabremos porque colapso los mayas todo lo que le paso.



¿Cuándo entró en declive la civilización maya?

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Curiosidades de la historia: episodio 252

 

Entre los siglos IX y X, numerosas ciudades mayas sufrieron una crisis repentina y acabaron siendo abandonadas. Entre las causas del llamado colapso maya se cuentan la sobreexplotación de los recursos y la espiral de guerras y conflictos intestinos.


Entre los años 600 y 900 d.C., las Tierras Bajas del Sur, un amplio territorio que comprendía el sur de México, Guatemala, Belice, el oeste de Honduras y El Salvador, albergaba cientos de ciudades que formaban la civilización maya. Una de ellas era Cancuén, un próspero enclave ligado políticamente al poderoso reino de Calakmul y que ocupaba una posición estratégica en las rutas comerciales de la región. Entre las numerosas inscripciones halladas en sus monumentos, la última fecha escrita se remonta al año 800.

Las evidencias arqueológicas indican que en ese momento la ciudad sufrió un violento ataque. La familia real y otros miembros de la nobleza fueron asesinados y arrojados, con sus emblemas de poder y joyas de jadeíta, en tres espacios de enterramiento improvisados: un barranco y dos piscinas artificiales. En la alberca más grande se localizaron 38 cuerpos, dos de ellos de niños de corta edad. Todos presentaban certeros y brutales traumatismos en la cabeza.

 

El reino de la selva

Esta violencia no fue un hecho aislado en el sur del área maya. En las primeras décadas del siglo IX, en las Tierras Bajas, se manifestó una crisis política y social que afectó a la casi totalidad de las ciudades mayas. Al final del Período Clásico (250-900 d.C.), los escribas, escultores y sacerdotes dejaron de tallar monumentos, se interrumpieron los relatos escritos sobre los hechos de los gobernantes y se paralizó la construcción de elevadas acrópolis con sus palacios y templos. Las ciudades fueron abandonadas para ser en ocasiones ocupadas por grupos de gente del campo que se instaló en los palacios y en los templos. Empezaba a gestarse lo que los investigadores han denominado «colapso maya».

Este colapso no fue un suceso inmediato, ni se produjo a la vez en todos los reinos. Se trató de un largo proceso de decadencia que duró más de cien años, una lenta erosión que se transmitía de ciudad en ciudad. El declive comenzó en la región conocida como Petexbatún, recorrió la región del río Usumacinta, y, poco a poco, hizo que todos los reinos fueran cayendo como las fichas de un juego de dominó. La selva empezó a recuperar los terrenos que durante siglos la civilización maya había usurpado a la naturaleza. Los árboles y la fauna locales se adueñaron de palacios, templos y plazas.

El colapso maya ha sido objeto de innumerables estudios y ha inspirado variadas teorías acerca de sus causas. Los investigadores coinciden en que lo que llevó a la sociedad maya a precipitarse en una crisis terminal fue la suma de distintos factores.

De este modo, se han planteado hipótesis diversas relacionadas con la demografía, la economía, la sequía, los enfrentamientos y las guerras, las enfermedades, la política, la religión e incluso la astronomía.

 

Cambio climático

Uno de los desencadenantes de esta tremenda crisis, según han planteado algunos historiadores, sería la superpoblación de las ciudades mayas. A principios del siglo IX, la civilización maya había alcanzado el punto máximo de la curva demográfica. La ciudad de Tikal, en la actual Guatemala, fue la más populosa de todas las ciudades mayas hasta esa fecha, alcanzando en su momento álgido una cifra cercana a los 50.000 habitantes, con una densidad demográfica superior a la que se registra en algunos estados mexicanos en la actualidad. A consecuencia de ello, el abastecimiento de alimentos planteaba un desafío creciente, que llevó a extender los terrenos agrícolas mediante la deforestación de las selvas circundantes, pero es probable que estos avances no permitieran mantener una población tan elevada como la que se había alcanzado.

Algunos investigadores también han destacado, como desencadenante de la crisis maya, la incidencia de fenómenos climáticos de alcance mundial ocurridos en ese momento histórico. Estudios recientes sobre el paleoclima apuntan a que en torno al siglo IX los períodos de sequías prolongadas se sucedieron en algunas regiones de las Tierras Bajas, aunque no en todas.

Las pérdidas de cosechas provocarían hambrunas, epidemias y enfermedades como el escorbuto y la tuberculosis. En ese marco de dificultades de todo orden, los dirigentes acabaron siendo incapaces de detener el caos, la dispersión de la población y la ruina del sistema político. Con una estructura jerárquica tan rígida como la de las ciudades mayas, donde el rey era la máxima autoridad y también el responsable de la vida de los ciudadanos, las revueltas políticas internas y las rebeliones contra el poder en momentos de escasez no debían de ser infrecuentes.

Otro factor que, sin duda, contribuyó a la crisis del mundo maya fueron las guerras entre reinos y ciudades. En el espacio maya se codeaban grandes ciudades, regidas política y religiosamente por un rey o ajaw–miembro, a su vez, de una dinastía familiar que se perpetuaba en el trono durante siglos–, con otros reinos menores que les rendían vasallaje y estaban administrados por gobernantes de menor importancia unidos dinásticamente a los primeros. Las relaciones entre todos ellos eran complicadas, y en estos momentos de tensión desembocaron en conflictos armados que propiciaron migraciones masivas de población.

A esto hay que añadir que las constantes batallas y guerras bloqueaban caminos y rutas comerciales, imposibilitando el movimiento de mercancías y provocando desabastecimiento y el desplome económico.

En el siglo IX aumentan los textos que hacen alusión a conflictos bélicos entre ciudades, al igual que los monumentos con escenas de guerra y cautiverio. Los señores se exhibían atrapando a sus cautivos, a los que se mostraba atados y expuestos en las grandes plazas ante el pueblo, esperando la muerte. Los escultores grababan los nombres de los reyes cautivos en sus piernas y faldellines.

 

Ciudades abandonadas

Uno de los ejemplos visuales más elocuentes de esta etapa guerrera es la encarnizada batalla representada en los muros de uno de los últimos edificios levantados en la ciudad de Bonampak. Las pinturas, de excepcional calidad artística, representan con gran viveza una batalla victoriosa librada por el rey de la ciudad en el año 791, así como una espectacular ceremonia palaciega. Pero la decoración no llegó a terminarse; incluso los textos sólo quedaron esbozados y nunca se completaron. El rey representado en las pinturas es el último del que hay noticia en Bonampak. La ciudad cayó víctima del deterioro sociopolítico que empezaba a atisbarse en la región del río Usumacinta.

Una crisis igualmente repentina se abatió en esos mismos años sobre la ciudad de Yaxchilán, muy próxima a Bonampak. En el año 800, el rey mandó construir un imponente edificio decorado con un programa escultórico de gran destreza artística, compuesto por dinteles, estelas y escaleras, con escenas reales y textos jeroglíficos tallados en estos lugares. La ciudad parecía vivir un período de esplendor. Sin embargo, en tan sólo ocho años la situación dio un vuelco. En el año 808 se escribió el último texto que se ha encontrado en el sitio. Entre el reinado de dos gobernantes, padre e hijo, se produjo una importante disminución del bienestar cultural y material, lo que es un indicativo bastante preciso del principio del fin.

A comienzos del siglo IX, en Aguateca, una población maya al este de las anteriores, empezó a construirse un gran templo, el mayor de la ciudad. Pero los trabajos se interrumpieron súbitamente en 810, dejando el templo a medio construir. Las estelas alisadas y preparadas nunca llegaron a ser esculpidas e inscritas. Al parecer surgió una amenaza exterior, pues se ha podido documentar que se construyeron empalizadas y fortificaciones defensivas, y pocos años después la ciudad ya había sido abandonada.

En torno al colapso maya del siglo IX subsisten numerosos interrogantes. En lo que se refiere a la demografía, no se conoce bien cómo se redistribuyó la población tras el abandono de las ciudades de las Tierras Bajas. Sabemos que algunos grupos emigraron hacia la zona de los lagos en las Tierras Altas de Guatemala, pero no se tiene constancia de grandes movimientos migratorios hacia otras zonas de Mesoamérica (la vasta región histórica formada por el sur de México y América Central).

 

El segundo colapso

Más desconcertante aún es el hecho de que un siglo y medio más tarde, en las zonas del norte, en la península de Yucatán, las ciudades mayas experimentasen nuevamente un evento similar, un segundo colapso de iguales características, con las mismas causas y los mismos efectos.

Ése fue el caso de Uxmal. Durante el siglo X, la ciudad se había convertido en el principal centro de poder de la región de Puuc. Entonces se construyó un enorme palacio, a la vez residencia real y sede de las asambleas de la nobleza, así como un campo de juego de pelota y el centro ceremonial llamado Cuadrángulo de las Monjas.

Los relieves, pinturas e inscripciones de esta época evocan escenas bélicas, con guerreros llevando atavíos de gala y prisioneros que son sacrificados. Sin embargo, Uxmal entró en un completo declive en el siglo XI, hasta el punto de que no se concluyeron los trabajos ya iniciados en varias obras monumentales ya comenzadas. Al parecer, la causa inmediata de esta crisis fue la expansión de la vecina ciudad de Chichén Itzá. Además, la región oriental de Puuc registró una creciente despoblación hasta quedar totalmente abandonada a principios del siglo XI.

Los investigadores han explorado las innumerables complejidades, las continuidades olvidadas y las trayectorias regionales del proceso del colapso del mundo maya, mirando más allá de un catastrofismo simplista. Este colapso significó el fin de un sistema político y económico y el abandono de todas las ciudades de las Tierras Bajas del Sur. Asimismo, 150 años más tarde se despoblaron los reinos de las Tierras Bajas del Norte. La civilización maya tal y como se conocía nunca más volvió a florecer, desapareciendo para siempre.

Sin embargo, los descendientes de los antiguos nobles, sacerdotes, guerreros y agricultores de la antigüedad habitan hoy las mismas tierras que sus ancestros y perpetúan su cultura en las distintas lenguas que todavía se hablan, en los ritos religiosos amoldados sincréticamente al cristianismo, en sus ancestrales cultivos y en sus vestimentas y adornos. La cultura maya, pese a lo que pueda parecer, sobrevivió al colapso.

 

  

TODA LA INFORMACIÓN LO HE 

ENCONTRADO EN LA PÁGINA 

OFICIAL DE NATIONAL GEOGRAPHIC


 





 Pirata Oscar 

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